PERICÓRESIS

De Escuela idente
Revisión del 11:09 21 sep 2024 de Rebesatt (discusión | contribs.)
(difs.) ← Revisión anterior | Revisión actual (difs.) | Revisión siguiente → (difs.)

PERICÓRESIS: Literalmente, ‘danzar juntos’, aplicado a la forma de relación intratrinitaria. En el modelo genético, F. Rielo habla de la CIRCUNGÉNESIS como concepción genética de la pericóresis. Tradicionalmente se ha entendido como la mutua compenetración e inhabitación de las personas divinas entre sí. El concilio de Florencia, en el Decretum pro Iacobitis, enseñaba con san Fulgencio[1]: «Propter hanc unitatem Pater est totus in Filio, totus in Spiritu Sancto; Filius totus est in Patre, totus in Spiritu Sancto; Spiritus Sanctus totus est in Patre, totus in Filio»[2].

La concepción genética de la pericóresis, a nivel dianoético, la formula del siguiente modo:

  1. sub ratione essendi, “ es todo en y es todo en ”, erigiéndose en único sujeto sbsoluto;

  2. sub ratione operandi, “la acción agente de es toda en la acción receptiva de , la acción receptiva de es toda en la acción agente de erigiéndose en único ACTO ABSOLUTO. Lo mismo puede decirse a nivel HIPERNOÉTICO con implicación del y la acción replicativa de .

Cuando hablamos de DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA hay que tener en cuenta el concepto de “CIRCUNGÉNESIS” mística o concepción genética de la pericóresis mística. Esta consiste:

  1. sub ratione essendi, en que el sujeto absoluto está en el ser humano y el ser humano en el sujeto absoluto;

  2. sub ratione operandi, en la acción agente de la divina presencia constitutiva del modelo absoluto en la acción receptiva del ser humano; y la acción receptiva del ser humano en la acción agente de la divina presencia del modelo absoluto .

Por eso, la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto en el ser humano es la presencia de la acción agente en una acción receptiva, como iniciativa divina, y la acción receptiva en la acción agente, como respuesta a la iniciativa divina. Dicho de otro modo, el acto deitático de la persona humana es “acción de Dios en el ser humano con el ser humano”; en este sentido, son dos acciones sinérgicas que conforman un acto TEANTRÓPICO[3] , un acto divino-humano[4].

El acto deitático de la persona humana es, en definitiva, un acto conformado por dos acciones sinérgicas: la iniciativa divina en el ser humano a la que el ser humano responde con su acción receptiva. La valoración del acto moral se debe a la acción receptiva; esto es, a la respuesta activa, pasiva, positiva o negativa; o mejor expresado, al rechazo o aceptación de la acción divina por parte del ser humano. La acción receptiva puede, entonces, ser degradada por egotización (Véase EGO y EGÓTICO) de la acción receptiva del ser humano. (Véase CIRCUNGÉNESIS)



© Reproducción reservada. Todos los derechos están reservados al editor.

  1. Cfr. De fide ad Petrum 1, 4.
  2. Dz 704.
  3. La palabra TEANTRÓPICO viene del griego y está compuesta por dos sustantivos θεός, Dios, y ἄνθρωπος, ser humano, sea hombre o mujer. Es distinta de teándrico, que también viene del griego, compuesta por los sustantivos θεός, Dios, y ἀνήρ, que significa ‘hombre’ en sentido de ‘varón’ y no de ‘mujer’. A las operaciones divino-humanas de Cristo se las denomina, teológicamente, teándricas, en virtud de su condición de varón.
  4. Este acto divino-humano es a imagen y semejanza del acto teantrópico de la persona de Cristo que asume en su persona divina dos naturalezas: divina y humana. En ningún caso, estamos equiparando el acto teantrópico de Cristo como persona divina y el acto teantrópico de la persona humana. La diferencia es clara: la persona divina de Cristo no posee ninguna limitación formal; su naturaleza humana; la persona humana posee, sin embargo, limitación formal en su naturaleza humana y deitática. Esta limitación formal de la naturaleza humana y deitática de la persona humana hace que esta sea un finito abierto al infinito. La limitación formal de la naturaleza humana de Cristo no hace que la persona divina de Cristo sea finita; antes bien, la persona de Cristo posee la propiedad de una infinitud abierta a la finitud humana.