UNIÓN HIPOSTÁTICA DE CRISTO
UNIÓN HIPOSTÁTICA DE CRISTO: JESUCRISTO es verdadero Dios y verdadero hombre: es verdadero Dios, porque es persona divina; verdadero hombre, porque el espíritu creado, asumido por Él, conserva necesariamente las propiedades de su condición creada. Este concepto de verdadero hombre le hace común con todos los hombres. Cristo es perfecto Dios y perfecto hombre: perfecto Dios, porque es persona divina; perfecto hombre, porque su espíritu creado, aunque finito, está abierto como el de los demás hombres al INFINITO. Esta apertura obedece al concepto general de que la finitud está abierta por la infinitud a ser lo que es y algo más de lo que es: en este caso, espíritu abierto por la persona. Si todos los hombres son “verdaderos”, Cristo es la suma perfección. Su suma perfección humana reside en la reducción a cero del inmanente del espíritu creado, asumido por la persona divina, alcanzando, de este modo, su máxima apertura al infinito: el espíritu creado de Cristo representa la máxima entrega del amor al Padre.
Cristo no tiene persona humana, sino persona divina. La persona humana posee dos elementos: creado e increado. El elemento creado es la naturaleza humana de un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO . El elemento increado es el estado de ser, acto de ser, forma de ser y razón de ser deitáticos en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto en la naturaleza humana.
El elemento increado es un infuso que hace del ser humano mística u ontológica DEIDAD a imagen y semejanza de la divina o metafísica[1] DEIDAD. La persona humana, hipóstasis ontológica o mística, tendría, de este modo, dos naturalezas:
humana, el ESPÍRITU SICOSOMATIZADO, con sus funciones sicoespirituales (INTUICIÓN, FRUICIÓN, libertad) y sicosomáticas (razón, DESEO, INTENCIÓN, memoria, imaginación, sentimiento, emoción, etc.), juntamente con la sensorialidad, instintividad y estimulidad del organismo;
deitática, todo el ontológico PATRIMONIO GENÉTICO que define al espíritu humano, con sus ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS , y le constituye como persona deitática, pero no divina. Las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS que proporciona al espíritu la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto como PRINCIPIO CONCREACIONAL deifican al ser humano, lo hacen “dios místico”, a imagen y semejanza del “Dios metafísico”. (Véase DEIFICACIÓN)
A diferencia de la persona humana —que posee una naturaleza humana y otra deitática—, la persona o hipóstasis del Verbo encarnado posee dos naturalezas: divina, la naturaleza divina poseída por las tres personas divinas; humana, la naturaleza humana constituida por un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO asumido por la persona del Verbo. La persona divina del Verbo tiene, pues, una naturaleza humana igual que la nuestra —un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO—, asumida en la Encarnación, pero no tiene una naturaleza deitática, sino la naturaleza divina, que es poseída, desde toda la eternidad, por las tres personas divinas o Santísima Trinidad[2].
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- ↑ F. Rielo distingue “metafísica” y “ontología”. La metafísica se refiere siempre al sujeto absoluto ad intra; la ontología, sin embargo, halla su razón en la actuación ad extra del sujeto absoluto en el ser humano con el ser humano. La metafísica trata el modelo absoluto ad intra, mientras que la ontología trata el ONTOS: estado de ser, acto de ser, forma de ser y razón de ser del espíritu creado en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del ACTO ABSOLUTO ad extra que lo inhabita. Al elevar la mística a ontología, los dos términos se convierten en sinónimos, aplicados al ser humano. Por eso, los adjetivos derivados ‘metafísico’ es sinónimo a ‘divino’ y ‘ontológico’ es sinónimo a ‘místico’. Pueden entenderse así expresiones rielianas como “mística u ontológica DEIDAD a imagen y semejanza de la divina o metafísica DEIDAD”.
- ↑ Hay una diferencia entre ‘persona’ y ‘naturaleza’. La persona es la portadora de la naturaleza y sujeto último de todo el ser y de todas sus operaciones; la naturaleza es, sin embargo, aquello mediante lo cual la persona es y obra en conformidad con lo que es. La persona finita obra humanamente porque es un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO, y obra deitáticamente porque es DEIDAD. El ser angélico, por ejemplo, obra angelicalmente porque es un espíritu sicologizado (no sicosomatizado), y obra deitáticamente porque es DEIDAD (igual que el ser humano).