NIVELES, ÁMBITOS Y DIMENSIONES de la persona humana

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NIVELES, ÁMBITOS Y DIMENSIONES de la persona humana: La existencia humana se desarrolla en múltiples dimensiones, resultado de la interacción de los tres niveles (CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU) y de los cuatro ámbitos de relación (personal, sacral, social y cósmico). Las dimensiones de la persona humana son el producto de su actuación viadora en todas sus relaciones con el fin de su bienestar y desarrollo físico, sicológico y espiritual. Entre las múltiples dimensiones, podemos citar las siguientes: histórica, científica, artística, religiosa, política, económica, deportiva, filosófica, cultural, ecológica, tecnológica, artesanal, agronómica, industrial, etc. Al referirnos a una antropología integral, potenciante, incluyente y dialogante, debemos tener presente, sin reduccionismos, los tres niveles, los cuatro ámbitos y la creatividad humana en sus múltiples dimensiones. Solo una concepción mística de la antropología puede dar una visión bien formada del hombre en toda su integridad ya que no excluye ningún nivel, ningún ámbito ni ninguna dimensión.

Una forma aplicativa de los niveles, ámbitos y dimensiones de la persona humana es tener en cuenta la consciencia con su NEUROSIS en el sentido que le da nuestro autor. Veámoslo.

El límite formal del conocimiento ontológico de la persona humana —en ningún caso, del conocimiento metafísico de las personas divinas— posee los trastornos y perturbaciones que pueden darse en la complejidad y compositividad del proceso perceptivo y comunicativo, como son los trastornos de carácter general, síquico, sensorial, instintivo, pulsional, estimúlico, afectivo, mnésico, racional, lingüístico.

Estos trastornos y perturbaciones en el hombre quedan agravados por una EGOTIZACIÓN (Véase EGOTIZACIÓN, EGO y EGÓTICO), que, radicando en el espíritu, afecta a los tres niveles —somático, sicológico y espiritual—, a los cuatro ámbitos —personal, sacral, cósmico y social— y a las diferentes dimensiones que, con proyección de los niveles y ámbitos, el mismo ser humano genera —histórica y económica, artística y filosófica, cultural y política, científica y humanista, técnica y artesanal, agronómica e industrial… Rielo distingue, en este sentido, entre “nivel”, “ámbito” y “dimensión”: los niveles se refieren a los tres entes que constituyen la naturaleza humana: espíritu, sique y soma. Los ámbitos son constituidos por los cuatro entes fundamentales relacionales de la persona: consigo misma, con la transcendencia, con los seres humanos, con el cosmos. Las dimensiones son los estados relacionales que el ser humano genera en referencia a los niveles y ámbitos: historia, ciencia, arte, política, religión, etc.

La EGOTIZACIÓN se proyecta, asimismo, en la integridad del medio interno y externo de las dimensiones y ámbitos: religión, sociedad, política, economía… La razón se debe a que la egotización, que es degradación genética de las estructuras y operadores transcendentales por el propio ser humano, se proyecta en las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS de este, en su instintivación, estimulidad y sensorialidad, en tal grado que todas estas funciones, incluidas las somáticas, quedan también egotizadas; por tanto, afectadas por las anomalías y el desorden propios del grado de actividad egotizadora que desarrolla el ser humano, influyendo en sus relaciones con el medio externo –interacción con las dimensiones y ámbitos– que, a su vez, revierte a la integridad de los niveles somático, sicológico y espiritual de la persona humana.

Hay que afirmar que, originariamente, todos los trastornos, perturbaciones, enfermedades y, en general, la subversión del orden genético, hallan también su origen primigenio en la egotización. El origen último de todos los males morales, síquicos y orgánicos se debe a la egotización primigenia que la Revelación atribuye al PECADO ORIGINAL . La naturaleza humana hereda las consecuencias que siguen al pecado de Adán y Eva: muerte, sufrimiento, enfermedades y, sobre todo, la tendencia egotizadora cuyo dinamismo desarrolla o agrava las enfermedades síquicas, orgánicas y sicosomáticas.

La egotización, proyectada al medio externo, se sustantiva en una compleja egotización estructural de la que no pueden liberarse las individualidades personales, grupales y sociales (persona, familia, escuela, asociaciones, movimientos…). No solo hay que tener en cuenta la curación de la persona en sí misma, sino también del grupo constituido por personas, cuya estructura compleja de relaciones, nutrida de hábitos culturales, religiosos, políticos…, ejerce considerable influencia en cada persona. Las individualidades grupales, a su vez, no son cerradas, sino en interacción con otras individualidades definidas por sus diferentes funciones (cultural, económica, religiosa, política, científica…). Por último, débese tener en cuenta la naturaleza y el cosmos, con los múltiples factores que afectan también al ser humano: el clima, el lugar, la alimentación.

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