INTELIGENCIA (Facultad)
INTELIGENCIA (Facultad): La inteligencia es, junto con la voluntad y la libertad, una de las tres facultades o potencias. Estas se denominan: facultad intelectiva, facultad volitiva y facultad unitiva. La facultad intelectiva o inteligencia posee las siguientes funciones:
función sicoespiritual de la INTUICIÓN,
función sicosomática asumente de la razón,
función sicosomática subsumente primaria de la memoria,
función sicosomática subsumente secundaria del sentimiento,
funciones sicoorgánicas, en común con las otras dos facultades, de la sensorialización externa e interna, de la instintivación y de la estimulación.
A su vez,
la INTUICIÓN posee la estructura de tres subfunciones: penetración, discernimiento y advertencia;
la razón posee la subfunción del concepto (con la idea, el término y la noción), la subfunción del juicio (con el enunciado, sentencia y proposición), y la subfunción del raciocinio (con la prueba, demostración y argumento);
la memoria posee la estructura de tres subfunciones (representación, evocación y asociación);
el sentimiento posee la estructura de tres subfunciones (sensación, impresión y aprehensión).
La función sicosomática de la razón con su lógica (formal, simbólica, matemática) es la que ha tenido más éxito en la historia del pensamiento; de aquí, el predominio del racionalismo en Occidente.
La inteligencia posee, pues, las funciones primordiales de la INTUICIÓN, razón, memoria y sentimiento, con sus subfunciones, sin que se reduzca a ninguna de ellas o a la suma de todas ellas; la inteligencia es más que sus funciones y subfunciones. No se puede reducir, por ejemplo, la inteligencia a razón con la idea, juicio y raciocinio.
Para evitar la actitud racionalista y dar a la razón el sentido propio que le corresponde, el sistema rieliano distingue entre razón e inteligencia: la razón, la memoria y el sentimiento son cerebración (sicosomatización) de la inteligencia, pero la inteligencia es irreductible a ninguna de estas funciones. La inteligencia es “+” que su razón, más que la memoria y más que el sentimiento. El ser humano intelige no sin la dura condición de la razón, la memoria, el sentimiento, los SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS , los instintos y el estímulo-respuesta, pero nada de esto es el principio o el medio adecuado del inteligir, como tampoco lo es el lenguaje.
La cima de la razón es la INTUICIÓN, que es esa función cognitiva que, no siendo producto de la actividad racional, se sitúa en la aperturidad de la inteligencia al absoluto. La INTUICIÓN formada por la CREENCIA (a nivel dianoético) o la fe (a nivel HIPERNOÉTICO) forma, a su vez, la apertura de la inteligencia al absoluto.
La INTUICIÓN es la raíz de la idea o concepto, del juicio y del raciocinio. La inteligencia humana posee, de este modo, dos funciones inseparables:
formal, la razón y el lenguaje;
transcendental, el inteligir abierto al absoluto. (Véase Formal y Transcendenta)
La apertura al absoluto es lo que hace que la inteligencia, finito abierto al infinito, esté facultada para otear siempre nuevos horizontes. La inmensidad, lo infinito, lo eterno —realidad incuantificable e inmaterial, presente constitutivamente en la finita inteligencia humana— son inaccesibles a los instrumentos de las ciencias experimentales por la sujeción necesaria de estas a la cantidad.
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