FE

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FE: La fe es una virtud teologal resultado de la elevación por el Espíritu Santo al orden cristológico de la estructura y operador de la CREENCIA . La CREENCIA o la fe activan los operadores intelectivos en tal grado que abren la INTUICIÓN al infinito o absoluto cumpliendo la misión de destautologizar las ideas para abrirlas a la definición transcendente. Solo así podemos formar nuestras ideas; esto es, llenarlas de contenido formal con su carga sintáctico-semántica, lógica y ontológica. La CREENCIA o la fe no son estructuras y operadores que nos llevan, genéticamente, a creer o tener fe en una idea y encerrarnos en ella. La razón es clara: creer en una idea es volcarse en ella, poner toda nuestra confianza en ella; en una palabra, es depender de ella, poniéndonos a su servicio. Habríamos quedado, así, dominados por una idea transformada en seudoabsoluto o constructo tautológico; esto es, en una idea εἴδωλον, en un ídolo que, separado de la realidad del absoluto, tiene por seudorreferente un abstracto (Véase ABSTRACTISMO) en el que, en último término, se autoafirma el yo intelectual del ser humano. Quien cree en una idea cree en la proyección que de sí mismo hace en esa idea.

La idea no es, por tanto, el objeto adecuado de la CREENCIA; antes bien, es la CREENCIA la que, activando, con los demás operadores intelectivos, la INTUICIÓN del ser humano abre sus ideas, más allá de la finitud de sí mismo, al infinito del modelo absoluto en el cual cree, en el cual espera y al cual ama. Las ideas, de este modo, toman la dirección y el sentido del objeto de la CREENCIA, de la expectativa y del amor. Cuando la dirección y el sentido son últimos, esto es, no se quedan en cualquier objeto de CREENCIA, expectativa o amor, que tenga como referente la proyección del propio yo, nos encontramos con el auténtico proceso genético de la racionalización, desideralización e intencionalización:

  1. de las ideas o conceptos con sus sentimientos o impresiones;

  2. de los deseos con sus emociones o afecciones;

  3. de las intenciones con sus pasiones o tendencias.

Se funda en este proceso genético la LÓGICA VIVENCIAL de las ciencias experienciales (Véase Ciencia). Nos encontramos, entonces, en la condición adecuada, lejos de una concepción solipsista o subjetivista del método, para hacer verdadera ciencia.

Las virtudes teologales —fe, esperanza y caridad— no son formas de mediación para acceder al modelo absoluto ; antes bien, son las mismas estructuras y operadores receptivos que, elevados al ámbito sobrenatural santificante, forman la consciencia hipernoética, teniendo como objeto inmediato al modelo absoluto bajo la razón de tres personas divinas o Santísima Trinidad. La fe, con las estructuras y operadores intelectivos elevados al orden sobrenatural santificante, activa sobrenaturalmente la INTUICIÓN abriendo la razón y sus funciones sicosomáticas al entendimiento consciencial de la revelación sobrenatural.

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