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Revisión actual - 15:02 21 sep 2024
UNIDAD, DIRECCIÓN Y SENTIDO: La expresión “dar unidad, dirección y sentido” al objeto de nuestra consciencia desde el modelo absoluto significa formar bien nuestro pensar, nuestro decidir y nuestro actuar. Una visión bien formada del modelo absoluto , en la que intervengan integralmente las tres facultades, y no solo la inteligencia, es la que nos presenta el propio modelo absoluto: a) en la facultad intelectiva, como axioma absoluto que dé dirección a los contenidos de la inteligencia para constituir el mejor discurso; b) en la facultad volitiva, como fundamento absoluto que dé sentido a los contenidos de la voluntad para tomar la mejor decisión; c) en la facultad unitiva, como principio absoluto que encuentre la unidad con el objeto de que la libertad pueda realizar la mejor actuación. El modelo absoluto, como referencia primordial de todo sistema filosófico para explicarse, lo buscan, y de él parten —aunque con terminología diferente— todas las filosofías. Ahora bien, este modelo absoluto, que es metafísico —modelo, entonces, de todos los modelos—, con el fin de alcanzar los requisitos para que se dén la unidad, dirección y sentido, debe cumplir con las propiedades metódológicas (rechazo del SEUDOPRINCIPIO DE IDENTIDAD, elevación a absoluto y remonte del campo fenoménico), con los instrumentos auxiliares metodológicos (CORTE ANALÍTICO, TERCIO INCLUSO, sintaxis de complemento directo), y con la actitud metodológica de llevar la inteligencia a límite con el subsiguiente COMPROMISO ONTOLÓGICO y la unidad frente al caos o dispersión. El resultado de formar bien este modelo absoluto es la CONCEPCIÓN GENÉTICA DEL PRINCIPIO DE RELACIÓN , o abreviadamente modelo GENÉTICO (Véase MODELO ABSOLUTO O MODELO GENÉTICO). De este modo, todo otro OBJETO DE CONSCIENCIA adquirirá unidad (en la facultad unitiva), dirección (en la facultad intelectiva) y sentido (en la facultad volitiva) desde el modelo absoluto, si el modelo absoluto es un modelo bien formado. Un objeto cualquiera de consciencia adquirirá, entonces, unidad, dirección y sentido, cuando su axiomatización, fundamentación y principiación se adecúan al modelo absoluto. En la verificación de la unidad, dirección y sentido del OBJETO DE CONSCIENCIA, al estar esta sicosomatizada, entran en juego, con la inspiración, todas las funciones de las facultades: a) las sicoespirituales, como la INTUICIÓN, FRUICIÓN y libertad; b) las sicosomáticas, como la razón, el DESEO, la intención, el sentimiento, la emoción, la pasión, la memoria, la IMAGINACIÓN, la “conectiva”; c) y las sicoorgánicas como la sensorialización, la instintivación y el estímulorespuesta. Entran en juego, asimismo, los ámbitos (personal, sacral, social y cósmico) y dimensiones de la persona humana (histórica, científica, cultural, religiosa, artística, política, filosófica…). (Véase NIVELES, ÁMBITOS Y DIMENSIONES) En todo objeto de consciencia, si queremos que esté bien formado, tiene que haber unidad, dirección y sentido últimos, para lo cual se necesita llevar la inteligencia a límite con COMPROMISO ONTOLÓGICO y unidad frente a la dispersión.
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