FIGURA Y FORMA
FIGURA Y FORMA: Toda realidad material, posee al menos dos elementos:
la figura, que constituye toda su fenomenología o realidad material cuantitativa;
el “+” de la figura, que es la forma estructural o integral que constituye, formalmente[1], la unidad fenoménica o material de sus componentes.
La figura es el sustrato donde se relacionan entre sí todos los componentes materiales y fenomenológicos, abriéndose transcendentalmente a su forma estructural que constituye la unidad de todos los componentes materiales o fenomenológicos, como son los átomos, las moléculas, las células, los tejidos, los órganos, aparatos y sistemas con sus leyes organizativas. Si negáramos la forma estructural a los fenómenos y a las cosas, habríanse convertido en sustrato material o fenomenológico amorfo, disperso, a la deriva; resultaría de ello un sustrato desfigurado, un contrafigura. La figura para ser figura debe estar unida transcendentalmente a su forma estructural. Sin forma estructural no hay figura, pues todos los componentes materiales habrían sido arrojados, en todo caso, a una pura posibilidad informe: al absurdo identitático “posibilidad es posibilidad”, esto es, a una materia desfigurada e informe. Más aún, los componentes de la materia y sus fenómenos serían a modo de mónadas, absolutamente cerradas entre sí, sin posible comunicación; por lo tanto, seudocomponentes vacíos, incapacitados para interactuar entre sí dentro de cualquier forma de unidad.
La forma estructural es, pues, realidad formalmente abierta a su figura. La forma estructural es, a su vez, realidad transcendentalmente abierta a otra forma superior. El modo cómo se determina esta realidad transcendentalmente abierta da lugar a la constitución de las cosas y de los seres. El “+” transcendental de la forma estructural de las cosas es la ACTIO IN DISTANS del absoluto, que las rige en su unidad, orden, transformación y fin por medio de leyes; el “+” de la forma estructural de los seres es la forma transcendente, forma anímica, que, reduciendo, por medio de la ACTIO IN DISTANS, a “cero fenomenológico” (Véase REDUCCIONES A CERO) aquella forma estructural precedente, es, a su vez, también realidad formal y transcendentalmente abierta. El “+”, a su vez, de esta forma anímica, abierta transcendentalmente, es la DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA del modelo absoluto que rige la vida por medio de leyes biológicas.
Expliquemos este proceso de la creación en la evolución y de la evolución en la creación. Los genes, cadenas de ácido desoxirribonucleico (ADN), que controlan todos los aspectos de la vida biológica de cada organismo, incluyendo metabolismo, desarrollo y reproducción, contienen en sí la información genética, denominada herencia, que se transmite de generación en generación. Esta información organizada, que se encuentra en los genes, es activada en el momento de la concepción de cada ser viviente al recibir, al mismo tiempo, su forma vital que, definida por DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA del modelo absoluto, constituye el nuevo individuo capaz de desarrollarse como viviente, diferente de quienes otorgan, por reproducción, la herencia biológica. La ingeniería genética con su metodología experimental no puede llegar a esta forma vital o anímica, y menos a la presencia del absoluto en ella.
Un gen, por sí mismo, no constituye vida de nada; es, sencillamente, una cosa compuesta de figura o realidad fenoménica con su material cuantitativo y el “+” de la figura. Este “+” de la figura es la forma estructural que constituye, formalmente, la unidad fenoménica o material que comunica entre sí todos sus elementos y los transciende. El conjunto de genes de una célula determinada tampoco constituye, por sí mismo, la vida de la célula; ni siquiera el conjunto de todos los componentes que definen materialmente la célula constituyen, por sí mismos, la vida de la célula, sino el “+” de su forma estructural, que es la forma anímica o viviente, definida por la DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA del absoluto. El conjunto de células que componen un organismo tampoco constituye la forma anímica del individuo. Estas células, que conforman todos los tejidos de un organismo, tienen reducida a cero su forma anímica por la forma anímica del organismo individual. Esto es así en tal grado que las células o conjunto de células que forman un órgano o un tejido, separadas del organismo al que pertenecen, quedan reducidas, por muerte de aquellas, al específico de una realidad material susceptible de los diversos cambios que, conforme a sus leyes propias, acontecen en los fenómenos y en las realidades materiales. Sin la forma anímica, tenemos que la forma estructural, regida por la ACTIO IN DISTANS , hace posible la compositividad de la naturaleza física.
La sique o alma es esta forma transcendente, que puede denominarse asimismo “forma anímica” o “forma viviente”. El modo de determinarse la sique o alma como realidad transcendentalmente abierta da lugar a los seres impersonales y a los seres personales. El “+” de la forma anímica de los seres impersonales es, asumidas en esta las funciones de unidad fenoménica o material de su precedente forma estructural con su figura, la divina presencia reverberante del absoluto que se constituye en la clave unificadora, ordenadora, transformadora y teleológica de la vida sicobiológica. La precedente forma estructural con su figura ha sido reducida, como hemos afirmado antes, a cero fenomenológico. Tenemos, así, la complejidad de una naturaleza anímica (propia de los VIVIENTES NO PERSONALES) constituida por una sique que, regida por la DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA del absoluto, ha reducido a cero fenomenológico la forma estructural con su figura, asumiendo las funciones materiales con sus leyes y fenómenos. El “+” de la forma anímica de los seres personales es el creado espíritu que, inhabitado por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA , reduce a cero ontológico la complejidad de aquella forma anímica y a cero fenomenológico la compositividad de la forma estructural, en tal grado que quedan asumidas por la forma espiritual las funciones anímicas y orgánicas de las dos formas asumidas. De este modo, tenemos la naturaleza humana de un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO , libremente creado por el ACTO ABSOLUTO.
Resumiendo, la figura de nuestro cuerpo es la integridad física que cambia continuamente en él, pero queda siempre presente la raíz o clave genética donde está codificada la información de su desarrollo programado. En este sentido, disponiendo constantemente de la clave, lo que se produzca a partir de esta clave siempre será nuestro cuerpo. Lo que queda, después de la muerte, es la constante de la clave genética, ya que las variables es todo el proceso físico y orgánico del cuerpo que queda interrumpido y privado de esa constante. La forma estructural del cuerpo, reducida a cero físico por la forma anímica, y esta, reducida a cero ontológico por la forma espiritual, contiene esta constante de la clave genética (asumida por el ACTO ONTOLÓGICO del espíritu), quedando las propiedades físicas y orgánicas sometidas a descomposición.
La forma del cuerpo no es la forma anímica, sino la forma estructural, que es la que da unidad estructural al cuerpo en todos los procesos que acaecen en él, asumiendo en esta unidad la figura y su clave genética. Tanto la forma estructural como la forma anímica han sido reducidas a cero asumidas por el ACTO ONTOLÓGICO del espíritu. Por eso, lo que acontece en el espíritu después de la muerte (glorificación o condenación) afecta directamente a lo que el espíritu ha asumido de la forma anímica, forma estructural y figura del cuerpo.
La concepción genética de las formas da como resultado las siguientes naturalezas:
Espíritu absoluto, naturaleza divina, constituida por tres formas personales, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Espíritu creado, naturaleza angélica y humana, constituida: en el ángel, por una forma espiritual que, inhabitada por la divina presencia constitutiva del absoluto, reduce a cero ontológico la forma anímica asumiendo las funciones síquicas; en el ser humano, por una forma espiritual que, inhabitada por la divina presencia constitutiva del absoluto, reduce a cero ontológico la forma anímica y a cero fenomenológico la forma estructural asumiendo las funciones síquicas y orgánicas.
Sique creada, naturaleza anímica de los VIVIENTES NO PERSONALES, constituida por una forma anímica que, por medio de la DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA (no intrínseca), reduce a cero fenomenológico la forma estructural con su figura, asumiendo las funciones orgánicas.
Materia creada, naturaleza física constituida por la forma estructural que, por medio de la ACTIO IN DISTANS, asume los elementos de la figura dándoles unidad, ordenación y consistencia resultando de ello las cosas, con sus leyes y fenómenos.
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Los términos “formalmente” y “transcendentalmente” hay que entenderlos en sentido abierto: formalmente, referente a los elementos que constituyen el definiendum; transcendentalmente, referente a la relación de los elementos que constituyen el definiendum con el definiens. Véase el vocablo FORMAL Y TRANSCENDENTAL.