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Revisión actual - 14:41 21 sep 2024
MEMORIA: La memoria, estructurada por la representación, la evocación y la asociación, es una función subsumente que acompaña a las funciones sicoespiritual (INTUICIÓN) y sicosomáticas (razón y sentimiento) de la facultad intelectiva (Véase Facultades).
La memoria consiste en la capacidad sicosomática, a nivel subfacultativo, que posibilita al ser humano el hecho de registrar, conservar, representar, evocar y asociar, mediante una lenta y penosa reminiscencia, vivencias y experiencias, producidas sensorial o internamente, por lo general, de una forma subconsciente. Estas vivencias o experiencias latentes, actualizadas cuando se precisan, pueden ser de hechos, acontecimientos, imágenes, sentimientos, emociones, etc., que son reconocidos como pasados. La memoria nos permite, pues, independizarnos del presente y remontarnos a vivencias y experiencias pasadas, posibilitando la aplicación consciente de estas a situaciones actuales o futuras. Sin una retención de vivencia o experiencia previa a través del tiempo, no podría haber en el ser humano aprendizaje alguno, ni adaptación al medio, ni resolver nuevas situaciones o problemas; esto es, no seríamos capaces de madurar. Hemos podido progresar a través de la historia sirviéndonos:
a) de una memoria biológica, heredada genéticamente, como ciertas manifestaciones instintuales no aprendidas, que influyen subconsciencialmente en nuestra forma de actuar;
b) de una memoria sociocultural, o de lo que nos han enseñado las anteriores generaciones;
c) de una memoria personal o de lo que hemos ido aprendiendo por nuestra propia experiencia.
Todo ello influye, subconscientemente (Véase SUBCONSCIENCIA), en nuestra conducta actual, sobre todo en lo relativo a la mayor o menor amplitud de experiencia familiar, cultural y social, que aprendimos —y la forma cómo lo aprendimos— durante nuestra infancia y juventud. Toda la enorme cantidad y complejidad de contenidos de nuestra memoria permanecen en estado de subconsciencia, sin necesidad de que todos estén presentes actualmente en nuestra consciencia potestativa . Sí lo están potencialmente en cuanto asumidos ontológicamente por ella.
Nada hay en nosotros —orgánico, sicoorgánico, inconsciente, subconsciente— que pueda escapar, de algún modo, a nuestra consciencia potestativa. Y esto es en tal grado que nuestra consciencia potestativa, por medio de las facultades y sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS , actualiza selectivamente los contenidos mnésicos, dándoles dirección y sentido, poniéndolos en práctica según los vaya necesitando. Otras veces, los contenidos mnésicos, gracias a los procesos orgánicos y al dinamismo propio de la vida síquica, siguen los distintos niveles —sensorial, sicológico, sicofísico…— de HOMEOSTASIS , que acaecen en el sueño o en estado de vigilia, con el objeto de la adaptación de nuestro organismo al medio, de nuestro aprendizaje y maduración, de nuestras actuaciones, sabiendo que la homeostasis es siempre relativa.
Existen, por ejemplo, experiencias desagradables que, produciendo angustia y temor, queremos olvidar, para lo cual echamos mano de los mecanismos de defensa —inhibición, represión—, pasando al estado de subconsciencia con el objeto de regular el equilibrio síquico necesario para nuestra adaptación al mundo. Las experiencias agradables y placenteras, las que nos han interesado y hemos valorado positivamente, se recuerdan con mucha mayor facilidad y durante más tiempo que las experiencias desagradables. Es, sin embargo, nuestra consciencia potestativa la que tiene que hacerse cargo y afrontar todo lo que nos acontece, dando unidad, dirección y sentido a toda experiencia, sea agradable o desagradable, y no dejar nada a la deriva de nuestras energías físicas y síquicas.
La memoria no solamente consiste en el complejo proceso de adquirir y mantener una información, sino además el saber procesarla. Por ello, se la ha vinculado directamente con la inteligencia, con el razonamiento, con la capacidad de solucionar problemas, con la comprensión del lenguaje. Pero, sobre todo, se caracteriza por servir de apoyo a todas las demás funciones sicosomáticas de las facultades , actuando en cada una de ellas. Recordamos, representamos, evocamos y asociamos ideas, deseos, intenciones, sentimientos, lo que percibimos y aprendimos, las experiencias sensorio-motrices, etc. La memoria no es, en efecto, una función sicosomática aislada de las demás funciones.
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