FACULTADES HUMANAS

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FACULTADES HUMANAS: Según san Agustín, el ser humano posee tres facultades o potencias: entendimiento, voluntad y memoria. Según santo Tomás, posee dos superiores: entendimiento y voluntad, y otras potencias inferiores, p. e. la estimativa. Nuestra naturaleza humana posee, según F. Rielo, tres facultades —intelectiva, volitiva y unitiva— que, radicando en la POTENCIA DE UNIÓN del espíritu mediante la INTUICIÓN (facultad intelectiva), la FRUICIÓN (facultad volitiva) y la libertad (facultad unitiva), se proyectan en las funciones sicosomáticas de la sique.

1.- ¿Por qué una tercera facultad? ¿No es suficiente con la inteligencia y la voluntad para explicarlo todo? Cuando hay dos elementos distintos y abiertos entre sí —inteligencia y voluntad— debe existir un tercer elemento de síntesis que, integrando lo que tienen los dos en común y transcendiéndolos, proporciona a estos la unidad formal que requiere el ente facultativo. La facultad unitiva es, de este modo, la síntesis de la facultad intelectiva y de la facultad volitiva. Si la facultad unitiva no uniera la inteligencia y la voluntad, estas dos facultades estarían constitutivamente dispersas. La facultad unitiva, posee dos tipos de funciones:

  1. sicoespiritual, la libertad, estructurada por la resolución, la aceptación y la actuación;

  2. sicosomática, la INTENCIÓN, estructurada por el impulso, la tendencia y la atención.

Las tres facultades están abiertas al espíritu y entre sí, en virtud de que la facultad unitiva radica en la POTENCIA DE UNIÓN del espíritu. De este modo, la facultad unitiva es:

  1. la que formalmente une la inteligencia y la voluntad para que no queden entre sí dispersas;

  2. la que trascendentalmente une al ser humano con Dios, con su creación, y de modo especial, con los otros seres humanos.

El ACTO ONTOLÓGICO del espíritu se proyecta en nuestras facultades haciendo que estas actúen con el supuesto de aquel acto. El inteligir, el querer y el unir tienen el supuesto del acto del espíritu, y con él también la malicia del mismo espíritu cuando esta se diera. Nuestro espíritu, poseyendo el PATRIMONIO GENÉTICO, lo proyecta en nuestras facultades en forma de virtudes y atributos:

  1. intelectuales (CREENCIA, prudencia y verdad), en la facultad intelectiva;

  2. volitivas (expectativa, fortaleza y bondad), en la facultad volitiva;

  3. unitivas (amor, templanza y hermosura), en la facultad unitiva.

Nuestras facultades, en orden a lograr el objetivo de la experiencia de unión con el absoluto, poseen, además, tres virtudes que son tres actos religiosos respectivos, proyección del ACTO ABSOLUTO:

  1. en la facultad intelectiva, el recogimiento, por el que podemos hacer silencio orante y transformante de los pensamientos, recuerdos y sentimientos inútiles, nocivos y obsesivos de nuestra inteligencia para amar a Dios con toda nuestra mente (Mt 22, 39);

  2. en la facultad volitiva, la quietud, por la que podemos poner paz oferente y transformante en los deseos, imaginaciones y afectos desviados, nocivos y obsesivos de nuestra voluntad para amar a Dios con toda nuestra voluntad (Mc 12,30; Lc 10, 27);

  3. en la facultad unitiva, la unción, por la que los cristianos podemos unirnos a Dios aceptando intelectualmente el Evangelio, resolviendo los conflictos de las pasiones a la luz del Evangelio y desarrollando en el ejercicio de nuestra libertad, de nuestras intenciones y de nuestras tendencias, un verdadero espíritu evangélico por amor de nuestra acción unitiva a Dios para amar a Dios con toda unción, con toda nuestra alma y corazón (Lc 10,27; Mc 12, 30).

Dichos actos religiosos son propiedades de nuestra sustancia inhabitada por Dios en dos grados diferentes:

  1. constitutivo, o ámbito definiente con el que todo ser humano nace; es el ámbito universal o ecuménico en el que entran todas las religiones:

  2. santificante o ámbito salvífico, que es la elevación cristológica del grado constitutivo, al que todo ser humano es llamado en virtud de la redención universal de Cristo, que se tiene acceso por el Bautismo.

El santificante es el ámbito específico del cristianismo. El constitutivo es gracia actual que dispone al ser humano para recibir el ámbito santificante.

En resumen, a nadie se le niega ser hijo de Dios. La filiación constitutiva (Véase FILIACIÓN MÍSTICA), para ser salvífica, tiene que ser elevada al orden santificante por la redención de Cristo: es la filiación santificante que se recibe por el Bautismo y a la que todo ser humano está llamado por la universalidad de la voluntad salvífica de Dios[1].

Las tres facultades humanas —intelectiva, volitiva y unitiva— poseen, respectivamente,

.- funciones sicoespirituales: INTUICIÓN (intelectiva), FRUICIÓN (volitiva) y libertad (unitiva);

.- funciones sicosomáticas asumentes: razón (intelectiva), deseo (volitiva) e INTENCIÓN (unitiva);

.- funciones sicosomáticas subsumentes primarias: memoria (intelectiva), IMAGINACIÓN (volitiva) y conectiva (unitiva);

.- funciones sicosomáticas subsumentes secundarias: sentimientos (intelectiva), emociones (volitiva) y pasiones (unitiva) (Véase SENTIMIENTOS, EMOCIONES Y PASIONES);

.- funciones sicoorgánicas que afectan a las tres facultades indistintamente: instintos y pulsiones (instintivación), estímulos y respuestas (estimulación) y SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS (sensorialización externa e interna).

2.- ¿Cómo actúa el modelo genético en las facultades humanas? – La proyección del modelo absoluto en las facultades se realiza:

  1. como axioma absoluto , si llevamos nuestra inteligencia a límite hasta encontrar la evidencia y demostrabilidad;

  2. como fundamento absoluto , si llevamos nuestra voluntad a límite en tal grado que resulte el COMPROMISO ONTOLÓGICO fundamento del compromiso moral;

  3. como principio absoluto , si llevamos nuestra libertad a límite en tal grado que de dicho principio proceda la unidad frente al caos.

El ser humano se realiza como persona y verifica todas sus operaciones porque la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto, como PRINCIPIO CONCREACIONAL, actual y epistémico, lo hace posible influyendo:

  1. en la facultad intelectiva, como imperativo axioma absoluto, en el que halla su dirección, con visión evidente y demostrativa, el OBJETO DE CONSCIENCIA proyectado en la razón con su concepto, juicio y raciocinio, junto con el sentimiento con su sensación, impresión y aprehensión, y la memoria con su representación, evocación y asociación;

  2. en la facultad volitiva, como exigitivo fundamento absoluto, en el que halla su sentido, con COMPROMISO ONTOLÓGICO, el objeto de consciencia proyectado en el deseo con su estimación, aspiración y compromiso, junto con la emoción con el afecto, apetito y predilección, y la imaginación con la ficción, figuración y fantasía;

  3. en la facultad unitiva, como necesario principio absoluto de nuestro ser y actuar, del que procede la unidad, frente al caos, del objeto de consciencia proyectado en la INTENCIÓN con su impulso, tendencia y atención, juntamente con la pasión con su interés, entusiasmo y adhesión, y la conectiva con la agrupación, articulación y unificación.

El modelo absoluto es, para la consciencia ontológica , único axioma absoluto, único fundamento absoluto y único principio absoluto. Dicho modelo es, de este modo, unidad absoluta de un principio metafísico que, presente constitutivamente en la POTENCIA DE UNIÓN o raíz de la facultad unitiva, se revela además constitutivamente presente: en la facultad intelectiva, como axioma metafísico; en la facultad volitiva, como fundamento metafísico. La divina presencia constitutiva del modelo absoluto se presenta, por tanto, como principio, axioma y fundamento concreacional, actual y epistémico de toda VIVENCIA Y EXPERIENCIA de la persona humana.

2.- ¿Por qué las facultades humanas poseen capacidad para formar bien el modelo absoluto? – Debemos considerar lo siguientes puntos:

  1. El modelo absoluto se proyecta en la facultad intelectiva bajo la forma de axioma absoluto; esto es, el modelo absoluto en la inteligencia es el que define nuestro discurso, le da dirección ontológica; de ningún modo, es el discurso el que define al modelo absoluto; en este caso, el modelo absoluto sería producto de la razón. Por ser axioma absoluto el modelo genético es, genéticamente, evidente. La no evidencia es debida a las limitaciones que la inteligencia, con sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS , debe superar.

Si queremos conseguir la evidencia genética , debemos llevar las posibilidades de nuestra inteligencia a límite. Nos podemos valer, para ello, de la estructura y operador genético de la CREENCIA, que da dirección al contenido —algo o alguien— de la razón, memoria y sentimientos. Con la CREENCIA se dan también otras ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS de orden intelectivo, como la verdad y la prudencia, por ejemplo. Debemos creer en algo o en alguien para dar sentido intelectivo al objeto de conocimiento. No estamos aún en el ámbito cristológico o de la fe. La fe, como virtud teologal, es la elevación al orden santificante o salvífico de la CREENCIA. La CREENCIA es estructura y operador genético que, con la divina presencia constitutiva del modelo absoluto en el espíritu humano, se da desde el momento de la concepción como don universal, como el sol y la lluvia, que son dados a todos sin distinción. Se puede perder la fe teologal por el pecado grave, como enseña el Magisterio, pero no se pierde la CREENCIA como estructura y operador genético: este dispone al ser humano para poder recibir nuevamente la fe.

  1. El modelo absoluto se proyecta en la facultad volitiva bajo la forma de fundamento absoluto. El fundamento es lo que mueve a la voluntad dando sentido y forjando el contenido de los deseos, del ámbito de la imaginación, del campo afectivo; de este modo, el fundamento se da como motivación de la voluntad y sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS. La divina presencia constitutiva del modelo absoluto es el fundamento del objeto —algo o alguien— de nuestro querer, de nuestros deseos, imaginación y afección; en ningún caso, el contenido de los deseos, imaginación o afectos es el fundamento del modelo absoluto. Con el objeto de que se dé la evidencia del fundamento absoluto, debemos llevar las posibilidades de nuestra voluntad a límite. Para ello, la voluntad posee una estructura y operador genético, la expectativa, que proporciona el sentido al contenido –algo o alguien– de la voluntad. Con la expectativa se dan también las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS de carácter volitivo: el bien y la fortaleza, por ejemplo.

Depende de la expectativa que podamos tener en este algo o alguien para dar sentido a nuestra toma de decisiones, a la justificación de nuestros deseos, al contenido de la imaginación y el campo afectivo. La evidencia obtenida llevando las posibilidades de la voluntad a límite, sin descansar en un seudo-fundamento, nos lleva al COMPROMISO ONTOLÓGICO, que fundamenta, a su vez, el compromiso moral o ético. La expectativa es estructura y operador genético que, infundida por la divina presencia constitutiva del modelo absoluto, es elevada al orden santificante dando lugar a la virtud teológica de la esperanza. Así como ocurre con la fe, se puede perder también la esperanza por el pecado mortal, pero no se pierde la expectativa, que es estructura y operador genético, que nos dispone para poder recibir la esperanza como virtud teologal: primero, por el bautismo; segundo, recuperada o aumentada por los sacramentos y la oración.

  1. El modelo absoluto se proyecta en la facultad unitiva bajo la forma de principio absoluto, que da unidad a la existencia humana frente al caos de experiencias, de datos de la inteligencia (de la razón, memoria y sentimientos), de la voluntad (de los deseos, imaginación y emoción), de los sentidos internos y externos, de los instintos y pulsiones, de los estímulos y respuestas. Debemos llevar las posibilidades de nuestra libertad y de nuestra INTENCIÓN a límite, asumiendo un principio absoluto que dé unidad a toda la realidad. La estructura y operador genético del amor nos lleva a la unidad de la dirección y el sentido del objeto –algo o alguien– de nuestra conciencia ontológica; esto es, el principio absoluto da unidad, dirección y sentido a todas las cosas.

Con el amor, se dan las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS de carácter unitivo: la hermosura y la templanza, por ejemplo. El amor no es todavía el ámbito cristológico de la caridad; esta consiste en el amor o generosidad elevado al orden santificante o salvífico, como lo son la fe y la esperanza en sus naturales respectivos: la CREENCIA y la expectativa. Así como ocurre con la fe y la esperanza, se puede perder también la caridad por el pecado mortal, pero no se pierde el amor, que es estructura y operador genético, que nos dispone para poder recibir la caridad como virtud teologal: primero, por el bautismo; segundo, recuperada o aumentada por la oración y los sacramentos.



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  1. Cfr. F. Rielo, Antropología, ob. cit., 123-125.