MAL
MAL: ¿Si la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA es principio epistemológico, el conocimiento del mal viene por inspiración ? – F. Rielo responde que Dios no puede inspirar el mal ni inducir a él al ser humano. La divina presencia constitutiva se comporta como PRINCIPIO CONCREACIONAL, actual y epistémico. Esto quiere decir que:
a) como PRINCIPIO CONCREACIONAL, nos proporciona el estado de ser con sus estructuras genéticas codificadas en el GENE ONTOLÓGICO O MÍSTICO;
b) como PRINCIPIO ACTUAL, nos proporciona el acto de ser con la activación de las estructuras genéticas, siendo en este caso operadores genéticos;
c) como PRINCIPIO EPISTÉMICO, nos proporciona la PLENITUD DE SER de nuestro estado de ser y de nuestro acto de ser en función de que demos la respuesta genética al acto inspirador que es la acción agente del modelo absoluto como principio epistémico, que nos inspira su mismo conocer, no sin la dura condición de nuestro límite formal o finitud. (Véase PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO).
La divina presencia constitutiva como principio epistémico inspira la unidad, la verdad, el bien, la belleza, las VIRTUDES, etc.; en ningún caso, puede inspirar el mal:
a) nos inspira la unidad, y nos inspira también que lo que nos desune debemos rechazarlo;
b) nos inspira la verdad, y nos inspira también que lo que no es verdad debemos rechazarlo;
c) nos inspira la bondad, y nos inspira también que lo que no es bueno debemos rechazarlo;
d) nos inspira la hermosura del amor, y nos inspira también que lo que no es con dirección y sentido del amor debemos asimismo rechazarlo.
Cuando no hacemos el bien, sino lo contrario, este comportamiento disgenético no nos es inspirado por la divina presencia constitutiva como principio epistémico, sino por nuestra EGOTIZACIÓN (Véase EGO y EGÓTICO), por el diablo, por las estructuras de pecado. Y a esto es a lo que se denomina mal moral. El mal, por otra parte, no puede ser absoluto, pues es producido por una criatura. El mal moral lo hace, lo concibe y lo desea la persona creada o finita egotizando las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS (receptivos, atributivos, legislativos, transformativos…) infundidos por la divina presencia constitutiva. La persona humana posee, por tanto:
a) la posibilidad de hacer el bien, en virtud de que es definido por la divina presencia constitutiva del bien absoluto;
b) la posibilidad de hacer lo que no es el bien, en virtud de que está limitado formalmente por la presencia de la finitud.
1.- Si la persona finita ha sido creada para hacer el bien y está dotada genéticamente para ello, ¿por qué el réprobo se condena libremente para siempre? – F. Rielo es contundente. La respuesta es sencilla: no hay ninguna razón; es un absurdo, un “sin motivo”: «Me odiaron sin motivo» (Jn 15,25). Es lo mismo que decir: un réprobo que ha sido creado libre se hace a sí mismo libremente esclavo (no libre) para siempre. La libertad, como sabemos, es definida o formada por el amor; en ningún caso, por el odio o el desamor.
2.- ¿A qué son debidas las degradaciones de la vida ASCÉTICA y mística? – Nuestro autor observa que, debido a la tendencia egótica del espíritu y otros influjos, entre ellos, los de los factores ambientales, culturales y educacionales, la vida ASCÉTICA y la vida mística pueden tener desviaciones o degradaciones que, dándose en el espíritu, se proyectan en la inteligencia , voluntad y libertad con sus funciones sicoespirituales, sicosomáticas y sicoorgánicas .
Débese tener en cuenta que el ser humano es esencialmente relacional en sus cuatro ámbitos : relación consigo mismo, con el absoluto, con la sociedad y con el cosmos. La forma de relacionarse consigo mismo, con lo transcendente, con la sociedad y con el cosmos, influye en su comportamiento y actitud ética, ASCÉTICA y mística. Pero también influye lo que es producto de su relación activa de sus cuatro ámbitos; de estas formas de relación surgen innúmeras dimensiones que dilatan la vida, el quehacer y su experiencia en el mundo. Entre otras dimensiones, enumeremos la historia, la cultura, la ciencia, la política, el arte, la economía, la familia, etc. Estas dimensiones pueden estar, a su vez, potenciadas por el comportamiento ascético y místico, o también condicionadas por factores que tienen su origen en la tendencia egótica, las ideologías , la violencia, la agresividad. (Véase Niveles, ámbitos y dimensiones).
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