SICOÉTICA Y LIBERTAD
SICOÉTICA Y LIBERTAD: La sicoética es, para F. Rielo, nueva rama del saber que contribuye a la eficaz formación integral del ser humano. Esta nueva área, como la moderna “bioética”, ofrece una novedad terminológica y conceptual que hace necesaria una breve reflexión para aproximarnos a su campo. Los dos términos que comprende, ψυχή [psique] y ἠθική [ética], no son dos conceptos yuxtapuestos, antes bien, interactivos. Si la sique con sus enfermedades, desequilibrios y malformaciones, no puede restringirse exclusivamente al área de la actividad médica, la ética tampoco podrá prescindir de la complejísima problemática planteada por estas graves limitaciones de la sique. La sicoética, contrariamente a la bioética, no es, en opinión de nuestro autor, una de las ramas del saber ético, ni una ética que se funda en la sicología. Esta última tendencia es la pretensión originaria de la “sicopedagogía”, rama del saber, también de reciente origen, que propugna una pedagogía fundamentada en la sicología del niño.
La sicoética es ciencia que estudia las relaciones de dos campos, la sicología y la ética, que encuentran su razón de ser en un TERCIO INCLUSO, la ontología o mística, en el que aquellas echan sus raíces. El supuesto último de la sicoética es la concepción genética de la metafísica [1]. La ética no puede concebirse sin una apertura que adquiere dos proyecciones:
formal, hacia otras ciencias afines, en especial a la sicología porque ésta aporta a la ética el conocimiento, no sólo de la autenticidad o inautenticidad del sentido moral, sino también de los condicionamientos que, de toda índole, tienen lugar dentro de la persona misma;
transcendental, hacia una metaética que, formándose en la ontología, sea el aval fundante de la ética y, a la vez, interrelacione las implicaciones fronterizas que obtiene de la imbricación con las demás ciencias.
Sin la sicología el discurso de la ética se presenta, no solo irrelevante, antes bien, vacío porque ésta debe tener en cuenta, no sólo las motivaciones e intenciones que presiden las actitudes y los juicios morales y la génesis y evolución de estos, sino también las formas normales o sicopatológicas de sentimientos específicamente éticos como el deber, la culpabilidad, el arrepentimiento, el remordimiento, etc. El desarrollo de la moderna sicología ha abierto, de este modo, nuevas perspectivas a la valoración de la acción responsable del ser humano.
1.- ¿Qué quiere decir que la sede de la libertad es la facultad unitiva, y que hace la síntesis de la facultad intelectiva y volitiva? – La libertad es la función sicoespiritual más importante de nuestras facultades. Su sede es la facultad unitiva, y hace la síntesis de la inteligencia y la voluntad. En la libertad hacen síntesis todas las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS ; esto quiere decir que en el estado y acto de libertad influyen e intervienen, en primer lugar, la INTUICIÓN y la FRUICIÓN con su advertencia y consentimiento; en segundo lugar, intervienen la razón, el DESEO y la INTENCIÓN; en tercer lugar, intervienen la memoria, la IMAGINACIÓN y la CONECTIVA O FUNCIÓN VINCULAR[2]; en cuarto lugar, intervienen los sentimientos, las emociones y las pasiones; en quinto lugar, intervienen los SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS , la instintivación y lo estimúlico.
Hay que tener en cuenta que lo expuesto hasta aquí corresponde a los tres niveles interactuantes de la naturaleza humana (CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU). Pero también hay que tener en cuenta, en la integridad del ACTO LIBRE, los ámbitos (personal, sacral, social y cósmico) y las dimensiones (histórica, cultural, científica, estética, política, familiar, educacional, ambiental…
Por otra parte, la facultad unitiva, sede de la libertad, radica en la POTENCIA DE UNIÓN del espíritu; por tanto, la libertad como función sicoespiritual suprema radica asimismo en la POTENCIA DE UNIÓN. A su vez, la POTENCIA DE UNIÓN está provista de consciencia y potestad ontológicas, que, proyectadas en las facultades, hacen que la libertad se dé como estado consciencial y como acto potestativo. La libertad está, por tanto, dotada de consciencia y potestad; con la consciencia y potestad, la libertad está dotada con el ontológico patrimonio GENÉTICO, cuya cima es el amor, síntesis de todas las VIRTUDES; por lo cual, debemos afirmar que la libertad está formada por el amor, y con el amor con las VIRTUDES de la CREENCIA y de la EXPECTATIVA, de los atributos de la verdad, bien y belleza, de las leyes de la inmanencia, transcendencia y perfectibilidad, de las VIRTUDES cardinales, morales y valores (Véase Patrimonio GENÉTICO).
2.- ¿Qué significa que nuestra libertad está provista de patrimonio ontológico? – En virtud del material GENÉTICO dado a la libertad por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA , aquella es activada abriendo creativamente la intencionalidad, tendencialidad y pasionalidad a la libertad del modelo absoluto. Por esta causa, la formación de la libertad consiste, lejos de toda EGOTIZACIÓN (Véase EGO y EGÓTICO) libertaria, en ser libertad entre libertades. No existe la indeterminación de la libertad: una supuesta indeterminación es solo tendencia degradante de la libertad o libertinaje por el que el ser humano, renunciando a su potestad, se somete a una instintualidad, pasionalidad y tendencialidad a la deriva. Nuestra libertad, por lo expresado anteriormente, está provista, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA, del patrimonio ontológico que nos hace responsable de la respuesta de su acción receptiva proyectada del ACTO ONTOLÓGICO del espíritu. Debemos tener en cuenta que el ACTO ONTOLÓGICO del espíritu no es un acto puro, sino sicosomatizado; por tanto, tiene todas las características de las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS. Nuestro yo genetizado, que vive su consciencia potestativa, implícita o explícitamente, habitual o actualmente, incoativa o plenamente, egotizada o generosamente, es la intimidad constitutiva en la que está presente el modelo absoluto como PRINCIPIO ACTUAL y epistémico. El modelo absoluto como PRINCIPIO ACTUAL se da concomitantemente en toda acción del ser humano, incluso en toda acción egotizadora, con el objeto de que esta sea posible y pueda actualizarse. La negación de este hecho habría cercenado la libertad humana. El modelo absoluto nos pone en situación de decidir y acompaña a nuestro acto de decisión, no porque quiera que optemos por lo negativo, sino para que podamos ejercer nuestra mística u ontológica potestad.
3.- ¿Son compatibles la libertad y el modelo absoluto? – El modelo absoluto quiere, libremente, que le elijamos libremente; no puede querer, sin embargo, que degrademos nuestra libertad no eligiéndole libremente, pero hace posible en este mundo que, igual que podemos realizar nuestra buena decisión perfeccionando nuestro ser y actuar, podamos también realizar nuestra perversa decisión degradando nuestro ser y actuar. Y esto por una sencilla razón: la posesión por el ser humano del deitático don de la libertad. En efecto, la libertad, estructurada genéticamente por la consciencia y la potestad, es activada por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto como PRINCIPIO ACTUAL y epistémico; pero el ser humano posee la capacidad o de egotizarla o de asumirla amorosamente en orden al ejercicio de su potestad. El modelo absoluto no quiere, libremente, el mal; pero quiere, libremente, que el mal querido, libremente, por el ser humano no posea dirección y sentido. Hay que afirmar, por ello, que el mal carece de metafísica y de ontología.
En conclusión, la libertad y el modelo absoluto no solo no son incompatibles, sino que el ejercicio de la libertad exige la existencia del modelo absoluto. La libertad es exigitiva de la existencia del modelo absoluto, porque si el modelo absoluto no nos estuviera constituyendo y santificándonos intrínsecamente con su presencia, no habría razón ontológica de la responsabilidad. La libertad en sí misma no tiene unidad, dirección y sentido ; es una libertad informe, a la deriva. Lo cual es, a todas luces, falso. El ser humano es, precisamente, responsable porque es libre, pero posee, genéticamente, una libertad formada por el amor: místico u ontológico amor del divino o metafísico amor. La libertad posee la potestad de hacernos mejores; posee la estructura y operador GENÉTICO del amor, que, libremente, podemos degradar egotizándolo; esto es, degradándolo. El enunciado es preciso: la libertad, formada por el AMOR, es una libertad genética, ontológica; la libertad, sin amor, es una libertad disgenética, informe, o más bien deforme; es, sencillamente, libertinaje.
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- ↑ Para un conocimiento general de la concepción genética de la metafísica, ajena a una concepción biologista o procesualista, véanse las siguientes publicaciones: Teoría del Quijote. Su mística hispánica, Porrúa, Madrid, 1982; Homenaje a Fernando Rielo (Georgetown University-Washington D.C., 1989), F.F.R., Constantina (Sevilla), 1990; Fernando Rielo, Un diálogo a tres voces (Libro de entrevistas por la Dra. Marie-Lise Gazarian, Nueva York, 1993), F.F.R., Constantina (Sevilla), 1995; también los estudios publicados por F.F.R., Constantina (Sevilla): “Hacia una nueva concepción metafísica del ser” en ¿Existe una Filosofía Española? (1988), “Concepción genética de lo que no es el sujeto absoluto y fundamento metafísico de la ética” en Raíces y valores históricos del pensamiento español (1990), “La persona no es ser para sí ni para el mundo” en Hacia una pedagogía prospectiva (1992), “Prioridad de la fe en la educación” en Prioridades y ética en orientación (1993), “Función de la fe en la educación para la paz” en Educar desde y para la paz (1994); “Formación cultural de la filosofía” en Filosofía y educación (1995), “Tratamiento psicoético en la educación” en Educación y desarrollo personal (1996).
- ↑ F. Rielo denomina conectiva o función vincular a aquella función sicosomática de la facultad unitiva que equivale a lo que tradicionalmente se ha llamado “facultad estimativa” y “sentido común”.