TEANTRÓPICO
TEANTRÓPICO: El acto del espíritu es teantrópico porque es “acción del absoluto en nosotros con nosotros”. Debemos distinguir las palabras teándrico y teantrópico; si decimos ‘teándrico’, nos referimos al ‘varón’ (ἀνήρ) y no al ser humano (ἄνθρωπος). Por ejemplo, existe la expresión “operaciones teándricas” (ἐνέργεια θεανδρικα: operatio dei-virilis), que se refieren a los actos divino-humanos de Cristo como varón. Pero cuando nos referimos a lo teantrópico, se incluye al ser humano, sea varón o mujer. Lo teantrópico sería, pues, actuación de Dios en el ser humano con el ser humano; en este sentido, el ACTO ONTOLÓGICO del espíritu humano es teantrópico porque es el resultado de la actuación de Dios (acción agente) en el ser humano con el ser humano (acción receptiva). Nuestro actuar, siendo un actuar finito y poseyendo, además, una libertad finita, puede responder de diversas formas o inhibirse a la acción agente. En todo caso, siempre hay una respuesta, positiva o negativa, interventora o inhibidora, a la acción agente. Nuestra libertad, por tanto, es un instrumento por el cual podemos realizarnos si respondemos al “+” y degradarnos si nos sumimos en el “–”. Se ha hablado, sobre todo en los últimos tiempos, del llamado “principio antrópico”, consistente en afirmar que debieron darse al inicio del universo aquellas condiciones o propiedades perfectamente ajustadas que habrían de permitir, a través del proceso evolutivo, la aparición de las diversas formas de vida hasta llegar a su culminación con el ser humano. F. RIELO prefiere denominarlo principio teantrópico porque dichas condiciones iniciales del universo estaban encaminadas a la aparición de la persona humana con la creación de un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO , inhabitado por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto. La denominación teantrópico se debe, pues, al hecho singular y único de la acción sinérgica del modelo absoluto en el ser humano con el ser humano. El ser humano está llamado por el modelo absoluto a ejercer, con el modelo absoluto, un CONDOMINIO MÍSTICO sobre la creación y la evolución. Debido a que el ser humano dispone de libertad, a imagen y semejanza del modelo absoluto, aquel puede convertirse en observador; es decir, en alguien que puede poseer visión del mundo, visión de la realidad, visión de sí mismo, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA , en su espíritu, del modelo absoluto que, con su visión absoluta, está constitutivamente presente en la persona humana, dándole el ser, el conocer y el actuar a su imagen y semejanza. El enunciado es sencillo: el ser humano es, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto, mística u ontológica visión de la (Véase DEL/DE LA) divina o metafísica visión. Si el modelo absoluto, supuesta la libre creación por él del ser humano, está en este presente constitutivamente con su ser y su actuar absolutos, de igual forma lo estará con su omnisciencia o visión absoluta y con su omnipotencia o poder absoluto. El modelo absoluto es, por esta causa, principio creacional del ser humano, y, en virtud de su DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA en este, es igualmente PRINCIPIO CONCREACIONAL , actual y epistémico (Véase asimismo PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO). Refiriéndonos a la creación del ser humano, su organismo biológico, supuesta la creación y la evolución de la materia y de la vida, tuvo que llegar a tal grado de complejidad estructural que fuera capaz de poder recibir la creación del espíritu. Este hecho no puede acontecer sino en el mismo momento en que aparece la vida de un nuevo ser humano: en el instante de la concepción, en que, dándose las condiciones biológicas adecuadas, es activada la información genética que constituye el inicio, desarrollo y madurez biológicos de la persona humana, al mismo tiempo que, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto, se le otorga la activación de la información genética transcendental, que constituye el inicio, desarrollo y madurez de su VIVENCIA Y EXPERIENCIA ontológica o mística. Su estado de consciencia no acaece con el tiempo, ni con el desarrollo o madurez biológicas, ni con el cúmulo de experiencias; antes bien, la persona humana es un ser consciente, intelectivo, volitivo y libre desde el primer momento de su concepción. Otra cosa es el ejercicio experiencial de la consciencia y de la libertad con sus dos funciones de la inteligencia y de la voluntad en su complejidad sicosomática sometida al desarrollo y madurez en el tiempo biológico. El ser humano posee, no obstante, vivencia primordial de su consciencia y de todo lo que le constituye como persona desde el momento de su concepción, y es esta vivencia primordial, transcendente, la que está presente en toda experiencia vivencial y experiencial en el desarrollo integral durante su vida en este mundo.
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