CONVIVERE O CONVIVIUM

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CONVIVERE O CONVIVIUM: Más que vivencia habría que decir convivencia, porque es réplica o respuesta activa, con dirección y sentido, del sujeto humano a la acción agente de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto en su espíritu. Esta vivencia primordial es, pues, un convivere, un tender, genéticamente, a la forma suprema de “vivir juntos”, porque viene determinada por la acción agente de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto en la acción receptiva del espíritu humano. Esta acción agente del sujeto absoluto en la acción receptiva del sujeto humano es verdadera acción teantrópica ; esto es, consistente en la actuación del sujeto absoluto en el ser humano con el ser humano. El convivere es acción sinérgica de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto en el ser humano con el ser humano. La DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA, en este sentido, nos atrae, nos inspira; esto es, nos infunde confianza, nos da esperanza, nos llena de amor. Este inspirar se proyecta en nuestras facultades en forma de intuiciones, ideas, deseos, sentimientos, disposiciones. No es vivencia en abstracto, ni tampoco es vivencia inicialmente reflexiva o refleja, ni desiderativa, ni afectiva. Es vivencia deitática o personal que invade o define ontológicamente nuestro espíritu. Es nuestro espiritual PATRIMONIO GENÉTICO .

El convivere es la esencia de nuestro conocimiento vivencial, presente en todo el proceso de nuestro conocimiento experiencial que debe partir, no de experiencias fenomenológicas, sino de la experiencia primigenia que, vivencia primordial, es experiencia ontológica o mística. Toda otra experiencia humana, toda acumulación de experiencias fragmentadas, toda intensidad y capacidad experienciales con el paso del tiempo, deben ordenarse y encontrar su unidad en esta experiencia primigenia o vivencia primordial, si queremos que nuestra experiencia posea dirección y sentido.

Ser consciente no es vivir; antes bien, convivir. El convivere o convivium es el convivir, pero no un convivir de cualquier manera y con cualquier “alguien”, sino con alguien que pueda satisfacer ontológicamente el convivium. Este alguien no puede ser otro que “alguien absoluto”; esto es, la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto constituido por la INMANENTE COMPLEMENTARIEDAD INTRÍNSECA de dos personas divinas. He aquí nuestro convivium: la actuación de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto, constituido por personas divinas, en la persona humana con la persona humana.

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