MECANISMOS SICOÉTICOS DE DEFENSA
MECANISMOS SICOÉTICOS DE DEFENSA : La actitud absolutizadora (Véase ABSOLUTIZACIÓN y ABSOLUTIZAR) niega la realidad última o absoluta sustituyéndola por otra; proporciona una visión desviada, inauténtica, desintegradora y enfermiza de la realidad. Utiliza para esta falsificación, ocultamiento, y seudojustificación, los llamados mecanismos de defensa:
Racionalización, que elude la responsabilidad que trae consigo la negación de Dios para aliviar así la frustración existencial que se deriva de ello.
Desplazamiento, que sustituye a Dios por otra realidad en la que se busca la compensación frete al vacío que deja el intento de desplazar la presencia del absoluto.
Represión, que intenta expulsar de la interioridad todo recuerdo, todo sentimiento, todo pensamiento o tendencia hacia Dios, no porque se rechace a Dios en sí mismo, sino porque se lo equipara con una situación religiosa rígida o degradante, con una desgracia o con una persona o personas identificadas con la religión, causantes de daños graves o experiencias traumáticas.
Formación reactiva, por la que se realizan actos contrarios a los sentimientos de inseguridad, soledad, culpabilidad, infelicidad, rebeldía, etc., causados por la negación de Dios.
Evasión, por la que se intenta escapar de la situación de angustia y soledad – creada por la negación del absoluto y lo que ello significa- renunciando a la consciencia de responsabilidad por medio de la droga, la vista o el sexo.
Aislamiento, por el que la persona humana intenta negar o separarse del absoluto, generalmente causado por motivos dolorosos o traumáticos.
Proyección, por el que se atribuye a los demás lo que sucede a uno mismo y le resulta intolerable.
Convencionalismo e imitación, por los cuales se piensa y se hace lo que los demás piensan y hacen.
Universalización, por el cual se eleva a universal un caso particular[1].
Los mecanismos sicoéticos de defensa se pueden dar en personas creyentes que sustituyen el absoluto real por otro absoluto hecho a su imagen y semejanza. Da lugar a actitudes inauténticas:
La actitud farisaica, o de incontinencia verbal.
La actitud nicodémica, que intenta justificar la superficialidad de la fe, o el no dar testimonio público de la fe, o el intentar ocultarla o esconderla.
La actitud de Pilatos, que es la de quien se lava las manos mirando para otro lado en una situación injusta.
La actitud de Pedro, de quien se exalta o se ilusiona fácilmente, pero es superficial en sus vivencias.
La actitud de Judas, o la de quien es propenso a la traición, a la infidelidad, a faltar al compromiso contraído, o avergonzarse de su condición creyente, o criticarla para quedar bien ante los demás[2].
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