VACÍO DE SER

De Escuela idente

VACÍO DE SER: Si el sujeto absoluto está representado, metafísicamente, por el modelo de dos seres, , es evidente que lo que no sea es vacío de ser. Este vacío es, por otra parte, ad extra del modelo metafísico. El asunto es claro: no existe un ad extra de .

El vacío de ser es universo anterior a los cosmos o mundos, condición, por tanto, de cuantos mundos sean posibles. Este universo o vacío de ser no es creado: el vacío de ser representa, precisamente, la imposibilitación a priori, per actionem in distans actus absoluti de un que, ad extra del sujeto absoluto, se identifique con el [-en-] ad intra. Si el vacío de ser es imposibilitación a priori de , no puede hablarse entonces de creación de este vacío. Los cosmos son creados (ἐγένετο) Cfr. Jn 1,10); el universo, fundado (καταβολῆς) Cfr. Jn 17,24). Hay que distinguir dos momentos en la concepción de lo que no es el sujeto absoluto: fundación y creación. el concepto de fundación está en función de la esencia absoluta; de creación, en la libre disposición del sujeto absoluto. La creación es, por tanto, un acto de libertad. La fundación es, por su parte, una replicación: el vacío de ser es réplica a la ACTIO IN DISTANS del ACTO ABSOLUTO. El enunciado sintáctico es preciso: la ACTIO IN DISTANS funda el vacío de ser; el vacío de ser es fundado por la ACTIO IN DISTANS. El vacío de ser es, por tanto, el objeto pasivo sobre el que directamente ejerce su acción el ACTO ABSOLUTO.

El vacío de ser, fundado por la ACTIO IN DISTANS, es abierto y no cerrado. El vacío cerrado, vacío-es-vacío, es noción carente de sentido: un absurdo sustentado por el seudoprincipio de la identidad. El enunciado de vacío abierto es un exacto: la ACTIO IN DISTANS abre el vacío; el vacío es abierto por la ACTIO IN DISTANS. La negación de esta apertura del vacío por la ACTIO IN DISTANS establecería a priori un vacío bajo la razón de resistencia al ACTO ABSOLUTO. Esta resistencia tendría, naturalmente, valor absoluto; con este valor, negación, a su vez, de toda posibilidad creadora.

Si vacío de ser no es ser, podría sugerirnos inscribirle bajo la razón de cosa. El vacío de ser es “~cosa”; el concepto “~cosa” no tiene que ver con un concepto negativo de cosa. El concepto de “cosa negativa” consiste en la pérdida de utilidad por deterioro de su estructura. El vacío de ser no es “cosa negativa”, sino “~cosa”. El concepto de “~cosa”, dado al vacío de ser, se debe a que solo consiste en la subordinación absoluta de este vacío a la ACTIO IN DISTANS actus absoluti. Esta subordinación es única réplica posible del vacío de ser en la ACTIO IN DISTANS. El vacío de ser es “~cosa” que existe. Esta “~cosa” que existe es estructura del número. El existir de la “~cosa” es, por tanto, matemático. Este existir matemático es un metafísico formal porque es el replicativo del existir transcendental que trata la metafísica genética. La matemática es metafísica formal porque la “~cosa” es anterior a la física de las cosas; en este sentido, la matemática es la “~física”. Su carácter metafísico es objetivado por un vacío de ser organizado por la ACTIO IN DISTANS. Esta organización del vacío de ser se debe a que la ACTIO IN DISTANS tiene un contenido: la ley de la complementariedad replicativa con la que obra necesariamente el ACTO ABSOLUTO. Esta ley es supuesto universal por el que la estructura matemática queda “bien formada”.

El carácter matemático de esta ley es propiedad proyectiva de la geneticidad en el vacío por exigencia de la ACTIO IN DISTANS. La dinámica teórica de la matemática consiste, por otra parte, en la transformación de los números naturales en racionales. Esta ley es el soporte. El carácter genético de la razón es, además, soporte de su carácter matemático; efectivamente, la razón genética incluye, por su misma naturaleza, a la razón matemática: si la razón es genética, está en posesión de este proyecto matemático. La razón humana mira, pues, a dos objetivos: transcendente, la metafísica genética; formal, la metafísica matemática. La geneticidad de la razón describe dos niveles en su proceder: la ciencia, cuando razona; la técnica, cuando racionaliza. Las ciencias fenomenológicas reciben de la matemática la rubricación de su correcto sentido metódico e, incluso, de sus posibilidades. Esto se debe a que no hay fenómeno que no tenga el precedente de unas leyes que, anteriores a la cosmología, puedan dejar de ser formuladas en términos matemáticos.

Conclusión: el concepto de “~cosa” representa un vacío de ser que, fundado por la ACTIO IN DISTANS, es, a su vez, organizado por una ley absolutamente universal: la complementariedad replicativa. El carácter organizado del vacío de ser se presenta claro con solo atenernos a la ley que lo preside, pero, incluso, evidencia la forma de su organización: la ACTIO IN DISTANS organiza el vacío de ser per viam legis complementarietatis replicativae. La negación de un vacío de ser, organizado según leyes, incurre en el absurdo de un “vacío es vacío” y, por tanto, de “cosa es cosa”. Este vacío “inorganizado” es un carente de sentido. No es menos absurdo un vacío de ser “desorganizado”: en este caso, se habría atribuido al ACTO ABSOLUTO el objetivo, precisamente, de desorganizar este vacío. La evitación del absurdo nos llevaría a otro absurdo: establecer un principio de “desorden” con el mismo valor absoluto que el de la ACTIO IN DISTANS. La noción de “caos” no aparece en el campo matemático, sino más bien en el campo de la cosmología. La matemática es la negación de todo caos.

El concepto “organización”, atribuido al vacío de ser, significa “estructura dotada, intrínsecamente, de objetivo”; esto es, de soporte que hace posible la realidad fenomenológica.

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