LLEVAR A LÍMITE

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LLEVAR A LÍMITE: El amor lleva la inteligencia a límite, la voluntad a límite y la unión a límite, en tal grado que implica el COMPROMISO ONTOLÓGICO del que se deriva el compromiso moral. Sin el COMPROMISO ONTOLÓGICO la norma carece de espíritu. La expresión “llevar a límite” nos conduce a las siguientes preguntas: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar en nuestra reflexión, en nuestros deseos y en nuestras intenciones?, ¿preferimos quedarnos en las reflexiones, los deseos y las intenciones superficiales?, ¿qué tabla de salvación tomamos para asegurarnos en nuestros discursos, en nuestras decisiones y en nuestras actuaciones?

La complejidad de nuestras facultades intelectiva, volitiva y unitiva, con sus funciones sicosomáticas, nos hace ver la exigencia moral que se sigue de llevar el pensamiento, la voluntad y la unión a límite. No es un hecho simple, sino que llevar nuestros pensamientos, deseos e intenciones a límite implica que:

  1. con los pensamientos, debemos llevar a límite los recuerdos y sentimientos;

  2. con los deseos, debemos llevar a límite la fantasía y las emociones;

  3. con las intenciones, debemos llevar a límite las tendencias y las pasiones.

La expresión “llevar a límite” significa, en fin, dar unidad, dirección y sentido al objeto de nuestra consciencia desde un modelo absoluto que forme bien nuestro pensar, decidir y actuar. Este modelo absoluto debe ser:

  1. proyectado en la facultad intelectiva, “axioma absoluto” que dé dirección a los contenidos de la inteligencia para constituir el mejor discurso;

  2. proyectado en la facultad volitiva, “fundamento absoluto” que dé sentido a los contenidos de la voluntad para tomar la mejor decisión;

  3. proyectado en la facultad unitiva, “principio absoluto” que dé unidad a los contenidos de la libertad para realizar la mejor actuación.

Llevar a límite es liberarse —mediante el recogimiento, la quietud y la unción— de lo inútil, lo nocivo, lo degradante, lo obsesivo, que acude a nuestra inteligencia, a nuestra voluntad y a nuestra unión, teniendo en cuenta todas las funciones de estas facultades:

  1. las sicoespirituales, como la INTUICIÓN, FRUICIÓN y libertad;

  2. y las sicosomáticas, como la razón, el deseo, la INTENCIÓN, el sentimiento, la emoción, la pasión, la memoria, la IMAGINACIÓN, la “conectiva” .

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