JOSÉ, San

De Escuela idente

JOSÉ, San: ¿Es compatible con la tradición católica la enseñanza sobre san José, y en particular la propuesta de la asunción de san José, con la doctrina católica? – La figura de san José, en cuanto al desarrollo de su teología y espiritualidad por F. Rielo, representa un cuerpo doctrinal teológico original y novedoso. Así, las advocaciones de esposo místico de María, padre místico de Cristo, patriarca de la paz y padre adoptivo de la Eucaristía, o protector místico del fruto propio de este sacramento[1]. Llama la atención la propuesta de su asunción en cuerpo y alma a los cielos, porque la paternitas Dei de san José es mística paternidad, en razón de la divinidad del Hijo. El sujeto atributivo (Véase SUJETO ABSOLUTO Y SUJETO ATRIBUTIVO) de esta mística paternitas es el Verbo encarnado: no el Padre, no el Espíritu Santo. La razón de esta paternidad mística reside en la forma de inhabitación sub ratione incarnationis del Hijo en su espíritu. San José es Pater Dei en función del Hijo encarnado del Padre, y no del Hijo eterno del Padre. Esta paternidad mística por vía de misión decide su estado de gracia santificante desde el primer instante de su concepción, la exención del pecado original, y su asunción a los cielos en carne incorrupta.

Nuestro autor rechaza la opinión de algunos teólogos que ponen su asunción con los demás resucitados, cuando la muerte de Cristo (Cfr. Mt 27,51ss.). Esta supuesta asunción tardía impone un milagro absolutamente innecesario en orden a conservar su cuerpo incorrupto durante varios años en el sepulcro. No es concebible tampoco desde un punto de vista moral que, durante su misión redentora, Cristo tuviese abandonado en sepulcro el cuerpo incorrupto de su padre místico. La resurrección de san José por Cristo es precursora de su propia resurrección. Como se puede deducir, esta doctrina peculiar es cuestión abierta a debate teológico: Rielo la propuso y la defendía, y en la medida, que pudiera ser útil para nuestra santificación, y nuestra vida espiritual; no solo como un mero debate intelectual o doctrinal. Referente al Magisterio, él mismo llega a hacer la siguiente afirmación: «Lo que digo acerca del Santísimo José solo puede tener dos signos: un deseo mío de que Dios hiciera de él la más alta dignificación celeste o resultado de una revelación privada. Mi deseo tiene una característica consistente en que no pasa de ser un noble deseo. No entro en cuestión de que haya sido una revelación privada: el que haya podido serlo lo dejo al Magisterio supremo de la Iglesia»[2].



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  1. Cfr. F. Rielo_, Leyendas_, ob. cit., 206.
  2. Del manuscrito inédito, que Rielo titula Lucero de la gloria, dedicado a san José, Nueva York 1992.