HUMANIDADES

De Escuela idente

HUMANIDADES (Véase Ciencia experiencial y experimental): ¿Cuáles fueron las aportaciones de F. Rielo a las humanidades como poeta, pensador y promotor de la cultura? – Hoy se habla de poshumanismo como relación del ser humano con las máquinas, animales, plantas; se pretende dar una relación polivalente con el entorno. También se habla de transhumanismo como actitud hacia una condición poshumana donde están presentes la razón, la ciencia y la tecnología donde puedan incorporarse las nuevas ciencias: neurología, biogenética, tecnociencias. ¿Cómo es considerado el humanismo, y las humanidades, en el sistema rieliano? Para responder debemos acudir a la definición formal y transcendental del ser humano. Su libro Concepción mística de la antropología[1] es un buen exponente.

Primero, distingue entre ciencias experimentales y ciencias experienciales : las experimentales tienen como metodología formal el lenguaje de la matemática y la experimentación tecnológica; las experienciales poseen como metodología el lenguaje metafísico y la experienciación vivencial que tiene como referencia un modelo bien formado potenciante, incluyente y dialogante. Algo importante que debemos tener en cuenta es que tanto las ciencias experimentales como experienciales las hace el ser humano, y tienen una finalidad: el BIENESTAR FÍSICO, SICOLÓGICO Y ESPIRITUAL ; si atentan contra alguno de estos tres niveles se convierten en anticiencias o ideologías cuya estructura es el reduccionismo, exclusivismo y fanatismo. Estaríamos, en este caso, en un antihumanismo o deshumanización.

Toda ideología comporta deshumanización, pues degrada al ser humano reduciéndolo a uno de sus niveles o a alguna de las funciones propias de alguno de estos niveles, por ejemplo, reducir al ser humano a instinto, a conducta, a razón, a voluntad, a deseo, a libertad. El ser humano no se define por ninguna de estas funciones; por ejemplo, la libertad no es el máximo valor, virtud o propiedad del ser humano; si así fuera, todo lo que se hace con la libertad sería honesto, bueno, verdadero, etc. La libertad tiene que estar formada por algo superior a ella; Rielo afirma que la libertad debe estar formada por el amor, que es lo que sí define al ser humano: El amor es, para él, el motor de la historia, de la sociedad, de la vida, de la familia, de la ciencia, etc. Todo lo que tiene que ver con el ser humano que tenga en cuenta la dignidad, el BIENESTAR FÍSICO, SICOLÓGICO Y ESPIRITUAL pertenece al humanismo, sin exclusión de todo lo que sale de sus manos. Para entender esta integración, lejos del reduccionismo, la exclusión y la intransigencia, que estructuran cualquier ideología, debemos concebir al ser humano en todos sus niveles, ámbitos y dimensiones al mismo tiempo.

Nuestro autor pone de relieve la riqueza integral del ser humano, que ostenta tres niveles (Véase Niveles, ámbitos y dimensiones) en los cuales está constituido: corpóreo, síquico y espiritual; es, en este sentido, un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO . Tiene experiencia de su cuerpo, tiene experiencia de su sique o alma, y tiene experiencia de su espíritu. Del cuerpo tiene experiencia a través del placer y del dolor; del alma, a través del gozo y del sufrimiento; del espíritu, a través de la felicidad e infelicidad. No podemos vivir sin cuerpo, sin sicología y sin espíritu, pero lo más importante es el espíritu que es donde está el PATRIMONIO GENÉTICO a nivel ontológico, como son los valores, las VIRTUDES, las leyes de la perfectibilidad, de la transcendencia y de la inmanencia. Todo lo que hay en el espíritu se da también sicosomatizado; no existe ni el espíritu puro, ni la razón pura, ni la voluntad pura, son constructos sin otro contenido que el que pueda darle nuestra imaginación o una razón cerrada por la ideología. Hoy, por influjo de las ideologías, se intenta negar el espíritu, la consciencia, y todo el patrimonio ontológico que la define. Se pretende descabezar al ser humano y reducirlo a las funciones físicas o sicofísicas, como son la instintivación, la sensorialización y la estimulación, a imagen y semejanza del reino animal, para introducirnos en la IDEOLOGIZACIÓN que suponen las corrientes conductistas, estructuralistas, formalistas, sicologistas y, en general, todo lo que alardea de cientificismo. Y ello por una razón sofística: desde estas funciones biológicas o sicosomáticas se puede matematizar y hacer ciencia experimental. Para ellos no existe lo que no es ciencia experimental o no sea capaz de ciencia experimental, dejando fuera todo el inmenso ámbito del ser humano que corresponde al ámbito de las vivencias, que, mucho más rico e importante, también tiene su validez científica con su metodología propia. Pero el ser humano no se reduce solamente a estos tres niveles (CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU), sino que se manifiesta también en cuatro ámbitos de relación:

  1. personal, relación del ser humano consigo mismo;

  2. sacral, relación del ser humano con la divinidad;

  3. social, relación del ser humano con sus semejantes;

  4. cósmico, relación del ser humano con la naturaleza.

No podemos obviar ninguno de estos ámbitos, pues hemos cercenado algo del ser humano. Prescindir del ámbito sacral es tan grave o más, en orden a la normalidad física, síquica y espiritual, que prescindir del ámbito social o el cósmico. Ningún nivel, ningún ámbito, deben ser excluidos.

Tampoco el ser humano queda reducido a sus tres niveles y a sus cuatro ámbitos. Con estos tres niveles y cuatro ámbitos puede crear y recrear, realizarse y contribuir a su BIENESTAR FÍSICO, SICOLÓGICO Y ESPIRITUAL, dando lugar a sus múltiples dimensiones, que debe tener en cuenta, como la dimensión histórica, familiar, política, religiosa, científica, cultural, artística, tecnológica, ecológica, etc., que son, con otras muchas, las dimensiones en que el ser humano se prolonga con su vida para su BIENESTAR FÍSICO, SICOLÓGICO Y ESPIRITUAL. El ser humano no puede rechazar algo verdadero, bueno y bello que sirva a su realización personal, sacral, social y cósmica desde sus tres niveles: corpóreo, síquico y espiritual.



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  1. Fundación Fernando Rielo, Madrid 2012.