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Revisión actual - 11:33 21 sep 2024
RESPONSABILIDAD MORAL: La forma ontológica del acto del espíritu es la energía extática o POTENCIA DE UNIÓN en la que, radicando la facultad unitiva (Véase FACULTADES HUMANAS), tiene como atributo la libertad con sus dos funciones: inteligir y querer. El ACTO LIBRE participa, entonces, del carácter de sus dos funciones: consciente y voluntario. La responsabilidad, atribuida al ejercicio de la libertad, consiste, por tanto, en la integridad del ACTO LIBRE, imposible sin la inteligencia y la voluntad que, a su vez, actúan no sin la dura condición sicosomática de la IMAGINACIÓN, sentimientos, afectos, impulsos, temperamento, sentidos internos y externos … en los que ejercen su influencia la mentalidad, la cultura, la instrucción y las diversas formas del ambiente cósmico y social. Las tres FACULTADES HUMANAS, intelectiva, volitiva y unitiva, son sicoespirituales y sicosomáticas. Y esto por una sencilla razón: radican en el espíritu y se proyectan en el alma y en el soma.
Cuando el hombre obra conforme a su naturaleza espiritual, genéticamente, hay una SINERGIA en la que está siempre presente la iniciativa divina. Esta SINERGIA no es absoluta por parte del ser humano; por eso, cuando este no actúa en conformidad con el sujeto absoluto, se produce la deformación del ACTO ONTOLÓGICO . Esta deformación no desmiente, por su carácter relativo, la condición _condición teantrópica de los actos realizados por la persona humana. Su responsabilidad moral se funda, precisamente, en esta vinculación constitutiva. No obstante, el poder de discernimiento —aunque no absoluto— que, sobre el bien y el mal, posee la persona humana, cuando esta obra el MAL o tiende a él, es porque abstractus et illectus por lo que no es el bien, toma como “BIEN supremo”, por su implícita o explícita tendencia al absoluto, lo que se le presenta como parcial y momentáneo.
No habría en el ser humano responsabilidad moral si no poseyera el DISPOSICIONAL GENÉTICO que, formando su libertad con las funciones del inteligir y del querer, hace que la persona pueda elegir la hermosura, la verdad y el bien. El DISPOSICIONAL GENÉTICO define la capacidad motivacional suficiente en orden a ejercitar estos atributos ontológicos por medio de los operadores de la CREENCIA , EXPECTATIVA y AMOR . El desorden moral es, fundamentalmente, la DEGRADACIÓN por el propio ser humano de su libertad; por tanto, la negación del carácter motivacional de los atributos, desactivados por la mayor o menor descreencia, desesperanza y desamor. No existe ningún verdadero motivo que no esté fundado o formado por la libertad del amor con su belleza, de la que son funciones la inteligencia de la fe con su verdad y la voluntad de la ESPERANZA con su bien. Todo desorden moral en el que interviene, consciente y volitivamente, la libertad humana es, sin duda, la malicia del “sin motivo” (Jn 15,25) por la que el ego humano se inventa seudomotivos con los que autoalimentar su propio egoísmo que proyecta por doquier.
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