AMOR

De Escuela idente
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AMOR: Estructura y operador GENÉTICO denominado receptivo. El amor, según Rielo, es, con la CREENCIA y la expectativa, una estructura y operador GENÉTICO infundida por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto en el espíritu creado en el momento de la concepción biológica. La DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto, como principio concreacional, acompaña a la creación del espíritu, capacitándolo con las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS que aquel requiere para ser persona. Estas ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS son el contrapunto místico en el ser humano de los atributos divinos que posee el absoluto. El amor divino tiene su correspondencia mística en el amor místico, constitutivo en todo ser humano; sin el amor, el ser humano no puede unirse a nada ni nadie, tiene que amar a alguien, poseyendo la capacidad de darse al otro, comunicarse, engendrar, crear; en el otro y para el otro pone su libertad, su INTENCIÓN, su pasión. La CARIDAD es elevación al orden santificante del amor; sin el amor, connatural o constitutivo, no sería posible recibir el don SOBRENATURAL de la virtud teologal de la CARIDAD.

El amor es, como afirma F. Rielo, el motor de la persona, de la familia, de la historia, de la ciencia, de la vida. El amor hace la síntesis de todas las virtudes y valores, o mejor dicho, en el amor se codifican todas las virtudes y valores. Así como el rayo de luz se refracta en multitud de colores en las caras de un prisma, el amor, que está en el espíritu y lleva en sí codificado las virtudes y valores, se refracta en las FACULTADES HUMANAS en multitud de virtudes adquiriendo estas carácter intelectivo, como la CREENCIA y la verdad; carácter volitivo, como la expectativa y el bien; carácter unitivo, como el amor y la belleza.

Todas las dimensiones del amor humano pueden quedar ideologizadas, pero el amor humano rompe todas las ideologías, porque el amor:

  1. no reduce, sino que potencia, eleva y engrandece;

  2. no excluye, sino que incluye, comprende y soporta;

  3. no fanatiza, sino que dialoga, comunica y pacifica.

El amor lleva la inteligencia, la voluntad y la unión a límite, en tal grado que implica el COMPROMISO ONTOLÓGICO del que se deriva el compromiso moral [1]

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  1. Cfr. F. Rielo, Antropología, ob. cit., 101-102