CONOCIMIENTO, Concepción genética del

De Escuela idente
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CONOCIMIENTO, Concepción genética del: El conocimiento es, para F. Rielo, espiritual, porque parte de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto como PRINCIPIO EPISTÉMICO (Véase Principio Absoluto) en el espíritu humano. Dicho conocimiento se asienta en la consciencia potestativa del espíritu; un espíritu que no es espíritu puro, sino un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO_ . Si el espíritu es sicosomatizado, también lo es la consciencia; por tanto, tenemos una consciencia sicosomatizada con funciones sicoespirituales, sicosomáticas y sicoorgánicas. Esto hace que el acto de conocer no signifique solo partir de la razón, y ni siquiera que tenga como inicio los sentidos, sino que el origen está en el espíritu, que es potencia de unión perceptiva y comunicativa ; un espíritu abierto al modelo absoluto en virtud de la ley ontológica de la transcendencia. La consciencia humana, por inspiración constitutiva, a nivel DIANOÉTICO , puede conocer realidades inefables y universales, y a nivel HIPERNOÉTICO , conocer asimismo las verdades reveladas.

El conocimiento es, pues, a imagen y semejanza del absoluto, espiritual y, en ningún caso, sensorial o racional o imaginativo o emotivo. Razón: las _funciones sicoespirituales y sicosomáticas_ , así como los SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS , son caracteres del conocimiento espiritual del ser humano en su estado viador. Consiguientemente, nuestro autor no hablará del ‘conocimiento sensitivo’ o del ‘conocimiento racional’, sino del carácter sensitivo, racional, volitivo, intuitivo, emocional, etc. del conocimiento, que en el ser humano es siempre de un espíritu sicosomatizado. Pasamos a desarrollar este tema con amplitud, porque, junto al descubrimiento del “SER+”, es la base del modelo absoluto o genético . Son las dos caras del sistema: metafísica y epistemología.

1.- ¿En qué se diferencia la epistemología de F. Rielo, de las otras tradicionales filosófico-teológicas? – El fundador de la Escuela Idente afirma expresamente que, en el tema del conocimiento, se separa tanto de la escuela agustiniana como de la escolástica. Refiere textualmente: «Difiero de las dos tendencias históricas: agustiniana, con su precedente neoplatónico de las tres facultades (inteligencia, memoria y voluntad); escolástica, con su precedente aristotélico de solo dos facultades (inteligencia y voluntad)… Este diferir mío es extensivo a san Juan de La Cruz que sigue el orden agustiniano de las tres facultades mencionadas… Si conociéramos a través de los sentidos o de las facultades, habríamos incurrido, según la primacía que de estos se establezca, en el absurdo ontológico del sensismo, del racionalismo, o del voluntarismo»[1].

2_.- ¿Qué quiere decir que el conocimiento humano es un conocimiento finito abierto al infinito? –_ Según el sistema rieliano, el conocimiento humano es siempre conocimiento espiritual, a imagen y semejanza del conocimiento divino, es decir, del conocimiento espiritual absoluto; pero la comprensión del conocimiento divino por el conocimiento humano no puede ser QUOAD SE , sino QUOAD NOS .

Lo divino, o metafísico, es el modelo absoluto ad intra; lo místico u ontológico es el modelo absoluto ad extra en el ser humano con el ser humano. Nuestro teólogo metafísico enseña los modos de manifestarse el ACTO ABSOLUTO de las personas divinas, como principio de actuación ad extra, con las siguientes denominaciones: principio absoluto, principio creacional, PRINCIPIO CONCREACIONAL, PRINCIPIO ACTUAL, epistémico y santificador (Véase PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO).

3_.- ¿Por qué la consciencia en el ser humano es ontológica o mística? –_ Es ontológica o mística, y en ningún caso metafísica o divina, porque la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto en el creado espíritu humano deja a este en estado de ser, acto de ser, forma de ser y razón de ser deitático, a imagen y semejanza del sujeto absoluto. Por eso, dicho carácter deitático es, en la persona humana, místico u ontológico, en ningún caso divino o metafísico.

La palabra ontológico quiere decir que el estado de ser, el acto de ser, la forma de ser y la razón de ser del espíritu es el gene, o PATRIMONIO GENÉTICO infundido, al que F. Rielo denomina también ONTOS ; de aquí, que todo lo que se diga del espíritu humano tiene carácter ontológico. También el estado de ser del alma de los VIVIENTES NO PERSONALES es ontológico, pero en virtud de la DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA , en ningún caso, de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA. En el ser humano, lo ontológico es igualmente místico; no así en los VIVIENTES NO PERSONALES. Por esta razón, cuando se trata de la persona humana, nuestro autor identifica lo ontológico con lo místico, elevando lo místico a ontología. Así, el estado, acto, forma y razón de ser del espíritu es, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA, deitático, definiendo al ser humano como ‘mística u ontológica DEIDAD de la divina o metafísica Divinidad’. Como podemos observar, lo místico es, en el ser humano, lo que es divino en el absoluto; lo ontológico, a su vez, es en el ser humano lo que en el absoluto es metafísico.

4.- ¿Cuál es, entonces la diferencia entre lo ontológico en el ser humano y en los VIVIENTES NO PERSONALES? – El modelo genético enseña que la naturaleza humana añade a la naturaleza anímica lo místico; por eso, lo ontológico o místico es solo lo referente al espíritu humano. Esta es la razón por la cual, del mismo modo, F. Rielo eleva la mística a ontología del espíritu, y no la reduce a fenómenos extraordinarios manifestados en las facultades y sus funciones sicosomáticas o sicoorgánicas (apariciones, éxtasis, levitaciones…). Lo ontológico en el ser humano es, pues, espiritual o místico; en los VIVIENTES NO PERSONALES es solo síquico o anímico.

5_.- Si la acción agente_ es siempre el sujeto absoluto, y el ser humano es acción receptiva, ¿puede decirse con propiedad que el ser humano es responsable de sus acciones? – El ser humano requiere ser capacitado de acción receptiva para poder recibir la acción agente. Dicha capacitación, primero, le viene de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA que le proporciona el GENE ONTOLÓGICO O MÍSTICO ; segundo, de la acción de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA en el GENE ONTOLÓGICO O MÍSTICO del espíritu; y, tercero, de la acción de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA como principio epistémico (Véase, PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO y CONCEPCIÓN GENÉTICA DEL PRINCIPIO DE RELACIÓN). El conocimiento en el ser humano es TEANTRÓPICO . El ser humano es responsable de sus acciones porque su respuesta es acción receptiva que, libremente, afirma, niega, realiza, ignora, degrada… la acción agente de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto.

6.- ¿Qué entendemos entonces por consciencia? – Consciencia, subraya el fundador de la Escuela Idente, deriva de cum-scire (‘conocer juntamente con’); esto quiere decir que ‘conocemos juntamente con’; conocemos porque somos inspirados. Es, pues, un acto sinérgico (Véase SINERGIA). Ahora bien, la acción receptiva, tocada por la inspiración, es acción del sujeto humano; en ningún caso, de la acción agente del sujeto absoluto, aunque las dos acciones constituyan el acto del conocimiento humano. El ser humano responde a la inspiración libremente, porque así ha sido constituido a imagen y semejanza del sujeto absoluto. La responsabilidad del ser humano en cuanto al acto de conocer se debe, por tanto, a su libertad, ya que es mística libertad de la divina libertad. El absoluto no puede inspirar el MAL (mentira, falsedad, fealdad, malicia…).

7_.- ¿Cómo y por qué deducimos que el conocimiento divino es absoluto, y, sin embargo, el nuestro es finito abierto al infinito o absoluto? –Simplemente por la experiencia de nuestra finitud, ya que no tenemos experiencia de conocer absolutamente, sino de que conocemos limitadamente, con impedimentos, con muchos condicionantes, aunque también tengamos experiencia de que podemos conocer siempre más y mejor. En resumen, en virtud de las LEYES ONTOLÓGICAS de la inmanencia, transcendencia y perfectibilidad, podemos tener experiencia de que nuestro conocimiento finito está abierto a la infinitud del conocimiento divino, pero nunca podemos llegar a esta infinitud, ya que seríamos absolutos; habríamos incurrido en la PARADOJA DEL DOBLE ABSOLUTO_ .

F. Rielo, una y otra vez, subraya que no tenemos ‘conocimiento absoluto’ de que el conocimiento divino es absoluto, aunque sí tenemos ‘conocimiento finito abierto al infinito’ de que el conocimiento divino es absoluto; por eso, repite que no conocemos el modelo absoluto QUOAD SE , sino QUOAD NOS .

8_.- ¿Qué quiere decir que nuestro conocimiento es espiritual, pero de carácter sicoespiritual, sicosomático y sicoorgánico? –_ Para nuestro autor, la naturaleza humana no es un espíritu puro, sino un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO; por tanto, la instintivación, la estimulación, los SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS, y todo el complejo sicoespiritual y sicosomático de nuestras facultades (Véase FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS), son, juntamente con el influjo de los ámbitos (personal, sacral, social y cósmico) y de las dimensiones (histórica, cultural, científica, técnica, estética, económica, filosófica…) (Véase niveles, ámbitos y dimensiones), el límite formal de este conocimiento espiritual donde se dan las limitaciones, condicionantes y resistencias.

Nuestro conocimiento es, en este sentido, un conocimiento espiritual sicosomatizado, abierto al infinito por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto como PRINCIPIO EPISTÉMICO, pero con las limitaciones dadas por las características propias del SICOSOMA en estado viator, de peregrino: sometido al proceso biológico de desarrollo y deterioro, a las enfermedades, a los estados anímicos, al influjo educacional y ambiental, que inciden en los niveles con sus funciones sicoespirituales, sicosomáticas y sicoorgánicas, y en los ámbitos y dimensiones susodichos de la persona humana.

El conocimiento espiritual no es conocimiento sensitivo o racional o intuitivo. Hay que decir, más bien, que nuestro conocimiento es espiritual con carácter intuitivo, racional, mnésico, volitivo, desiderativo, intencional, imaginativo, emotivo, instintivo, sensorial, estimúlico… Por tanto, el conocimiento no es ni sensorial, ni racional, ni intuitivo, etc., pero no es sin las funciones sicoespirituales, sicosomáticas y sicoorgánicas: INTUICIÓN, razón, sentidos… Estas funciones son ‘caracteres del conocimiento espiritual’ del ser humano por ser un espíritu sicosomatizado .

9_.- ¿Qué diferencia existe entre el conocimiento humano y el conocimiento animal? –_ Si hablamos solo de ‘conocimiento sensorial’, el conocer humano no se diferenciaría del conocimiento sensitivo, estimúlico, instintivo, imaginativo, mnésico, afectivo de los VIVIENTES NO PERSONALES; es más, algunos animales, como es sabido, aventajan considerablemente al ser humano en su capacidad sensorial, por ejemplo. Por eso, el enunciado rieliano es preciso: los seres no personales poseen percepción sensorial y, en ningún caso, conocimiento espiritual; el ser humano, por el contrario, no posee conocimiento sensorial pero sí percepción o conocimiento espiritual del que son funciones el carácter sensorial, racional, imaginativo, emotivo, desiderativo, etc.

La percepción sensorial de los animales es definida por la DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA que opera en las leyes del instinto, del estímulo y de los sentidos, así como en las funciones de la imaginación, la memoria, la afección y toda la complejidad sicosomática que los hacen aptos para crecer, reproducirse y organizarse viviendo en constante relación con el entorno. Los animales, afirma F. Rielo, no tienen consciencia porque no poseen espíritu, pero sí tienen SUBCONSCIENCIA que les hace capaces de la percepción sensorial, instintiva, estimúlica, emotiva, imaginativa o mnésica. El conocimiento del ser humano, en cambio, es un conocimiento espiritual definido transcendentalmente por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto como principio epistémico; es un conocimiento con límite formal en la finitud de sus condicionamientos, resistencias y limitaciones, pero abierto a la infinitud constituyente del conocimiento divino.

10_.- ¿Hay peligro de espiritualismo en la epistemología rieliana? –_ Se desecha tal peligro o sospecha, porque no existe en el ser humano el espíritu puro, sino el espíritu sicosomatizado; esto es, un espíritu cuyo ACTO ONTOLÓGICO asume las funciones síquicas y somáticas para constituir la naturaleza humana. Si el conocimiento fuera solo espiritual-absoluto, sería el conocimiento divino, es decir, un conocimiento simplicísimo y omnisciente; sin embargo, el conocimiento humano espiritual no es sin la complejidad de las funciones síquicas y orgánicas; de aquí que el conocimiento sea de un creado espíritu sicosomatizado en el que hay que tener en cuenta la integridad de sus funciones con su complejo carácter sensorial, instintivo, racional, imaginativo, etc.

11_.- ¿Qué quiere decir que el principio del conocimiento humano es la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA, no los sentidos (sensismo), ni el poder de la razón (racionalismo)? –_ Insiste el fundador de la Escuela Idente, en que el conocimiento no viene a través de los sentidos, ni de la razón, ni de ninguna otra función facultativa, sino del espíritu inspirado por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto como principio epistémico (Véase PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO). Esta inspiración constitutiva se da concomitantemente con la acción de los sentidos, la estimulación, el instinto y las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS de las facultades, juntamente con el influjo de los ámbitos y dimensiones (Véase niveles, ámbitos y dimensiones) en los que se mueve la persona humana. En este sentido, hay un exceso en la inspiración, o mejor dicho, hay en el conocimiento una limitación de los sentidos, estímulos, instintos, y de las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS, y también el condicionante de los ámbitos y dimensiones; y, además, una resistencia de la tendencia egotizadora que incide en todo el complejo sicosomático, afectando a los tres niveles (CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU), y a los ámbitos (personal, sacral, social y cósmico) y dimensiones (histórica, cultural, estética, científica, económica, política…) de la persona.

Los sentidos reducen el objeto inspirado a sensaciones y estímulos. Las otras funciones facultativas lo reducen a la característica que cada una posee: imaginativa, mnésica, afectiva, racional, desiderativa, o intencional. El objeto de conocimiento es, sin embargo, mucho más que todas estas determinaciones facultativas, instintivas, estimúlicas o sensoriales. La reducción cognitiva, es cierto, limita nuestro conocimiento, pero no lo define; quien define el conocimiento es la inspiración porque es su esencia. El límite formal donde se dan las limitaciones, resistencias y condicionantes no impiden, sin embargo, que se dé la inspiración. La nitidez inspirativa consiste en saber transcender y remontarse sobre sus contenidos fenomenológicos para formar bien el objeto de consciencia (Véase VISIÓN BIEN FORMADA O VIDENCIA).

La consciencia no es, ciertamente, sin el condicionante de su sicosomatización facultativa y, asimismo, del proceso verbal y lingüístico de la comunicación ; por tanto, reiteramos, viene formalmente limitada, entre otros factores, por las funciones sicosomáticas de la razón, del DESEO y de la INTENCIÓN; de la memoria, de la imaginación y de la _conectiva [2] ; de los sentimientos, de las emociones y de las pasiones; de los sentidos, de los estímulos, de los instintos y pulsiones; y, en general, de las diversas manifestaciones de la verbalización y del lenguaje. La consciencia es, no obstante, “algo+” que las sicosomatizaciones y manifestaciones que, de toda índole, inciden en ella.

12_.- ¿El conocimiento se agota en las facultades, o en las potencias humanas, o en el lenguaje? –_ Nada más lejos de la concepción genética del conocimiento que reducir este a una facultad, a una o varias funciones facultativas o al lenguaje, como han hecho otras filosofías. Debemos negar la reducción del conocimiento a la razón humana porque esta es sencillamente cerebración, neurologización, o somatización del inteligir. Lo mismo hay que afirmar del DESEO y de la INTENCIÓN: son cerebración, neurologización o sicosomatización del querer y del elegir. Se niega, del mismo modo, la reducción del conocimiento a inteligencia o razón emocional, porque la inteligencia es una sola facultad, y la razón, la memoria y el sentimiento son sus sicosomatizaciones; asimismo, el DESEO, la imaginación y la emoción son sicosomatizaciones de la voluntad. No puede admitirse tampoco la reducción del conocimiento al lenguaje, aunque diéramos a esta palabra el significado de comunicación, o de cualquier tipo de comunicación, porque el conocimiento, además de comunicación ontológica (donde se fundamentan los lenguajes), es igualmente percepción ontológica (donde se fundamentan las facultades).

13_.- ¿Cómo incorpora, F. Rielo, en su epistemología los logros de las ciencias modernas sin caer en reduccionismos? –_ La identificación histórica de la consciencia con lo racional, o con el pensamiento, ha llevado históricamente a un reduccionismo racionalista que ha pesado negativamente en el frágil desarrollo de la epistemología, gnoseología o teoría del conocimiento, y ha acentuado el carácter formal de una lógica que de muy poco ha servido al desarrollo y creatividad de las ciencias. Esta ha sido una constante histórica hasta llegar a su culmen con la llamada década del cerebro, que tiene su origen en los años noventa del siglo XX[3], cuando los neurocientíficos comienzan a conocer las bases biológicas de las emociones y su relación con la razón y la conducta humanas[4]. Para nuestro autor, la consciencia humana no puede reducirse a una especie de inteligencia emocional integradora de todas aquellas funciones que las anteriores teorías del conocimiento consideraron como residuo o, simplemente, como obstrucciones o deformaciones cognitivas[5].

14_.- ¿Qué quiere decir que el origen de nuestro conocimiento y la verificación de su objeto se deben a la actuación inspirativa de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto en el ser humano con el ser humano? –_ Según el modelo genético , sin la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA como PRINCIPIO EPISTÉMICO no sería posible ni la experiencia ni el conocimiento humanos. Estos no se originan en los sentidos, ni siquiera en las facultades, pues no son ni el origen ni el principio epistémico. Los sentidos externos son solo los receptores de la realidad material; en ningún caso, de la realidad espiritual. El conocimiento que poseemos de la realidad material es, sin embargo, mucho mayor que el que nos suministran estos receptores externos.

Si nos referimos a la experiencia del conocimiento que podamos tener de un árbol o de una piedra, por ejemplo, aquella dependerá de la carga simbólica, histórica, religiosa o científica que demos a ese objeto de conocimiento, mucho más allá que el supuesto dato proporcionado por los sentidos. Contribuye también a engrosar y enriquecer todo tipo de experiencia cognitiva la cultura, la ciencia, la técnica, la educación, la formación, la sensibilidad, la mentalidad. El grado de experiencia, profunda o superficial, depende, sin embargo, del modo de presencia del objeto en nuestra consciencia y del modo en que estas presencias queden fundamentadas y definidas por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA como principio epistémico en la acción receptiva de nuestra consciencia guiada por la libertad. Esta presencia nos atrae porque es inspirativa en tal grado que toda otra presencia es atraída en nuestra consciencia ontológica por este inspirator metafísico.

Toda realidad puede hacerse presente, como objeto, en la consciencia ontológica por inspiración, y ser activada en la UNIDAD DE VIVENCIA por medio de la forma de respuesta activa —positiva, negativa o neutra— del ser humano a la acción agente de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA como principio epistémico. Esta respuesta activa del ser humano ante la presencia del objeto, que se origina en la consciencia potestativa, no es sin la concomitancia de los sentidos y de las facultades con sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS, donde la consciencia se proyecta.

Si la experiencia humana es espaciotemporalización de la vivencia, el conocimiento humano, que se da, espaciotemporalmente, en el devenir sicoespiritual-sicosomático-sicobiológico, pasa por la percepción y comunicación EXPERIENCIAL Y EXPERIMENTAL de las funciones sicoespirituales, sicosomáticas, sicoorgánicas y de las funciones propias del lenguaje. La inspiración, pues, hay que trabajarla. Al desarrollo inspirativo contribuye el conocimiento común, cultural, técnico y científico, ayudado por el método de las ciencias experimentales y experienciales .

Todo objeto, presente en la consciencia, adquiere carácter experiencial y dialógico. El diálogo supremo es el diálogo transverberativo del modelo absoluto —de esencia a esencia— en el ser humano con el ser humano, del que es imagen y semejanza el diálogo transverberativo de los seres personales entre sí, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto en todos y en cada uno de ellos. En este diálogo transverberativo, adquiere unidad, dirección y sentido la comunicación con todas las demás realidades.

15_.- ¿Cómo se produce ‘el inspirator’ metafísico en nuestras facultades? –_ F. Rielo denomina inspirator metafísico a la actuación de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto como PRINCIPIO EPISTÉMICO, que se comporta como axioma absoluto en la facultad intelectiva dando dirección al discurso; como fundamento absoluto en la facultad volitiva dando sentido a todo nuestro actuar; y en la facultad unitiva, como principio absoluto del que procede la unidad frente al caos.

16_.- ¿En qué consiste la UNIDAD DE VIVENCIA? –_ La UNIDAD DE VIVENCIA del espíritu es dada a la experiencia transcendental de la relación fundante, esto es, de la relación del ser humano con el absoluto. Esta relación con el absoluto se da siempre —por el hecho de ser persona— en todo ser humano, sea afirmando, negando o sustituyendo este absoluto por otro supuesto absoluto. La explicitación de las vivencias depende de la forma en que se da esta relación en la que adquieren unidad, dirección y sentido , implícito o explícito, todas las demás relaciones.

17_.- ¿La inspiración actúa en el sujeto y en el objeto, o solamente actúa en el sujeto, y el sujeto aporta todo lo demás? –_ No existe la identidad de sujeto y de objeto; habríamos incurrido en el subjetivismo o en el objetivismo, dependiendo de la dirección que tomemos. Lo que acontece es la subjetivación del objeto y la objetivación del sujeto. ¿Cómo puede acontecer este hecho? Por el TERCIO INCLUSO , que es la inspiración, que abre nuestro conocimiento y su objeto entre sí en tal manera que atrae en nuestra consciencia y hacia nuestra consciencia un objeto —algo o alguien— que nos sugiere, nos invita, nos conmueve, nos seduce, se nos ofrece, se nos insinúa. Y lo atrae en una consciencia impresionable, capaz de asombro, de fascinación, de sorpresa, de curiosidad; pero una consciencia cuya limitación formal y sus condicionantes, juntamente con su EGOTIZACIÓN (Véase EGO y EGÓTICO), la hacen también capaz de quedarse desconcertada, aturdida, asustada, estremecida, atónita, confusa, ignara, perezosa.

La verdad, el bien y la belleza en la consciencia hacen que esta sea una consciencia sencilla, transparente, nítida, que ve en su objeto lo que constituye a este en OBJETO DE CONSCIENCIA con unidad, dirección y sentido desde el modelo absoluto. Esta constitutividad solo es posible mediante la respuesta compromisiva a la comunicación dialogal que nos ofrece la inspiración del modelo absoluto.

18_.- ¿Dónde se da primero la inspiración, en la consciencia o en los sentidos? –_ El hecho de que el conocimiento tenga su origen, su fundamento y su principio en la inspiración, no quiere decir que se dé primero en la consciencia y después en los sentidos; antes al contrario, desde el punto de vista espaciotemporal, la presencia del objeto en nuestra consciencia es concomitante a la impresión en los sentidos, o a su presencia en las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS de las facultades.

El conocimiento humano es espiritual, pero se proyecta en la complejidad anímica y en la compositividad corpórea, en tal grado que, siendo espiritual, posee carácter intelectivo, racional, volitivo, desiderativo, emotivo, intencional, sensorial. Si esto es así, no es posible pensar que el conocimiento comienza en los sentidos y después, por proceso abstractivo, se da en el entendimiento. Habría que preguntarse: ¿cómo es posible que algo que es material llegue a ser espiritual?… ¿Cómo es posible que la imagen sensible se transforme en imagen inteligible? No existen ni el entendimiento paciente ni el entendimiento agente: serían entes vacíos, sin ninguna función. Sabia es, en este caso, la aplicación de la navaja de Ockham. Lo que existe es la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA como principio epistémico en la consciencia ontológica; esto es, en una consciencia potestativa que, proyectada en las facultades con sus funciones sicoespirituales, sicosomáticas y sicoorgánicas, responde integralmente, con toda su complejidad, sus limitaciones, condicionantes y resistencias, a la inspiración como origen, principio y fin del conocimiento.

19_.- ¿Cómo actúa la verdad del objeto y la verdad del sujeto en nuestra consciencia, para no caer en el relativismo o en el escepticismo? –_ Según F. Rielo, la estructura y operador de la verdad en la inteligencia capacita a la INTUICIÓN en orden a la verificación del objeto, pero esta verificación no puede darse si antes la CREENCIA no ha puesto a la INTUICIÓN con la razón en dirección y sentido hacia el objeto. La CREENCIA posee en su DISPOSICIONAL la confianza, la fidelidad, la certeza, en el objeto; pero este requiere ser verificado. El ser humano necesita hacerse con la verdad del objeto mediante la activación de la verdad ontológica (estructura y operador genético) del espíritu proyectada en la inteligencia; esto es, necesita que la estructura y operador de la verdad se active en la inteligencia para hacerse con la verdad del objeto. Esto no es posible sin la inspiración que es el TERCIO INCLUSO de la verdad del objeto y de la verdad de la inteligencia. El carácter operativo de la verdad solo es posible si el objeto, en su apertura, es “+” que simple objeto y la inteligencia, en su apertura, es “+” que simple inteligencia.

La verdad, con su verificación, consiste en la unidad del “+” del ente y el “+” del intelecto, cuya síntesis transcendental es la inspiración; esto es, la unidad del “+” del ente con el “+” del intelecto es por inspiración del modelo absoluto, constitutivamente presente como PRINCIPIO ACTUAL y epistémico. La verdad, inspirativa e inspirada, es, bajo todas sus formas (metafísica, ontológica, lógica, epistemológica, nominal, pragmatista, existencial), función de la viviente definición transcendental . El relativismo, que niega la verdad absoluta o metafísica, o el escepticismo que no se pronuncia acerca de ella, son ideologías absurdas, pues niegan el concepto mismo de verdad. Una supuesta verdad, dentro del especulativismo relativista o escéptico, es falsa, pues es conocimiento a la deriva sin verificación posible, sin unidad, dirección y sentido .

Todo juicio, DESEO o INTENCIÓN sobre el objeto debe verificarse experiencialmente en la dirección y sentido de la inspiración en la UNIDAD DE VIVENCIA , que es donde se da la autenticidad de la visión del objeto. Pero ni la RAZÓN, ni el DESEO, ni la INTENCIÓN conforman la experiencia vivencial del objeto, sino la CREENCIA, la EXPECTATIVA y el amor, que son los operadores que activan, respectivamente, la INTUICIÓN, la FRUICIÓN y la libertad, abriendo nuestras facultades a la UNIDAD DE VIVENCIA, que es donde acontece la actividad inspiradora del modelo absoluto.

La experiencia soporta, padece, espaciotemporalmente, lo que es hic et nunc dado a la vivencia. La vivencia es supraespaciotemporal, mientras que la experiencia vivencial es aprehensión sicosomática, en el espacio y el tiempo, de lo dado en la consciencia ontológica por inspiración. El comienzo del saber acontece en la función extática de la consciencia; esto es, en su capacidad de asombrarse, maravillarse, entusiasmarse; a partir de aquí, viene la racionalización con sus preguntas y respuestas, la desideralización con sus aspiraciones y apetencias, la intencionalización con sus fines y objetivos. La falta de energía extática lleva a la pereza, a la monotonía y, sobre todo, a la falta de motivación.

Todo método que abstrae, que separa, es reductivo de lo singular; al contrario, el método genético potencia la presencia de lo singular en la consciencia reduciendo –por medio de la respuesta activa a la inspiración en la UNIDAD DE VIVENCIA– los límites formales de los diversos condicionamientos. Esta reducción limitativa es lo que puede proporcionarnos una visión bien formada del objeto. La abstracción (Véase ABSTRACTISMO) es, en resumidas cuentas, empañamiento de la visión de lo singular en nuestra consciencia. Nuestra consciencia es un ente singular si, y solo si, es consciencia ontológica definida por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto.

20_.- ¿Qué quiere decir que la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA es principio epistémico? –La DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA es principio epistémico porque es el TERCIO INCLUSO_ entre la consciencia y el objeto, y actúa en la consciencia, capacitándola y moviéndola a unirse con el objeto intelectiva y volitivamente; actúa en el objeto, capacitándolo y moviéndolo para ser, unitivamente, inteligible y volitivo a la consciencia. La inspiración es, en este sentido, principio de ser, de conocer, de querer y de libertad. Inspirar significa atraer, lo cual quiere decir que el objeto del conocimiento intelectivo, volitivo y unitivo es atraído en la consciencia por la presencia del PRINCIPIO EPISTÉMICO en esta, y la consciencia es atraída por la presencia del principio epistémico en el objeto.

La presencia del absoluto en la consciencia es siempre constitutiva, mientras que la presencia del absoluto en el objeto puede ser constitutiva, reverberativa o vestigial, según sea la categoría propia del objeto: personas, VIVIENTES NO PERSONALES o cosas. La inspiración dada a la consciencia se proyecta en las facultades:

  1. moviendo a la facultad intelectiva a entender, intuir, razonar, recordar, aprehender;

  2. moviendo a la facultad volitiva a querer, fruir, desear, imaginar, preferir;

  3. moviendo a la facultad unitiva a unir, elegir, intencionar[6], conectar, adherirse.

Se obtiene, de este modo, no sin el límite formal significado por la finitud[7], el carácter inspirado de las intuiciones, fruiciones, decisiones, ideas, deseos, emociones, sentimientos, intenciones, etc…

21_.- ¿Qué sucede con la libertad humana en el proceso del conocimiento? –La DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA, como principio epistémico o inspiración, no afecta solo al entendimiento o a la razón; afecta, sobre todo, a la libertad_ formada por el amor, síntesis del entendimiento formado por la CREENCIA y de la voluntad formada por la expectativa. Si afecta a la libertad, afecta de igual modo a las tres facultades con sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS. La inspiración es el principio del conocimiento de la riqueza que nos constituye, nos forma, nos personaliza, y nos realiza. En resumen, según nuestro autor, por la inspiración, el ser humano:

  1. percibe y se comunica unitiva o libremente, intelectiva y volitivamente;

  2. concibe y recrea el gene ontológico, en el que tiene codificado el PATRIMONIO GENÉTICO que lo define como persona o DEIDAD;

  3. razona, desea e intenta la verdad, el bien, la belleza, la unidad y todo lo que le es dado como valor;

  4. siente, se emociona, se apasiona por todo lo que le es dado como virtud que le conduce al modelo absoluto.

22.- ¿En qué sentido, según F. Rielo, nuestra consciencia no es pasiva ante la inspiración? – Porque la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto es acción agente y la consciencia es acción receptiva. Esta DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA, como principio epistémico, hace dos cosas al mismo tiempo:

a) inspirar, atraer, al objeto hacia el sujeto;

b) inspirar, atraer, al sujeto hacia sí misma.

Esto quiere decir que, en el mismo acto inspirador de atraernos el objeto hacia nosotros, la inspiración de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto, a su vez, nos atrae hacia ella misma. La razón es porque la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto es el atractor. Es presencia atractiva, que nos sume en su conocimiento absoluto con el objeto de modelar o formar, ontológicamente, nuestro conocer. Ello significa que la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto abre transcendentalmente nuestro conocimiento a la infinitud del conocimiento modélico o metafísico. Esta aperturidad atractiva es la que hace que el conocimiento modélico se comunique en el conocimiento humano, haciendo que el objeto y el sujeto inspirados queden abiertos transcendentalmente en el proceso consciencial.

El objeto modifica, en virtud de la inspiración, al sujeto, y el sujeto modifica, en virtud de la inspiración, al objeto; no existe el estatismo absoluto en ninguno de los relatos del proceso cognitivo. La modificación revela la interacción formal de objeto y sujeto, abierta a la inspiración. Hay, pues, una transformación, un crecimiento experiencial del ser humano en cada acto que realiza, explícitamente, la consciencia potestativa, es decir, un acto que, provisto de geneticidad ontológica, penetra las facultades y sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS para ahondar cognitivamente en todas las dimensiones del objeto. Podemos, así, hacernos cargo del objeto porque nos ha sido dada la capacidad para ello. Pero no podemos, genéticamente, hacernos cargo de cualquier manera, sino con la unidad, la dirección y el sentido que nos proporciona la inspiración o conocimiento modélico activando las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS.

Transcendentalmente, nuestro conocimiento tiende a conocer al objeto con el mismo conocer con el que el modelo absoluto lo conoce. El modelo absoluto no tiende a porque es absoluto, pero hace posible que el conocimiento que no es absoluto tienda libremente hacia el modelo absoluto. Nuestro conocimiento tiende a conocer porque, abierto al infinito, posee, sin embargo, la finitud de su límite formal. De este modo, tiende a reducir la resistencia y los condicionantes del límite formal, en tal grado que todas las funciones formales adquieren la unidad, la dirección y el sentido del límite transcendental. Pero también tiende a sumirse o quedarse en la resistencia y los condicionantes del límite formal porque, libremente, no quiere librar el esfuerzo; prefiere dejarse llevar de la ignava ratio, de la ignava cupiditas y de la ignava intentio. De la unidad, dirección y sentido que tome nuestro tender a depende que nuestro conocimiento del objeto esté bien formado[8].

23_.- ¿Al introducir F. Rielo la inspiración en el proceso del conocimiento, ¿no se da un cierto reduccionismo del conocimiento, limitando la libre creatividad humana? –_ Según el sistema rieliano, es todo lo contrario: la inspiración nos lleva a hacernos con el objeto y nos da la capacidad para ello, pero siempre hay un plus que nos lleva positivamente al misterio, que no es otra cosa que la experiencia concreta, en el OBJETO DE CONSCIENCIA , de apertura al infinito.

Hacerse cargo del objeto no es reducir la percepción del mismo a lo sensorial, a lo instintivo o a lo imaginativo. Hacerse cargo del objeto es, más bien, percibirlo en todas sus dimensiones, sin restricción alguna, desde la aperturidad genética de nuestra consciencia potestativa.

Hemos sufrido históricamente, en mayor o en menor medida, la lacra del reduccionismo cognitivo. El SEUDOPRINCIPIO DE IDENTIDAD , al que históricamente nos hemos aferrado cerrando con la reduplicación tautológica la definición transcendente, es el primer culpable. La consciencia potestativa, definida ontológicamente por estructuras y operadores activados por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto como PRINCIPIO EPISTÉMICO, se proyecta en las facultades con sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS.

La percepción ontológica del objeto se despliega, por tanto, en las facultades con sus funciones sicoespirituales, sicosomáticas y sicoorgánicas. Nuestra percepción ontológica, asumiendo estas funciones como caracteres suyos, es, por esta causa, sensorial, refleja, instintiva, pulsional, sicomotivacional, actitudinal, sentimental, emotiva, pasional, mnésica, imaginativa, vincular, lingüística, racional, desiderativa, intencional, intuitiva, fruitiva y de libertad. El carácter más importante de nuestra percepción ontológica, o de nuestro proceder consciencial, es el de la libertad con sus dos funciones: la INTUICIÓN y la FRUICIÓN, a las que, respectivamente, corresponden la advertencia intelectual y el consentimiento volitivo. Las demás funciones sicosomáticas de las facultades están ordenadas, ontológicamente, a la integridad del ejercicio formativo de la libertad.

24_.- ¿Cuál es la diferencia del LÍMITE formal y transcendental del conocimiento humano? –_La diferencia del límite FORMAL Y TRANSCENDENTAL del conocimiento humano es precisa: así como el límite formal es condicionante, restrictivo, reductivo, obstaculizante e impediente del conocimiento bien formado, el límite transcendental es, por el contrario, constituyente, definiente, potenciante, incrementativo.

El límite transcendental nos introduce en la experiencia del misterio de una consciencia y su objeto abiertos al infinito o absoluto. Si el límite formal es la finitud de la persona humana, el límite transcendental es la apertura de su finitud a la infinitud del modelo absoluto por la propia presencia constitutiva del modelo absoluto en la persona humana: una presencia que, siendo constitutiva, nos define y estructura genéticamente a imagen y semejanza del absoluto. El corolario es sencillo: por el límite formal el ser humano posee la finitud reductiva que gravita sobre él; por el límite transcendental tiene la posibilidad de incrementar potenciativamente la apertura de su finitud a la infinitud del modelo absoluto.

Sin el límite transcendental de la inspiración, no hay creatividad ni progreso en las ciencias, sean experienciales o sean experimentales. Sin inspiración, la ciencia es estéril; más aún, el conocimiento científico sería imposible, quedando este reducido a simple percepción estimúlica, instintual o pulsional, por muy perfecta y elaborada que esta fuera. Sería, en definitiva, percepción comunicativa de un viviente no personal. Dicho en otros términos, un conocimiento sin inspiración no es conocimiento; es, sencillamente, percepción meramente subconsciencial.

25_.- ¿No existe una cierta inspiración en los VIVIENTES NO PERSONALES? –La inspiración es solo actuación de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA como PRINCIPIO EPISTÉMICO_ en el ser humano. Los VIVIENTES NO PERSONALES solo poseen, por su capacidad, DIVINA PRESENCIA REVERBERATIVA , que es extrínseca, y actúa en la naturaleza subconsciencial de estos[9].

El conocimiento del ser humano no reside en los estímulos y reflejos, en los instintos y pulsiones, en las actitudes y sicomotivaciones de su sicosoma; antes bien, en su consciencia potestativa, inspirada por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto como principio epistémico, y proyectada en las FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS de las facultades. Los SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS, el lenguaje y las demás funciones sicosomáticas son solo condición limitativa del conocimiento; en ningún caso, origen, fundamento o principio.

26_.- ¿Un ateo o un agnóstico tendrían menor inspiración constitutiva que un creyente? –En absoluto. La relación del ser humano con el modelo absoluto, y, pasando por el modelo absoluto, con sus semejantes, con los seres y con las cosas, es transverberativa experiencia dialogal. Cuando se sustituye, de mala fe, al modelo absoluto por otra ABSOLUTIZACIÓN_ (Véase ABSOLUTIZACIÓN y ABSOLUTIZAR) artificial, el diálogo ontológico permanece porque la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA como principio epistémico no puede ser destruida; pero se convierte en un seudodiálogo individualista, egotizado. La razón es la siguiente: la dialogación, desprovista intencionalmente del modelo absoluto, es, en última instancia, proyección que hace el ser humano de un sí mismo que, no sabiendo en realidad en qué consiste, puede resultar —racional, desiderativa o intencionalmente— cualquier cosa que proyecta, a su vez, aversión o rechazo, de la indeleble presencia del modelo absoluto. Quienes admiten el absoluto no por ello tienen que tener necesariamente una visión bien formada de él; por tanto, se encontrarían en el mismo caso que quien lo rechaza. Quien rechaza o deforma el absoluto se pone en la misma actitud, en el mismo camino, en la deriva que no lleva a ninguna parte.

La inspiración, al ser constitutiva, siempre se está dando en el ser humano, pero el ser humano puede degradarla intencionalmente cuando no tiene un comportamiento genético, independientemente de su cultura, ideología o religión [10]. La persona no creyente, pero que es responsable, trabajadora, honesta, recibe inspiración; sería raro que una persona, con estas características, no siguiera algo que se le da como verdadero, bueno o bello. La inspiración se da, como el sol y la lluvia, a creyentes y no creyentes. La creatividad, el fruto, se da al esfuerzo: «Comerás el pan con el sudor de tu frente» (Gén 3,19).

Cuando la sustitución del absoluto no es de mala fe, la proyección arroja, sobre todo, multitud de productos culturales, educacionales, religiosos, ideológicos, en los que está latente —aunque debilitada, olvidada, cuestionada, distorsionada, indiferenciada o deformada— la presencia inapelable del modelo absoluto. Las actitudes fanáticas son, por último, las proyecciones sustitutivas más degradantes porque intentan romper, por la coacción y el odio, la esencia dialogal de la persona humana; esto es, la transverberación o concepción genética del amor. La inspiración constitutiva, elevada la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA al orden cristológico, es inspiración santificante en orden a la conversión, a la salvación y, de modo especial, a la santidad a la cual estamos todos los seres humanos llamados.

27_.- ¿Qué sucede con la inspiración cuando se dan las actitudes seudodialogales y la soberbia intelectual? –_El ser humano tiende, por medio de la inspiración, a transcenderse genéticamente en la verdad, bondad, belleza y unidad; en ningún caso, en sus contrarios. La tendencia a los contrarios, por medio de la egotización de las estructuras y operadores, es disgenética. La inspiración se da siempre en la UNIDAD DE VIVENCIA por muy débil que esta sea; en ningún caso, en el egoísmo, en la falsedad, en lo sombrío, en la ambigüedad, en la división, en el odio… La inspiración acontece cuando el ser humano se transciende en la sencillez, en la generosidad, en la honradez, en la disposición, en la paciencia, en la constancia, en la laboriosidad, en la justicia, en la prudencia, etc. Al contrario, la inspiración se esconde o declina en todo intento egotizador. Esta egotización por parte del ser humano consiste en ser egoísta con apariencia de unidad, concebir la mentira con apariencia de verdad, querer el MAL con apariencia de bondad, gustar la fealdad con apariencia de belleza, fomentar el odio con apariencia de amor, vivir el vicio con apariencia de virtud. La egotización de las ESTRUCTURAS Y OPERADORES GENÉTICOS obtiene como consecuencia la DEGRADACIÓN de estas. Hay, no obstante, diversos niveles de egotización, como también diversos niveles de DEGRADACIÓN.

Es, precisamente, la inspiración la que nos lleva siempre a más, a penetrar el objeto con inteligencia, voluntad y unión abiertas al infinito, pero nunca llegaremos a conocer el objeto como la infinitud del modelo absoluto lo conoce. Nuestra soberbia intelectual, volitiva y unitiva, con toda su sobrecarga sicoespiritual, sicosomática y sensorial, puede llevarnos a creer que conocemos la realidad como es —dígase de la mesa o de cualquier otro objeto de conocimiento— sin querer reconocer, no solo el enorme freno de nuestros límites formales, sino sobre todo la resistencia a aquello que constituye y define transcendentalmente nuestro conocimiento: la inspiración. Resistir a la inspiración —y hay muchas formas de hacerlo— es el mayor condicionante del conocimiento. La razón es muy simple: porque lo que define, y forma nuestro conocimiento, es la inspiración; esto es, la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto como principio epistémico en nuestra consciencia potestativa. La tendencia egotizadora de nuestro espíritu, que pertenece al límite formal, es la causa de la resistencia a la inspiración cuando dicha egotización es puesta en acto por una POTENCIA DE UNIÓN que, degradando su libertad, degrada a su vez la inteligencia y la voluntad con sus FUNCIONES SICOESPIRITUALES Y SICOSOMÁTICAS.



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  1. F. Rielo, Mis meditaciones, ob. cit., 53-54.
  2. La conectiva es lo que tradicionalmente se ha denominado estimativa o sentido común.
  3. Asuntos como la conciencia, los sentimientos, las emociones o las pasiones, reservados antes a la filosofía, a la moral, a las artes, pasan a tomar cierta importancia en el ámbito científico experimental de la sicología, sicoterapia, pedagogía, sociología, antropología, medicina y otras ciencias. Las investigaciones, con las modernas tecnologías, que visualizan el cerebro en pleno funcionamiento, teniendo presentes sus bases anatómicas, bioquímicas y electrofisiológicas, han revelado que los sentimientos, emociones y pasiones de carácter positivo y negativo —miedo, alegría, tristeza, ira, amor— influyen en la salud y en la vida consciente de la persona más de lo que se suponía.
  4. Con tecnologías como la resonancia magnética funcional o la tomografía por emisión de positrones (TEP), se han obtenido instantáneas que han ayudado a comprender, por ejemplo, por qué cuando se está deprimido se razona peor. Las imágenes muestran que en una persona deprimida aumenta la actividad del llamado cerebro emocional y disminuye la del llamado cerebro cognitivo. Al estudiar de nuevo a estas personas tras recibir tratamiento antidepresivo se puede valorar cómo esta actividad se normaliza. No es suficiente, sin embargo, el tratamiento estrictamente médico, sicológico o siquiátrico, pues la persona humana no puede reducirse a sus estados emocionales, que corresponden a una de las tantas funciones complejas de su espíritu sicosomatizado. Un ser humano, embargado por la emoción, no podría juzgar con ecuanimidad sobre el objeto de conocimiento. Es más: las emociones y las pasiones han sido vistas como experiencias negativas que turbaban el sosiego y la tranquilidad del alma, y que, en todo caso, había que soportar estoicamente. Pero ¿puede el ser humano adquirir un estado de insensibilidad e indiferencia estoicas, o desprenderse, como si tal cosa, de sus sentimientos, emociones o pasiones, o, más bien, los sentimientos, las emociones y las pasiones forman parte integral del conocimiento, del comportamiento y, en general, del vivir humano?
  5. () 
  6. Este neologismo es verbalización del sustantivo ‘INTENCIÓN’ cuyas funciones son la razón y el DESEO, de las que hace síntesis. La INTENCIÓN posee el significado de su étimo latino intendere: tender hacia. Este tender hacia posee como término el objeto de la facultad unitiva, al cual tiende. El ser humano, con su INTENCIÓN, hace suyo el objeto racionalizándolo y desideralizándolo, porque la INTENCIÓN es síntesis de la razón y el DESEO. La INTENCIÓN, la razón y el DESEO son, finalmente, cerebraciones o somatizaciones de las respectivas facultades. Son, en este sentido, funciones sicosomáticas.

  7. Se fundan, en este límite formal, las diversas deformaciones o malformaciones de nuestro actuar intelectivo, volitivo y unitivo, sobre todo si nos referimos a las de carácter moral. La deformación o malformación moral —como la desunión, la falsedad, la malicia o la fealdad— no puede ser atribuida, en ningún caso, a la inspiración; antes bien, a la egotización del individuo o inmersión consciente del yo en el complejo pulsional y estimúlico del sicosoma. El ego es, pues, la proyección del YO en el sicosoma; por tanto, el resultado de una DEGRADACIÓN del yo, cuando este es consciente intelectiva, volitiva y unitivamente. Una cosa es la tendencia egótica, y otra es la cesión intelectiva, volitiva y libre del ser humano a esta tendencia.
  8. Un científico que no acomete su investigación con el esfuerzo exigido para ello no podrá nunca llevar a cabo nada que merezca la pena. Lo mismo debe afirmarse de cualquier ámbito del conocimiento. Conocer es, formalmente, vencer la resistencia y los condicionantes del límite formal.
  9. Si ponemos el caso de las abejas, por ejemplo, observamos que poseen una percepción subconsciencial, instintual y estimúlica, muy perfeccionada con el objeto de elaborar la miel. Producir una colmena es un milagro de ingeniería logrado con el trabajo colectivo de miles de abejas: unas ochenta mil pueden trabajar juntas sin dejar ningún resquicio, construyendo todas las celdillas iguales, con una estructura hexagonal perfecta. ¿Cómo es que miles de abejas pueden actuar al unísono y realizar cálculos tan precisos como los señalados? Desde luego, no es por inspiración. No hay otra explicación que la enorme complejidad de la percepción instintual y estimúlica, percepción subconsciencial, regida por leyes definidas por la divina presencia reverberante del modelo absoluto en el sicosoma subconsciencial e inconsciencial de las abejas.
  10. Cuando alguien, que, por ejemplo, se dice ateo o agnóstico, intenta hacer algo lo mejor posible, intenta ser bueno o hacer el mejor bien posible en beneficio de los demás, se está comportando genéticamente; por tanto, bajo la razón de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto. Otra cuestión diferente sería descubrir el complejo origen de estas actitudes que conducen al ser humano a representaciones modelares objetivamente incoherentes.