LIBERTAD, Concepción genética de la
LIBERTAD, Concepción genética de la: La libertad está dotada con el ontológico PATRIMONIO GENÉTICO , cuya cima es el AMOR . La libertad no es una función sicoespiritual informe, sino que está formada por el amor. El fundador de la Escuela Idente propone la sicoética como ciencia para estudiar la libertad con sus límites formal y transcendental, y detectar, por ello, las limitaciones, los condicionantes, las resistencias, y todos los factores sicológicos, sicosomáticos, ambientales y educacionales que intervienen en el acto de libertad.
¿Cómo compaginar la LIBERTAD DIVINA y la libertad humana, y qué añade la expresión “el amor todo lo puede”, según F. Rielo? – Subraya que el sujeto absoluto , libremente, nos ha creado libres. Esto significa que somos libres porque el sujeto absoluto, a cuya imagen y semejanza hemos sido por él creados, es libre. Por tanto, si nos referimos a la definición de la libertad humana, esta debe hacerse desde la LIBERTAD DIVINA. Si la persona humana es, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA , imagen y semejanza de las personas divinas, y las personas divinas constituyen única libertad absoluta de amor, síntesis de su omnisciencia y su omnipotencia, la persona humana es mística libertad de la divina libertad. La libertad humana, haciendo la síntesis de nuestro entender y de nuestro querer, posee dos límites: uno, formal, que es la finitud de nuestra criaturidad; otro, transcendental, que es la infinitud de la LIBERTAD DIVINA. La libertad humana es un finito abierto al infinito por la propia libertad del infinito; la finita libertad humana queda abierta a la infinita LIBERTAD DIVINA. Si la esencia de la LIBERTAD DIVINA es el amor, la esencia de la libertad humana no puede ser otra que el amor. El amor forma la libertad; el no amor la deforma.
Nuestro teólogo místico da un paso más: si la LIBERTAD DIVINA es omnisciente y omnipotente, esta, activada por la caridad, síntesis de la activación de nuestra inteligencia por la fe y de nuestra voluntad por la esperanza, es mística omnisciencia y omnipotencia de la (Véase Del/de la) divina omnisciencia y omnipotencia. Esto sirve de aplicación para nuestra vida moral. Cuando afirma que la caridad (amor elevado al orden santificante) es infalible o que la caridad todo lo puede, está diciendo que, a imagen y semejanza del amor o caridad divina, nuestro amor o caridad es místicamente omnisciente y místicamente omnipotente. ¿Qué quiere decir esto? Que nuestro saber y nuestro poder espiritual, aunque finitos, están abiertos a la infinitud del saber y poder divinos. Por tanto, el místico cristiano, unido a Cristo, por medio de la sobrenatural inspiración del Espíritu santo, todo lo sabe, y todo lo puede:
Desde la fe, con sus dones de la sabiduría, inteligencia, ciencia, consejo…
Desde la esperanza, con su don de la fortaleza;
Desde la caridad, con su don de la piedad y el temor.
Este es el fundamento de la profecía y del milagro, porque la gracia divina todo lo puede. Dice Cristo: «Separados de mí nada podéis hacer» (Jn 15,5), pero unidos a Cristo lo podemos todo.
¿Qué significa que la libertad está formada por el amor como cauce de la inspiración? – La UNIDAD DE VIVENCIA se hace efectiva porque las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS hallan su síntesis:
esencial, en la transverberación del espíritu, donde radican las funciones sicoespirituales de las facultades;
proyectiva, en la libertad formada por el AMOR (y VIRTUDES unitivas), en la que radican la inteligencia formada por la CREENCIA (y VIRTUDES intelectivas) y la voluntad formada por la EXPECTATIVA (y VIRTUDES volitivas).
El espíritu transverberado con su consciencia potestativa está dotado:
de libertad o unión formal, como función sicoespiritual suprema de la facultad unitiva , síntesis de la inteligencia y de la voluntad y de todas las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS , incluidas las funciones de la facultad unitiva;
de amor o unión transcendental, como transcendental estructura y operador supremo, síntesis de todas las estructuras y operadores transcendentales : receptivos, atributivos, legislativos y transformativos.
La libertad humana, formada por el amor, es imagen y semejanza de la LIBERTAD DIVINA. Esta consiste en la capacidad amorosa de actuar omnisciente y omnipotentemente. La LIBERTAD DIVINA hace, por consiguiente, la síntesis de la omnisciencia y de la omnipotencia. No sería del todo correcto afirmar que el modelo absoluto actúa ad extra, como único principio, solo en virtud de su omnisciencia o solo en virtud de su omnipotencia; antes bien, hay que afirmar, sobre todo, que el modelo absoluto actúa como único principio ad extra con libertas amoris de modo omnisciente y omnipotente.
El ser humano es libre porque el modelo absoluto, a cuya imagen y semejanza ha sido por él creado y constituido, es libre. Si nos referimos, por ello mismo, a la definición de la libertad humana, esta debe hacerse desde la LIBERTAD DIVINA. Si la persona humana es, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA , imagen y semejanza de las personas divinas, y las personas divinas constituyen única libertad absoluta de amor, síntesis de su omnisciencia y de su omnipotencia, la persona humana es mística libertas amoris de la (Véase Del/de la) divina libertas amoris. La libertad humana, síntesis del entender y del querer, es formada por el amor, síntesis de la CREENCIA y la expectativa que son el contrapunto ad extra de la omnisciencia (CREENCIA) y de la omnipotencia (expectativa) divinas. Nuestra libertad posee, sin embargo, dos límites fundamentales:
formal o condicionante, la finitud de nuestra criaturidad, condicionada por multitud de limitaciones de orden sicoespiritual, sicosomático, sicosocial, sicohistórico, sicocósmico…;
transcendental o constituyente, la presencia de la infinitud omnisciente y omnipotente de la LIBERTAD DIVINA en la finitud consciencial y potestativa de la libertad humana, en tal grado que hace de esta un finito consciencial y potestativo abierto al infinito omnisciente y omnipotente. (Véase FORMAL Y TRANSCENDENTAL)
La libertad humana, formada por el amor, es mística u ontológica omnisciencia y omnipotencia de la divina o metafísica omnisciencia y omnipotencia. La razón es sencilla: la finita libertad humana queda genéticamente estructurada por la presencia constitutiva de la infinita LIBERTAD DIVINA. Si la esencia de la LIBERTAD DIVINA es el amor en el que hacen síntesis todos los atributos divinos, la esencia de la libertad humana no puede ser otra que el amor en el que asimismo hacen síntesis todas las VIRTUDES y atributos. El amor forma la libertad; el no amor la deforma.
La consciencia ontológica o potestativa es, facultativamente, libertad formada por el amor, donde hacen síntesis las otras facultades y sus estructuras y operadores transcendentales . La DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA , como PRINCIPIO EPISTÉMICO (Véase PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO) o inspiración , no afecta solo al entendimiento o a la razón; afecta, sobre todo, a la libertad formada por el amor, síntesis del entendimiento formado por la CREENCIA y de la voluntad formada por la expectativa. Si afecta a la libertad, afecta de igual modo a las tres facultades con sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS. La inspiración es el principio del conocimiento de la riqueza que nos constituye, nos forma, nos personaliza, nos realiza. Por la inspiración, el ser humano:
a) percibe y se comunica unitiva o libremente, intelectiva y volitivamente;
b) concibe y recrea el gene ontológico, en el que tiene codificado el PATRIMONIO GENÉTICO que lo define como persona o DEIDAD ;
c) razona, desea e intenta la verdad, el bien, la belleza, la unidad y todo lo que le es dado como virtud y valor;
d) siente, se emociona, se apasiona por todo lo que le es dado como virtud que le conduce al modelo absoluto .
¿Qué entiende F. Rielo por actualización de la libertad? – Cuando actuamos libremente, nuestra libertad, estructurada transcendentalmente por la potestad consciencial , se hace intelectiva y volitiva, signada por los elementos estructurales de la INTUICIÓN (advertencia con su penetración y discernimiento) y de la FRUICIÓN (consentimiento con su apreciación y agrado), además de los de la propia libertad (actuación con su resolución y aceptación). Esta INTUICIÓN y FRUICIÓN de la libertad con sus elementos estructurales están presentes, al mismo tiempo, en toda operación de carácter sicosomático. La libertad se hace, de este modo, raciocinante, desiderativa, intencional. Esto quiere decir que la libertad se manifiesta raciocinantemente, desiderativamente e intencionalmente, sin excluir del acto de libertad ninguna función sicosomática, aunque predomine alguna de ellas, sin perder el nivel que le corresponde. Si nos referimos, por ejemplo, a la libertad imaginativa, ni la razón, ni el deseo, ni la INTUICIÓN, ni ninguna otra función sicosomática quedan al margen. Todas quedan unidas, como caracteres, en el acto de libertad, en tal grado que la libertad, que asume todos sus elementos estructurales, posee carácter intuitivo y fruitivo; racional, desiderativo e intencional; mnésico, imaginativo y vincular; sentimental, emotivo y pasional; sensorial, estimúlico, instintual y sicomotivacional; comunicativo y lingüístico. Hablar de libertad imaginativa o emotiva, si queremos calificar la libertad con alguna de sus tantas funciones, no es otra cosa que incidir sobre el carácter imaginativo o emotivo del acto de libertad, que es, ontológicamente, la potestad consciencial proyectada en las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS . Por lo tanto, no pueden excluirse del acto de libertad ninguno de sus caracteres o funciones, pero tampoco se reduce a la suma o conjunto de todos ellos. La razón es simple: El acto de libertad es el mismo ACTO ONTOLÓGICO proyectado en la facultad unitiva.
El ejercicio de la libertad es “+” que las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS de las facultades . La subconsciencialidad debe, pues, estar asumida en el acto de libertad. Esto quiere decir que debemos asumir, consciencialmente, la sensorialidad, la instintividad, la estimulidad, la emotividad, la pasionalidad, etc. Cuando alguna de estas funciones no ha quedado asumida consciencialmente, pueden degenerar en estados subconscienciales anómalos, sobre todo si dejamos la libertad a merced de la tendencia egotizadora de una ignava ratio, una ignava cupiditas y una ignava intentio, sumergidas en los procesos homeostáticos de la subconsciencialidad. Según la experiencia, la generalidad de los seres humanos se mueve, bajo este respecto, en un nivel muy fuerte de subconsciencialidad.
¿En qué consiste la animalización de la libertad? Es la enfermedad más grave de la persona ya que, conscientemente, se deja la libertad a merced de lo instintual o estimúlico. La libertad, en este caso, ha quedado degradada porque se ha renunciado a la potestad ontológica para dejarse llevar de la marejada de instintos, pasiones, afecciones, sentimientos, emociones, en desorden, a la deriva. Esta marejada desordenada carece de dirección y sentido; o lo que es lo mismo, está desprovista de motivo, de genética energía espiritual. El motivo posee sentido teleológico, dimana de la esencia, del amor formante de la CREENCIA y de la expectativa, dando unidad, dirección y sentido a la RAZÓN , al deseo y a la intención. La experiencia sin motivo se presenta fragmentada, fugaz, y, en ningún caso, puede ser experiencia transcendental de la libertad. Esta experiencia transcendental es la única que es perdurable y ordenadora de todas las demás experiencias.
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