NEUROSIS

De Escuela idente

NEUROSIS: F. Rielo entiende la neurosis como manifestación egotizada de la consciencia potestativa en el sistema nervioso. En el acto EGÓTICO está presente la CONSCIENCIA DE SEPARACIÓN , que no es otra cosa que la afirmación del yo en su yo, y el instinto de felicidad, que no es otra cosa que la conversión de la felicidad genética (espiritual) en instintual; dicho de otro modo, el acto EGÓTICO degrada la consciencia potestativa y el don de la felicidad, que se da en la respuesta positiva de las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS a la acción agente de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto en el espíritu.

La manifestación de la egotización, que tiene su soporte orgánico en el sistema nervioso, coordinador biológico de los procesos conscienciales, subconscienciales e inconscienciales, la denomina nuestro autor neurosis, cuya primera consecuencia es la tendencia anómala a la autoafirmación del yo generando la CONSCIENCIA DE SEPARACIÓN, y a la tendencia también anómala a la felicidad o “degradación de la felicidad”. Denomina a este estado radical de la neurosis:

  1. CONSCIENCIA DE SEPARACIÓN” como rechazo del absoluto, causante de la experiencia límite de la contraconciencia con resultado de la soledad, de la angustia, del miedo, de la culpa, de la tristeza de la vida, y de todas las deformaciones que se derivan de las actitudes egocéntricas;

  2. “instinto de felicidad”[1], que es carencia de la verdadera felicidad ontológica; es estado de infelicidad por el que se busca desesperadamente un apaño de felicidad —mezcla de placer y gozo, dolor y sufrimiento— provocando hábitos o actitudes masoquistas o sádicas.

El INSTINTO DE FELICIDAD , con origen en la tendencia egotizante, que es la soberbia del espíritu en la que hacen síntesis los demás vicios capitales (avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza), viene dado con la neurosis, y está adherido al sensualismo, estimulación e instintivación del EGO, y afecta a los niveles, ámbitos y dimensiones de la persona humana donde se encuentran las funciones sicoespirituales, sicosomáticas y sicoorgánicas que afectan y vienen afectadas por las relaciones con el medio y lo que el ser humano produce, supuestamente, para su bienestar integral.

La neurosis es, pues, el resultado de la neurologización de la egotización o tendencia egotizadora, y la activación de esta en el espíritu y, con ello también, en las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS de las facultades y funciones orgánicas: instintos, SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS y estímulo-respuesta. De este modo, puede darse neurosis en la razón, en los deseos, en la imaginación, en los sentimientos, en los instintos, en la sensorialidad, etc. Cuando se cede a la tendencia egotizadora, la neurosis se manifiesta con sus síndromes (anarcós, culpa y miedo) y con sus síntomas (narcisismo, complejo de superioridad y complejo de inferioridad), y puede, según el grado, degenerar en estados anómalos o patológicos de carácter síquico, espiritual, sicoespiritual o sicosomático (somatoneurosis, siconeurosis, neumatoneurosis). Son de especial importancia los trastornos neumatoneuróticos: trastorno satánico, trastorno adámico y trastorno caínico.

El ser humano padece, así, trastornos y patologías que, teniendo su origen en la EGOTIZACIÓN del yo o de la consciencia potestativa , afectan a las funciones sicoespirituales, a las funciones sicosomáticas y a las funciones orgánicas con la instintivación o pulsionalización, estimulidad y sensorialidad interna y externa.

Los diversos síndromes, síntomas o patologías síquicas, sicoorgánicas y orgánicas, aunque puedan no tener causa inmediata en la egotización, sin embargo, se dan no sin la egotización, y no sin que la egotización sea su causa última (pecado original). Cualquier incidencia orgánica, sicoorgánica o síquica, aunque no tenga origen inmediato ni en la egotización ni en la consciencia potestativa, puede afectar, positiva o negativamente, al sistema nervioso. Pero es esta la afección de un sistema nervioso en el que se manifiesta sicosomatizada la consciencia potestativa . Dichas observaciones dan como resultado lo siguiente:

a)    todo lo que acaece en el sistema nervioso, que no tiene causa en la consciencia potestativa, afecta también a la consciencia potestativa;

b)    todo lo que acaece en el sistema nervioso, que no tiene causa en la egotización, afecta también a la egotización;

c)    todo lo que acaece en la consciencia o en la egotización, que no tiene causa en el sistema nervioso, afecta también al sistema nervioso.

La unidad de la naturaleza humana constituida por un espíritu sicosomatizado da razón de todo ello.

Debemos tener en cuenta, según lo dicho, que la neurosis no es un trastorno o una enfermedad de los nervios, ni de la sique, ni del soma; es, en sentido amplio, la manifestación neurológica de la limitación radical o egotización del ser humano que, persona definida por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto e investida de ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS , viene a este mundo provisto:

a)    de una inmunología orgánica deficiente, con tendencia a enfermedades físicas;

b)    de una sicología débil, con tendencia a enfermedades síquicas;

c)    de un espíritu egotizante, con tendencia a enfermedades espirituales o morales.

El soma, la sique y el espíritu son, debido a estas tendencias anómalas, susceptibles de desarrollar las más diversas enfermedades de carácter agudo o crónico, de carácter general o patológico.

Sin embargo, las limitaciones, condicionantes y resistencias no definen al ser humano; lo que define al ser humano, y lo que puede ponerle en marcha hacia la curación es el GENE ONTOLÓGICO O MÍSTICO infundido por la divina presencia constitutiva en el creado ESPÍRITU SICOSOMATIZADO . Lo que define, por tanto, al ser humano es su mística DEIDAD , que es el estado, acto, forma y razón de ser del espíritu en virtud de la divina presencia constitutiva del absoluto. (Véase Sicoética y Libertad, y también  SYNEIDOTERAPIA).



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  1. Nada tiene que ver con el “principio de placer” de Freud. Es sabido que el fundador del Psicoanálisis no estaba satisfecho con este principio; por eso, escribirá su famoso artículo: “Más allá del principio de placer”. Sin embargo, en la práctica Freud no saldría de su reduccionismo “pansexualista”, aunque él mismo intentara alguna vez negarlo. En el prefacio de 1920 a su obra, Freud rechazó el término: «En su sed de fórmulas resonantes -dijo-, la gente ha llegado a hablar del “pansexualismo” del psicoanálisis, y a dirigirle el reproche absurdo de que lo explica todo por la sexualidad».