HOMÍNIDO
HOMÍNIDO: F. Rielo afirma que el homínido no existe, pues es el mismo ser humano al que le ha sido infundido el espíritu, definido por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto , en el momento de la concepción. El homínido llega a ser persona humana en virtud de dos hechos: la creación del espíritu, que es infundido en el sicosoma homínido, y el infuso de la divina presencia constitutiva como PRINCIPIO CONCREACIONAL, actual y epistémico (Véase PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO). ¿Qué sucedería, hipotéticamente, si Dios, en un momento determinado, dejara de crear e infundir el espíritu junto con su divina presencia constitutiva? Sencillamente, el ser humano como persona dejaría de existir pasando a ser nuevamente homínido —un sicosoma sin espíritu; por tanto, sin consciencia—, sujeto a las leyes propias de la evolución biológica. Desarrollaría las habilidades propias de un animal superior con memoria, imaginación, afecto, pero sin inteligencia, voluntad y, por tanto, libertad. Estaría sometido a las leyes de la sensorialidad, estimulación e instintivación en el grado que le puede conceder su propia especie superior y con una habilidad también mayor que la de las otras especies.
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