COMPROMISO ONTOLÓGICO
COMPROMISO ONTOLÓGICO: Matiza nuestro autor que el estado de ser y acto de ser en que queda el espíritu por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto es energía extática cuya primera manifestación es la actitud óntica, mediante la cual el ser humano tiene la potestad de aceptar –implícita o explícitamente– que está formado por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA que le otorga la categoría de persona, su más alta dignidad. Esta aceptación es compromiso ontológico: primero, de estimarse ‘dios místico’ del ‘Dios metafísico’; segundo, de verificar el comportamiento que se sigue de pertenecer a este divino linaje. La deontología de los derechos y deberes humanos solo puede fundamentarse con universal carácter apodíctico en este carácter deitático de la persona. La potestad de la persona humana es una διάθεσις [diáthesis], cuyo significado es de orden y disposición implícita o virtual que se verifica al darse las condiciones requeridas. No es un hábito natural ni adquirido, sino un DISPOSICIONAL genético que caracteriza la potestad de la persona humana. Este DISPOSICIONAL es la radix virtutum que, proyectándose en la inteligencia, en la voluntad y en la libertad, dispone al ser humano, no sin la dura condición de las fuerzas estimúlicas, instintivas y sensoriales que intervienen en las funciones sicosomáticas de la inteligencia, voluntad y libertad, en su recto ejercicio comunicativo con el sujeto absoluto y con sus semejantes.
Tenemos experiencia real, en nuestra aperturidad ontológica, de las cosas finitas, de nuestra finitud y también de estar abiertos a la infinitud del absoluto; de aquí, la tendencia al infinito o nuestra sed de absoluto, de perfección o de transcendencia. Cuando hacemos de las finitudes un absoluto, nos encontramos con una consciencia deforme, esclávica. Podemos hacer asimismo de nuestra propia finitud un absoluto; habríamos incurrido, entonces, en la egolatría, en el solipsismo. Esto sucede cuando la consciencia se sume en una actitud idolátrica: la suplantación del verdadero absoluto por un seudoabsoluto. Es la tendencia que sustituye el compromiso ontológico por el ‘dejarse arrastrar’ de lo finito.
El compromiso ontológico está más allá del compromiso moral suscitado por la norma, de tal modo que funda y proporciona a este dirección y sentido. Radica en el estado y razón de ser genético de nuestro espíritu dotado de una potestad ontológica por la que podemos, libremente, optar por el bien, la verdad, la belleza, y, en definitiva, el amor, que es la síntesis o forma de todas las virtudes. El compromiso ontológico es, pues, antes y por encima de toda norma.
El amor lleva la inteligencia a límite, la voluntad a límite y la unión a límite, en tal grado que implica el compromiso ontológico del que se deriva el compromiso moral. Sin el compromiso ontológico la norma carece de espíritu.
La expresión ‘LLEVAR A LÍMITE’ nos conduce a las siguientes preguntas: ¿hasta donde estamos dispuestos a llegar en nuestra reflexión, en nuestros deseos y en nuestras intenciones? ¿Preferimos quedarnos en reflexiones, deseos e intenciones superficiales? ¿Qué clase de tabla de salvación tomamos para asegurarnos en nuestros discursos, en nuestras decisiones y en nuestras actuaciones? El DESEO del mayor bien posible requiere pasar a la acción mediante el compromiso ontológico; esto es, la actitud de una voluntad a límite se transforma en una voluntad rica en expectativa de tal modo que evita la disociación o escisión entre el pensar y la acción. El objeto primordial de consciencia que resulta de una voluntad a límite mediante el compromiso ontológico es la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto en el espíritu bajo la razón de fundamento absoluto, que da sentido, lejos del absurdo, al objeto de consciencia .
Toda concepción ética, sicológica, pedagógica o filosófica que solape la definición mística del hombre se circunscribe dentro de lo que el fundador de la Escuela Idente denomina ‘teorías débiles’, que, carentes de compromiso ontológico, prefieren asentarse en la insuficiencia de las diferentes formas de convencionalidad.
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