NOETIZACIÓN Y VERBALIZACIÓN O LOGETIZACIÓN

De Escuela idente
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NOETIZACIÓN Y VERBALIZACIÓN O LOGETIZACIÓN: Si queremos dominar nuestros SENTIMIENTOS, EMOCIONES Y PASIONES , estos deben pasar por nuestra consciencia potestativa (Véase Consciencia), que es donde adquieren unidad, dirección y sentido la noetización y verbalización o logetización de las sicosomatizaciones asumentes y subsumentes.

Si no podemos separar la noesis y el verbo, hemos de afirmar la relación también inseparable entre noetización y verbalización o logetización; por tanto, entre conceptualización y nominalización, entre pensamiento y habla. No se pueden, sin embargo, confundir estos procesos. Aunque haya relación, por ejemplo, entre pensamiento y habla, no hay dependencia de uno respecto del otro, ni el habla se reduce a pensamiento, ni el pensamiento se reduce al habla. Ahora bien, aunque no todo pensamiento se reduce a lenguaje, la manifestación del pensamiento requiere del lenguaje oral, escrito, actitudinal o gestual[1]. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que la consciencia potestativa es “+” que las facultades y el lenguaje con la complejidad de FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS ; esto es, la consciencia potestativa no se reduce a la actividad facultativa o lingüística, pero la actividad consciente no es sin la compleja actividad de las funciones facultativas y lingüísticas, en la cual se proyecta y se sicosomatiza, y a la cual transciende proporcionándole dirección y sentido últimos.

Nuestro autor, refiriéndose a la noetización de las sicosomatizaciones asumentes —racionalización, desideralización e intencionalización—, quedarían formadas:

  1. la racionalización, por la INTUICIÓN activada por la CREENCIA y sus operadores intelectivos;

  2. la desideralización, por la FRUICIÓN activada por la expectativa y sus operadores volitivos;

  3. la intencionalización, por la libertad activada por el amor y sus operadores unitivos.

Refiriéndose, a su vez, a la verbalización o logetización de las sicosomatizaciones asumentes —palabra y oración, entonación y ritmo, acción comunicativa de las señales, signos y símbolos de los distintos lenguajes—, quedarían formadas:

  1. la palabra y la oración, por el verbo activado por la CREENCIA y sus operadores intelectivos;

  2. la entonación y el ritmo, por la apetencia verbal activada por la expectativa y sus operadores volitivos;

  3. la acción comunicativa, por la unción verbal activada por el amor y sus operadores unitivos.

Cuanto más pasen por nuestra consciencia potestativa nuestros SENTIMIENTOS, EMOCIONES Y PASIONES, noetizándolos por medio de la razón, el deseo y la intención genetizadas, y verbalizándolos por medio de la genética acción comunicativa del verbo con su lenguaje y su sintaxis (Véase SINTAXIS, Concepción genética de la), expresando la noeticidad a través de la palabra oral y escrita, el gesto, la mirada, la actitud, la grafía, el ARTE, los objetos…, mejor sabremos distinguir aquellas energías síquicas y controlarlas a efecto de una mejor consciencia del modelo absoluto y, con el modelo absoluto, de lo que, no siendo el modelo absoluto, es definido por el propio modelo absoluto. La consciencia del modelo absoluto debe encaminarnos a un conocimiento propio de los sentimientos, emociones y pasiones, que, a su vez, nos lleva a conocer y saber interpretar los sentimientos, emociones y pasiones de los demás, por muy sutiles e imperceptibles que sean sus manifestaciones, en orden a poder ayudarles y entablar vínculos de amistad y compromiso, comportando con ello beneficios personales y sociales de toda índole.

La educación (Véase EDUCACIÓN EN EL ÉXTASIS) no puede adquirir éxito, si solo tiene en cuenta la instrucción por muy buena y pedagógica que esta sea; si solo se enfatiza el aprendizaje y la enseñanza de modelos de conductas correctas; si solo se persiguen pautas de acción deseables en el comportamiento del educando. Ante sentimientos, emociones y pasiones desadaptativos, de poco o de nada sirven los buenos consejos al educando, el intentar hacerle ver lo correcto, o amenazarle con el “no vuelvas a hacerlo”. El educador no puede reducirse tampoco a la calidad de un experto emocional que influye en el educando marcando sus relaciones sicoafectivas y encauzando su desarrollo emocional. Esto supone, evidentemente, que el educador posee la capacidad de captar, comprender y regular los SENTIMIENTOS, EMOCIONES Y PASIONES de sus educandos, logrando en ellos lo que podríamos denominar un “equilibrio emocional”. Sin embargo, este equilibrio emocional no depende de la práctica, el entrenamiento y su perfeccionamiento; no es cuestión de expertos emocionales con modelos mecanizados o tipo estándar. Desde estos modelos, por muy perfeccionados que se les considere, el experto emocional sigue considerando al educando como un objeto en el cual aquel, por muy experto que sea, se proyecta. El experto emocional tiene también sentimientos, emociones y pasiones, pensamientos, deseos e intenciones, que debe compartir con unidad, dirección y sentido auténticos: de ULTIMIDAD, COMPROMISO Y UNIDAD .

¿Cómo conscientizar a un educando de que puede, libremente, colaborar en la transformación de una satisfacción de algo que no le conviene en DESEO por alcanzar un objetivo transcendente? Desde luego, el educador que no es capaz de transformar, libremente, en objetivo transcendente las tendencias egotizadoras de sus propios sentimientos, emociones y pasiones, e, incluso, de sus propios pensamientos, deseos e intenciones, no podrá acompañar a buen fin al educando. La esencia de la educación es el éxtasis (Véase EDUCACIÓN EN EL ÉXTASIS), y el éxtasis consiste en saber transcenderse porque, para ello, tiene como don una energía constitutiva que le capacita para realizarse como persona entre personas; esto es, como persona definida por la divina presencia constitutiva de un modelo absoluto, que es comunión, congeneticidad, riqueza absoluta, de personas divinas.

Por ello, el educador debe, desde la vivencia y el diálogo con el modelo absoluto, “empatizar”, esto es, conocer y hacer suyos los sentimientos, emociones y pasiones, pensamientos, deseos e intenciones, subyacentes a la conducta del educando. Ello significa que el educador no puede tener al educando como un objeto en el cual aquel se proyecta; antes bien, como otro yo que, dotado también de sentimientos, emociones, pasiones, razones, deseos, intenciones…, puede compartir con el educador todo esto porque los dos, educando y educador, son “+” que todo lo que puedan sentir, desear, concebir, hacer.



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  1. Tales pueden ser las expresiones faciales, los movimientos de los brazos, de la cabeza, encogimiento de hombros…