CUANTIFICACIÓN

CUANTIFICACIÓN: La cuantificación está latente en nuestra cultura —de forma subconsciente en muchos casos— como actitud compulsiva de contemplarlo todo desde el reduccionismo de la metodología experimental o desde el simple remedo de esta. La existencia de este hecho comportamental del ser humano es debido a su desmesurada tendencia a cuantificarlo todo; de aquí, el enorme peligro de deshumanización y alienación cuando se deja el dominio espiritual de la persona al materialista intento cuantificador. El enunciado es sencillo: cuantificar es cosificar.

Cuando las ciencias experimentales tratan de aplicarse reductivamente a la persona humana, el resultado es la “objetualización”, la cosificación de esta. Déjese la cuantificación para lo que es cuantificable; es decir, para las cosas, los fenómenos y lo que, derivándose de ello, no queda solo en pura cuantificación, sino que la persona humana lo pone en función de su destino, de su desarrollo, de su realización, de su BIENESTAR FÍSICO, SICOLÓGICO Y ESPIRITUAL , de sus intereses y de sus fines honestos. La razón es clara: la ciencia experimental nos ayuda a entender el cosmos, la naturaleza, las manifestaciones de la vida y, a la vez, nos permite modificarlos o transformarlos en nuestro propio beneficio. Este hecho puede explicarse en virtud del condominio que, con el modelo absoluto, el ser humano puede ejercer sobre la creación entera. Este condominio se extiende también a la dignificación de la persona humana, en lo que se refiere a la metodología científica, que solo puede venir de una recta, abierta y liberadora concepción genética de las ciencias experienciales.