METAFÍSICO (JESUCRISTO)

De Escuela idente
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METAFÍSICO (Jesucristo): 1.- ¿Existe fundamento histórico para la afirmación de F. Rielo de que Cristo es el metafísico por excelencia? – Por un lado, como dato histórico, nos recuerda que los Santos Padres apologetas ya presentaban a Cristo como el único y verdadero filósofo. Ireneo de Lyon coloca la figura de Cristo superando el nivel de los grandes filósofos: Pitágoras, Platón, Aristóteles; y en la misma dirección apuntan Clemente de Alejandría u Orígenes[1]. Fue muy común en el siglo III y IV, representar a Cristo como el filósofo, en sarcófagos. Por otro lado, subraya F. Rielo que Cristo no necesita, para expresarse, de Parménides o de cualquier otro filósofo, ni de Buda o de cualquier otro místico; antes bien, son los filósofos y los místicos los que necesitan de Cristo para encontrar la plenitud del pensamiento y de la vida[2].

El ámbito de la revelación de Cristo o inteligencia formada por la fe (propia de la religión cristiana), superado el ámbito de la inteligencia formada por la CREENCIA (propia de todas las religiones y culturas)[3], le lleva a nuestro autor a fundamentar todo en el Evangelio, pues en la Palabra de Cristo está la plenitud del saber metafísico y teológico: «teniendo presente, al mismo tiempo, la corroboración del Magisterio»[4].

Su propósito, como consecuencia, era sentar a Cristo en la cátedra del pensamiento humano[5]. El mundo de hoy también necesita escuchar, de modo creíble y convincente, el testimonio de los que tienen experiencia mística porque místico es el corazón de todo ser humano.

2.- ¿Qué añade Jesucristo, como metafísico por excelencia, a los contenidos de CRISTOLOGÍA-Soteriología católicos? – En cuanto a la revelación no añade nada, porque en Cristo está todo revelado. Pero sí desea ser relevante y creíble en cuanto a la presentación de Jesucristo como Verdad Absoluta y Universal para todos los hombres y en todas las cátedras del Saber. El fundador de la Escuela Idente ha querido provocar como un giro copernicano en Metafísica: la protagonista ya no es la diosa de la verdad de Parménides, sino Jesucristo, el Hijo, Dios y hombre verdadero. Gracias a la revelación de Jesucristo, Supremo Metafísico, descubrimos tres verdades: que las dos personas divinas poseen nombre propio: la primera, nombre de Padre, y la segunda, nombre de Hijo; que Él es el Hijo del Padre a nivel absoluto, esto es, que constituyen el unum, la unidad absoluta o modelo absoluto y, por tanto, único axioma , único fundamento y único principio ; que existe, además, una tercera persona divina, que denomina Espíritu Santo, igual al Padre y al Hijo, que nos guiará hasta la verdad completa (Jn 16,13). El Magisterio, por su parte, propone la declaración del nombre propio de cada una de las personas divinas en la llamada Fórmula “Fe de Dámaso”: «El nombre propio del Padre es Padre, y el nombre propio del Hijo es Hijo, y el nombre propio del Espíritu Santo es Espíritu Santo»[6].

3.- ¿Por qué y cómo nació la vocación teológico-metafísica en F. Rielo? – Nuestro teólogo metafísico mostró, ya desde joven su inclinación a la metafísica. Quiso matricularse en la Universidad central de Madrid. Él mismo nos relata cómo cae en sus manos la Crítica de la razón pura de Kant y cómo le hizo adentrarse en la historia del pensamiento: «Me hallo en los finales de mis dieciocho años. […]. La aspiración que dominaba, decididamente, mi presente consistía en hacer la carrera de filosofía y letras para dedicarme, posteriormente, a la metafísica. La instigación se debió a mi lectura de la Crítica de la razón pura de Kant. Este estudio inicial me condujo a la lectura de otros filósofos que, incluido el kantismo, sembraron en mi mente la necesidad de, penetrando en la noción de ser y su conocimiento, resolver la problemática de antagonismos irresolubles»[7].

Años más tarde, ya como religioso redentorista, comenzando sus estudios filosófico-teológicos, descubre, de algún modo, dónde se hallaba, según él, el problema entre metafísica y teología, razón y fe: «El primer día de curso (tenía entonces 24 años de edad) me leí, pensando en el Espíritu Santo, el Tratado de Metafísica. Comprendí que las nociones ser es ser, ente es ente, sustancia es sustancia…, eran un carente de sentido sintáctico, lógico y metafísico, que tenía que afectar a la revelación sobre el ser del metafísico absoluto: Jesucristo. […]. Habrían de pasar algunos años, salido de la Congregación religiosa, para ver la apertura de nuevo camino: la sustitución de la identidad absoluta por la congénesis absoluta»[8].

La solución le vino en el amanecer del 30 de mayo de 1964, festividad de san Fernando, convaleciente de una grave operación de estómago. Fue la mística experiencia del “SER+” que tuvo lugar en el madrileño Parque del Oeste[9].



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  1. Cfr. Johannes Quasten, Patrología I. Hasta el Concilio de Nicea, BAC Madrid, 187-250, 320-412.
  2. Cfr. F. Rielo, Manuscrito inédito, Roma, 2-VI-1973.
  3. Fernando Rielo distingue entre CREENCIA y fe: la CREENCIA es una virtud constitutiva, propia de todo ser humano, infundida por la divina presencia constitutiva del Absoluto en el espíritu en el momento de la concepción; la fe es elevación de la CREENCIA al ámbito santificante o de la redención de Cristo. El ámbito de la CREENCIA lo denomina Fernando Rielo dianoético; el ámbito de la fe hipernoético.
  4. F. Rielo, Diálogo, ob. cit., 72.
  5. Cfr. F. Rielo, Manuscrito inédito, Roma, 2-VI-1973.
  6. Dz 15.
  7. F. Rielo, Leyendas, ob. cit., 77s.
  8. F. Rielo, Leyendas, ob. cit., 107.
  9. Esta experiencia la relatará él mismo en la Leyenda LXV, que tiene por título “Teofanía Onomástica”, en el CaIV de la Tercera Parte de Leyendas, ob. cit., 170.