PRINCIPIO ACTUAL
PRINCIPIO ACTUAL: La divina presencia constitutiva del ACTO ABSOLUTO es principio actual porque es acción agente en la acción receptiva (Véase ACCIÓN AGENTE, RECEPTIVA Y REPLICATIVA) del espíritu, capacitado ontológicamente por el PATRIMONIO GENÉTICO.
La divina presencia constitutiva del absoluto obra en el espíritu en virtud de estar genetizado por las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS ; de este modo, la persona humana responde, por ejemplo, a la verdad divina porque esta opera en su constitutividad en el espíritu humano. De este modo, la divina presencia constitutiva del ACTO ABSOLUTO como principio actual —proporcionando a la persona humana la capacidad de unión, de afirmación o de aceptación y, por tanto, la posibilidad de disgregación, de negación o de rechazo— se da concomitantemente en toda acción del ser humano, incluso en toda acción egotizadora (Véase EGO y EGÓTICO), con el objeto de que esta sea posible y pueda actualizarse. La negación de este hecho habría cercenado la libertad humana .
La divina presencia constitutiva del absoluto nos pone en situación de decidir, y acompaña a nuestro acto de decisión, no porque quiera que optemos por lo negativo, sino para que podamos ejercer nuestra _mística u ontológica potestad . El ACTO ABSOLUTO quiere, libremente, que le elijamos libremente; no puede querer, sin embargo, que degrademos nuestra libertad no eligiéndole libremente, pero hace posible en este mundo que, igual que podemos realizar nuestra buena decisión perfeccionando nuestro ser y actuar, podamos también realizar nuestra perversa decisión degradando nuestro ser y actuar. Y esto por una sencilla razón: la posesión por el ser humano del deitático don de la libertad. En efecto, la libertad, estructurada genéticamente por la potestad, es activada por la divina presencia constitutiva del modelo absoluto como principio actual; pero el ser humano posee la capacidad o de egotizarla o de asumirla amorosamente en orden al ejercicio de su potestad consciencial .
El absoluto no quiere, libremente, el mal; pero quiere, libremente, que el mal querido, libremente, por el ser humano no posea dirección y sentido. Hay que afirmar, por ello, que el mal carece de metafísica y de ontología.
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