Categoría:Diccionario

De Escuela idente
        1. A MODO DE JUSTIFICACIÓN Y SÍNTESIS DEL SISTEMA GENÉTICO

Cuando de niños, o ya de adultos, queremos aprender una lengua nueva, es muy importante conocer el abecedario básico. No es lo mismo un abecedario occidental-europeo, que otro asiático. Esta misma tarea, por analogía, se nos pide en todas las ramas del saber humano: de cada ciencia, tenemos que conocer su vocabulario, para poder entender lo que leemos, lo que vemos o lo que escuchamos, y, al mismo tiempo, para poder construir palabras y frases con sentido. De igual modo sucede en filosofía y en TEOLOGÍA. Particularmente, cuando nos encontramos con un filósofo o un teólogo de raza y auténtico, como Fernando Rielo. De nada sirve leer y leer sus escritos, si no entendemos, como trasfondo, los conceptos y realidades más básicas. Sin una comprensión de los términos que utiliza, jamás gustaremos la riqueza y profundidad de lo que nos transmite. Siempre con la carga semántica y el sentido que él los da; no con el que nosotros imaginamos. A esta tarea obedece el presente Diccionario básico y temático. Con una confesión sincera: “Se aprende mejor aquello que, luego, se debe enseñar”.

1.- ¿Qué se pretende con el presente Diccionario?

Un servicio, humilde y útil, para poder comprender la obra y el pensamiento de Fernando Rielo Pardal, a quien se asoma por primera vez a nuestro autor, o a quien desea profundizar más en él; todo ello, sin ser definitivo. #### 2.- ¿Qué tres dificultades previas encontramos? La primera, que su pretensión es muy original y novedosa; la segunda, que no están todas sus obras publicadas; y la tercera, que es un autor muy polifacético, en sí mismo y en cuanto a los géneros literarios con los que se expresa poesía y ensayo, metafísica y TEOLOGÍA, espiritualidad y MÍSTICA, pedagogía y psicología–; inevitablemente, todos ellos se entrelazan y se complementan entre sí.

3.- ¿Por qué, desde dónde, y para qué piensa y escribe F. Rielo?

Si para el gran teólogo H. U. von Balthasar, «la TRINIDAD era el lugar metafísico-teológico de la criatura»[1], y desde allí hacía TEOLOGÍA, para F. Rielo, la TRINIDAD no es solo ‘el lugar’, sino el hogar metafísico-místico desde donde hará su TEOLOGÍA, en medio de dolorosas dificultades de diversa índole, incluida su frágil salud[2]. Este quehacer lo resume adecuadamente el título de su obra En el corazón del Padre[3], y los libros Diálogo a tres voces[4], Leyendas de Amor[5], y Mis meditaciones desde el modelo GENÉTICO[6].

4.- ¿Se puede calificar a F. Rielo de autodidacta o diletante, en cuanto a su filosofía y a su TEOLOGÍA, o están bien y rigurosamente avaladas?

Si bien se desprende de su biografía que no fue un profesor académico, sin embargo, recibió sistemáticamente formación filosófica y teológica en sus once años de religioso redentorista; posteriormente, con dicha base, se formó con dedicación y competencia en ambas disciplinas. Siempre con una mirada evangelizadora, de servicio misionero, y nunca autorreferencial.

5.- ¿En qué sentido se puede decir que el sistema de F. Rielo no es ‘autorreferencial’?

Porque, aunque pueda parecer obvio, como cristiano y fiel hijo de la Iglesia, el único y principal propósito de F. Rielo era, ante todo, y sobre todo, el anuncio del Misterio de Nuestro Señor Jesucristo, en clave Trinitaria; no el suyo propio. Es un ‘misionero (idente) de la TRINIDAD’. Por otro lado, ha tenido que reelaborar un sistema metafísico propio y original. Según Aristóteles, cada nueva generación debe preguntarse de nuevo por el ser, y hacer metafísica. El siglo XX pudo ser definido como olvido del ser y vuelta al ser. También la TEOLOGÍA tuvo que plantearse la cuestión del ser, no por curiosidad, sino por necesidad interna, porque solo desde la cuestión del ser se podrá plantear rectamente la cuestión de Dios y la cuestión del hombre. F. Rielo hace realidad el axioma clásico: Theologia supponit, elevat, non destruit, perficit philosophiam, desvelando a Jesucristo como la piedra angular, el heredero de toda la verdad, el Excelso Metafísico; por eso, afirma: «Mi modelo, escogiendo por maestro al Cristo histórico, eleva el Evangelio a rango metafísico y, a su vez, ontológico en tal grado que, dentro del campo racional, la ciencia metafísica con la ciencia ontológica fundamenta la forma del humano pensar y vivir ecuménicos. Cristo ha representado para mi pensamiento, haciendo de su palabra existencia y estudio durante muchos años, darle los merecidos títulos que le han sido por tiempo silenciados: supremo metafísico, auténtico filósofo de la historia y de la ética transcendental, poeta místico o incluso, entre otros títulos, el maestro que eleva la política a ciencia del espíritu»[7]. F. Rielo puso de relieve lo mismo que H.U. von Balthasar: que todo lo humano y mundano debe ser entendido e interpretado, en última instancia, desde Cristo. La ontología, teoría del conocimiento, ética y estética tienen su medida decisiva en Jesucristo. Todo ello sin prejuicios y haciendo realidad que «a partir de este a priori teológico, la Filosofía ganará la certeza de estar en el recto camino de la interpretación del ser»[8].

6.- ¿En qué contexto filosófico y teológico realiza F. Rielo su metafísica-teología?

En cuanto a lo filosófico, en un contexto genuinamente post-kantiano. Los filósofos que suceden a Kant se diferencian de él de manera radical, tanto como se asemejan a él de manera perfecta. Se diferencian radicalmente en su punto de partida, que no será el conocimiento y la moral, sino lo absoluto, ese algo incondicionado, al que no llega Kant, y que dará sentido y progresividad al conocimiento, y fundamentará la validez de los juicios morales[9]. En todo ese amplio, poliédrico y heterogéneo panorama postkantiano, emerge y se inscribe la novedad y singularidad del sistema metafísico-místico de F. Rielo[10].

La insistencia de F. Rielo en superar y desterrar, por insuficiente, el SEUDOPRINCIPIO DE IDENTIDAD , elevado a metafísica por Parménides, no es una voz aislada. En su tiempo, ya M. Heidegger, J. Ortega y Gasset, o M. García Morente, lo venían reclamando desde filosofías diversas. Este último, García Morente, por la denominada filosofía de la vida, abogaba por una nueva lógica que superase las dos grandes corrientes filosóficas históricas: el realismo y el idealismo, herederas de los principios metafísicos del ser de Parménides. Se necesita repensar la metafísica con otros conceptos[11]. Estamos en una tercera navegación de la filosofía, «porque nos hemos apercibido de que lo subrayado por el realismo y el idealismo son fragmentos de una sola realidad: aquel –el realismo– afirma el fragmento de las cosas que están en la vida; este –el idealismo– el fragmento del yo, que también está en la vida. Pero ahora queremos una metafísica que se apoye, no en los fragmentos de un edificio, sino en la plenitud de su base: en la vida misma»[12].

No menos crítico se muestra X. Zubiri, para quien, en el quehacer filosófico contemporáneo, hay tres fenómenos que pueden desvirtuar la filosofía misma: la positivización niveladora del saber, una radical desorientación en el mundo, y la ausencia de una auténtica vida intelectual[13]. Por ello, no solo no tenemos problemas filosóficos nuevos, sino que el mismo filosofar resulta problemático y la misma idea del ser se ha olvidado[14]. La filosofía debe reaccionar ante ello para abarcar “todo cuanto es” transcendentalmente y adquirir una visión transcendental del mundo, y hacer posible que la inteligencia capte las cosas “en cuanto son”. Esta reflexión transcendental debe hacerse en tres dimensiones o regiones: el ser, el mundo y la inteligencia[15]. Pero conscientes, al mismo tiempo, de que han aparecido tres realidades nuevas: la historia, la técnica y la urgencia. A todo ello, se unen las tres grandes desviaciones del pensamiento actual: el positivismo, el pragmatismo, y el relativismo historicista[16]. X. Xubiri, muy cercano en cuanto a su objetivo con F. Rielo, propone el tema de la religación, como un constitutivo de la persona humana, para un correcto planteamiento del problema de Dios en el hombre mismo.

En relación con lo propiamente teológico, nuestro autor, F. Rielo, se sitúa en el marco del quehacer teológico del siglo XX[17]. Como muchos otros pensadores católicos, fue testigo del derrumbe humano, espiritual y religioso que sufrió el s. XX, y del foso profundo y cada vez mayor entre religión cristiana, por un lado, y sociedad y cultura, por otro, motivado por causas culturales y dramáticos eventos sociales y políticos; y, sobre todo, por el anunciado final de la filosofía[18]. Lo más decisivo, tanto en F. Rielo como, por ejemplo, en H.U. von Balthasar, es el haber recolocado, simultáneamente, en un primer plano teológico, la importancia de la reflexión sobre el Ser, centrada en el Misterio Trinitario[19]. En este sentido, se llega a afirmar que «el futuro pertenecerá a la TEOLOGÍA Trinitaria»[20].

7.- ¿El sistema rieliano, coherentemente blindado y de pensamiento fuerte permite suficiente libertad y sana creatividad a la conciencia y tarea del teólogo para una reflexión?

Deja total libertad y sana creatividad, e incluso suscita al teólogo, dentro de su libertad de investigación y cátedra, el unir una mayor creatividad y una firme fidelidad, desde la seguridad de un sistema de pensamiento fuerte. Con palabras de H.U. von Balthasar, que sin duda haría suyas F. Rielo, «la TEOLOGÍA es efectivamente respuesta, pero nunca estrangula la pregunta indagadora de la filosofía, sino que la estimula con mayor motivo»[21]. F. Rielo ha puesto de relieve que Dios, en Jesucristo, no se nos revela anulando o saltando el Ser, sino irrumpiendo en el centro, y desde lo más profundo, del ser. El objeto formal de la TEOLOGÍA enlaza con el corazón mismo de la metafísica, abriéndola al misterio del Ser mismo. Cristo, el Metafísico por excelencia, encarnando la Verdad, el Método y la Vida, nos introduce de lleno en el misterio y la intimidad del “SER+” absoluto: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

8.- ¿Cuál fue el origen de la visión metafísica y antropológica de F. Rielo?

El pensamiento de F. Rielo no nace detrás de una mesa de despacho, ni en las bibliotecas de la universidad, ni en el laboratorio, ni en la llamada torre de marfil. No nace dentro de unas condiciones físicas, sicológicas y en la tranquilidad que todos deseamos. El origen del pensamiento rieliano no tiene otro paisaje que el del sufrimiento, la cruz, o lo que él mismo denomina el DOLOR DEL AMOR. Así lo expresa el propio Rielo en un libro de entrevistas: «El origen de mi pensamiento tuvo el momento culminante un día 30 de mayo de 1964, festividad de san Fernando. Estaba convaleciente de una dificilísima operación, entre las muchas que he padecido hasta el presente, en la que se me había hecho, en medio de una hemorragia masiva, recesión máxima del aparato digestivo. La noche de este día de mi santo había sufrido unos dolores espantosos. Mi residencia en Madrid era entonces la casa familiar con mi madre y mis hermanas. Ellas querían conmemorar este señalado día. Me levanté hacia las cinco de la mañana, en medio de un amanecer espléndido propio de la primavera madrileña. Me dirigí a la llamada “Plaza de los Mártires” para luego adentrarme en la floresta del Parque del Oeste. Me senté en un banco rústico; en este instante, clamé con agónico dolor a mi Padre Celeste: “Yo no soy nada; Tú eres el ser.” Se me abrieron, de forma repentina, los cielos con transfiguración del verdeante paisaje al tiempo que una voz enérgica, su voz paterna, respondía a mi gemido: “Yo soy más que el ser que dices”. Apareció, al momento, escala esbeltísima por la que subían y bajaban ángeles ante mi infusa mirada. El dolor me había desaparecido, regresando a mi hogar, antes de que se levantaran mi madre y mis hermanas, para celebrar juntos el desayuno de mi onomástica»[22].

F. Rielo estaba preparado para esta experiencia MÍSTICA porque ya poseía una vastísima cultura literaria y filosófica que comenzó en la época de sus estudios de bachillerato. Él mismo nos lo relata: «Las primeras lecturas que me marcaron, hacia los diez u once años, pueden remitirse a mi conocimiento, siempre dentro de los límites de esta edad, de los clásicos españoles, griegos, latinos, orientales… Mi padre era un gran lector. Dominaba muy bien la literatura. Era un hombre cultísimo y quería que yo tuviese también esta cultura. Se interesaba mucho por nuestra formación, nos inculcó la pasión por la lectura, la inclinación a saber, a penetrar en los valores humanos, en el porqué último de las cosas. Todas las semanas íbamos con él al teatro, despertando en mí el conocimiento de las grandes obras dramáticas y líricas de la literatura española y, en general, de la mundial. […] Aprendí a dibujar muy bien hasta el extremo de que mi padre pensó que, junto con los estudios de bachillerato, yo debía estudiar en la Escuela de Bellas Artes porque veía en mí grandes cualidades para el dibujo y la pintura. […] Me enamoré primero de la literatura; después, cuando cayó en mis manos la Crítica de la razón pura de Kant, me enamoré, simultáneamente, de la filosofía»[23].

La lectura anticipada de Kant le abre el apetito por la filosofía[24], pero la inteligencia rieliana encuentra en los orígenes históricos de la metafísica la verdadera problemática que acucia al pensamiento. Por ello, Rielo justifica, amparándose en Parménides, la experiencia SOBRENATURAL que tuvo del “SER+” ese 30 de mayo de 1964: «La diosa de la verdad, invocada por Parménides, caía como desprendida roca haciéndose añicos hasta quedar convertida en nada. Si este genio de la metafísica, Parménides, se sintió con el derecho, por nadie desmentido, de poner su saber en boca de una diosa gentílica, ¿cuál no será el mío ante la invocación de un Padre que se dirige a un pobre hijo suyo que ama, aunque no posea toda la verdad, esta misma verdad?»[25].

Nadie de su familia observó nada de lo que había ocurrido. La inteligencia y el corazón de Rielo habían recibido un toque especial que influiría decisivamente en la forma de ver la realidad, la resolución de los problemas de la existencia, el dar unidad, dirección y sentido al pensamiento, al hecho religioso, a la sociedad, a la cultura, a la historia.

Rielo estaba convencido de que con el “SER+” había visto el verdadero problema de la metafísica y, por tanto, del pensar filosófico. Por eso, nos sigue diciendo en el mismo libro: «Durante el regreso a mi casa, vuelto el paisaje a mi natural mirada, se grabó en mi inteligencia, con rechazo de la identidad del ser a título de metafísico principio, única palabra: “SER+”. Esta fórmula, por mí contemplada llena de vida, iluminando mi pensamiento, me alejó de todos los sistemas filosóficos en virtud de que, incurriendo estos en una identidad carente de sentido sintáctico, semántico y metafísico, afectaban gravemente, conforme a mi sentir, al campo teológico»[26].

El problema fundamental que descubre es que los sistemas filosóficos incurren en el SEUDOPRINCIPIO DE IDENTIDAD: que el ‘pecado original’ de la metafísica estaba en el abstracto (Abstractismo) “ser es ser y no ser es no ser” de Parménides, y que este pecado influye en todos los sistemas filosóficos. Es más, F. Rielo habla también del pecado original de la religión acaecido con Adán y Eva, cuya proyección en la inteligencia humana es, precisamente, el SEUDOPRINCIPIO DE IDENTIDAD. El “yo es yo”,_ que sistematiza genialmente Fichte, es el que está larvado en todo sistema, proyectándose desde aquel todas las formas del pensamiento identitático. Esto no quiere decir que la filosofía no haya conseguido admirables logros, pero lo ha hecho a pesar de esta losa del SEUDOPRINCIPIO DE IDENTIDAD. Rielo afirma que es el SER+, o CONCEPCIÓN GENÉTICA DEL PRINCIPIO DE RELACIÓN , quien puede romper con éxito el SEUDOPRINCIPIO DE IDENTIDAD, superando las paradojas y contradicciones de la identidad estática parmenídica, y de la identidad dinámica heraclíteo-hegeliana.

Nuestro autor insiste en el carácter extraacadémico de su hallazgo, parangonándolo con el de Parménides: «Si Parménides invoca a la diosa de la verdad, ¿por qué yo, siendo cristiano, no puedo afirmar que mi Padre Celeste me ha revelado, en visión, el punto de partida de la suma verdad del ser? El poema de Parménides canta que su autor emprendió un camino intelectual para visitar a la diosa de la verdad. A su vuelta, vio que la verdad era ‘el ser es y el no ser no es’. Mi crítica a Parménides se reduce a su ambigüedad sobre el concepto ‘verdad’. Yo le hubiera dicho: “si tú, Parménides, has ido en búsqueda de la verdad y manifiestas que la has encontrado, no debes afirmar que la verdad es ‘el ser es y el no ser no es’, sino ‘la verdad es una diosa’”»[27]… «La diosa era para mí falsa divinidad de este caudillo (Parménides) del ser»[28].

Efectivamente, la verdad no debiera haber sido para Parménides “el ser es y el no ser no es”, sino quien él mismo dice que le revela esta especie de luminosidad del ser; esto es, la diosa de la verdad. Habrá que ir, por tanto, a la diosa porque ella sería supuestamente la verdad. Pero F. Rielo subraya que Parménides no sale de la visión identitática de una diosa que lo único que puede revelar es una verdad tautológica, esto es, una seudoverdad.

¿Qué es, pues, ese “SER+” en Fernando Rielo? – Él mismo nos lo enseña con nitidez: «Consumado el trance de mi espíritu, observé, configurado con mi fantasía, que Cristo era el metafísico de la Iglesia en virtud de lo cual esta no tenía que empeñarse en cristianizar metafísicas de mano gentílica. La revelación por Cristo de que el ser es Santísima TRINIDAD, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es definición transacadémica que, ajena al racionalismo y al fideísmo, reside en la justa frontera de la razón y de la fe por Él establecida. Esta afirmación justifica con toda su plenitud la pretensión de que solo Él era el Maestro absoluto: “Vosotros no os dejéis llamar ‘Rabbí’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos” (Mt 23,8)»[29].

Nuestro autor insiste en otros muchos lugares sobre quién es, por encima de Parménides, Aristóteles, Descartes o Kant, el verdadero metafísico: «Tengo un sistema de pensamiento con unas características propias. Yo parto de Cristo mismo, que es el metafísico por antonomasia. Si Él dijo: “Yo soy la Verdad”, no nos iba a dejar de enseñar o revelar la concepción del ser. Me considero, por tanto, simplemente discípulo de Él»[30].

Cristo no necesita, para expresarse, de Parménides o de cualquier otro filósofo; antes bien, son los filósofos los que necesitan de Cristo para encontrar la plenitud activa del pensamiento y de la vida: «Tenemos que saber, por otra parte, que Cristo, al traer el cristianismo, ha traído también a este mundo la plenitud del saber, la plenitud de la verdad, y de la verdad que tiene que ser enseñada de una forma perfectamente organizada en todas las cátedras de todas las Universidades, de todos los centros estudiosos del mundo»[31].

Antes de Cristo las “semillas del Verbo” estaban esparcidas en el pensamiento, en la cultura y en la religión, pero no lograban conseguir el sostenimiento adecuado. Estas semillas tienen necesidad de la presencia activa del mismo Verbo, que potencia, incluye y dialoga con el hombre. Toda semilla de verdad está incluida en el mismo Verbo. Por eso, Rielo sale al paso de los que pudieran objetar que el pensamiento de Cristo no es universal: «Mi confesión de la fe cristiana no admite el prejuicio simplista de que el pensamiento de Cristo no tenga validez universal. Otro tema es saber exponer con competencia este pensamiento, en el que no puede desprenderse la vivencia de su mensaje. Soy un peregrino que intenta seguir el camino, la verdad y la vida de Cristo»[32].

El ámbito de la revelación de Cristo o inteligencia formada por la fe (propia de la religión cristiana), superado el ámbito de la inteligencia formada por la CREENCIA (propia de todas las religiones y culturas)[33], le lleva a Rielo a fundamentar todo en el Evangelio, pues en la Palabra de Cristo está la plenitud del saber metafísico y teológico: «Yo trato de fundamentar toda mi actuación, todas mis conferencias, mi actividad intelectual, mi comunicación con el prójimo, en el Evangelio, teniendo presente, al mismo tiempo, la corroboración del Magisterio»[34].

Con el fin de llevar esto a cabo, se debe librar un gran esfuerzo intelectual que el mismo Rielo confiesa de sí mismo. Su propósito: sentar a Cristo en la cátedra del pensamiento humano: «Yo me he pasado estudiando, meditando en las ciencias filosóficas, teológicas e incluso en las ciencias físicas y matemáticas, en las mismas ciencias políticas, sociológicas, solo con un pensamiento: Cristo yo solo me propongo y me puedo proponer una sola cosa para Ti; que me digas cuál es la verdad para poderla trasmitir. Que yo te pueda sentar a Ti, allí donde te han echado los filósofos de este mundo. Tú eres el Doctor. Eres el Premio Nobel por antonomasia. Tú tienes que estar sentado como el pensador del mundo, no solo como el Redentor del mundo. (…). No podemos ir siempre a Ti para emplearte solo en invocaciones humanas utilitaristas o para que me ayudes en esta u otra necesidad»[35].

Con su CONCEPCIÓN GENÉTICA DEL PRINCIPIO DE RELACIÓN o “SER+”, nuestro autor pone, a nivel intelectual formado por la CREENCIA, las bases sólidas de un ECUMENISMO metafísico y ontológico: «No se trata, en este caso, de un ECUMENISMO religioso, pretendido actualmente por las iglesias cristianas. Mi sistema se refiere, más bien, a un ECUMENISMO metafísico y ontológico, dado que el primer ámbito de mi CONCEPCIÓN GENÉTICA DEL PRINCIPIO DE RELACIÓN puede ser aceptado, sin el dato de la infusa fe teologal, por la inteligencia humana. Este es, para mí, el fundamento cultural para un ECUMENISMO religioso, no solo entre iglesias cristianas, sino también entre todos los credos. La raíz de esta ecumene, aportada por mi CONCEPCIÓN GENÉTICA DEL PRINCIPIO DE RELACIÓN, es, cuando menos, la BINIDAD de dos seres personales en INMANENTE COMPLEMENTARIEDAD INTRÍNSECA »[36]. La razón del verdadero ECUMENISMO es clara: el nivel intelectual formado por la CREENCIA dispone para recibir la SOBRENATURAL gracia del nivel intelectual formado por la infusa fe teologal.

Hay que decir, además, que esta concepción genética de Rielo está lejos de cualquier forma de abstracción. Él mismo lo afirma: «Nunca he tenido la experiencia de un Dios abstracto, universal o teórico. Mi experiencia personal es, con origen en el Padre, de las tres personas divinas que, aunque realmente distintas, se me presentan, al mismo tiempo, congenéticas; esto es, unum metaphysicum por naturaleza. La CONCIENCIA FILIAL en relación al Padre es de tal modo que me tiene también marcada una conciencia fraterna con Cristo y una conciencia que, inflamada por el fuego divino del Espíritu Santo, incrementa incesantemente mi estado filial con el Padre y también fraterno con el Hijo»[37]. Con el sistema GENÉTICO hemos entrado en un momento metafísico nuevo: el TEANTRÓPICO , es decir, el del SER+, en el que “la acción de Dios en el ser humano con el ser humano” es el pensar y el actuar decisivo de una historia divino-humana que tiene a Cristo, persona divina encarnada, como plenitud del camino, de la verdad y de la vida.

La concepción genética del principio de relación, a nivel intelectual y revelado, nos ofrece la pauta de que Cristo es el modelo real por excelencia que, revelándose Hijo del Padre y dador del Espíritu Santo, nos devela con sus dos naturalezas, divina y humana, en su persona divina, la suprema expresión de un movimiento TEANTRÓPICO del que Él es Supremo Maestro.

El movimiento TEANTRÓPICO es, entonces, para Rielo, la acción de la Santísima TRINIDAD en el ser humano con el ser humano, esto es, el ser humano ha quedado elevado al mayor rango posible: MÍSTICA u ontológica DEIDAD de la divina o metafísica DEIDAD. El ser humano, el homo mysticus, es alter Christus, alter Deus, en el que, roto el síndrome autista de su propia identidad, se comunica con sus semejantes con la misma comunicación de amor que se tiene con las personas divinas: este es su modelo de actuación, de creatividad y de existencial vivencia.

Esta experiencia vital, no matematizable, incomparablemente más amplia y rica que toda experiencia sensible o sensorial, es la que, siendo deificada por el HUMANISMO DE CRISTO, nos deifica en un amor creacional que se proyecta, como afirma Rielo, en la concepción MÍSTICA de todas las ciencias del hombre, sobre todo, de la ontología con supuesto fundamento en la metafísica.

9.- ¿Cómo podemos resumir, en una visión panorámica, el sistema GENÉTICO de F. Rielo?

Por un lado, la concepción genética de la metafísica de F. Rielo, ciencia del SER+ y del pensar+ absolutos, es aplicable a todos los niveles, ámbitos y dimensiones de una realidad que no puede ser sino relación, ya que la esencia de la nada y del vacío absolutos es la no relación.

De hecho, todo lo que existe se da en relación (átomos, partículas, subpartículas, árboles, estrellas, galaxias, constelaciones, cosas, animales, seres humanos), y sin relación nada puede existir. Donde hay relación tiene que haber por lo menos dos términos o realidades concretas que la constituyan. El ser humano no puede concebirse a sí mismo si no es en relación. Ahora bien, ¿relación con qué o con quién?… Las relaciones entre sí de los seres humanos y de los seres humanos con la naturaleza y con la transcendencia no pueden ser de cualquier forma.

Expresado lo anterior, tiene que haber un modelo absoluto que dé unidad, dirección y sentido a toda relación y a todo lo que significa cualquier relación. La relación no es rígida, cerrada, abstracta, tautológica; antes bien, la relación es genética, contempla la vida y su código, porque es constituida, sobre todo, por seres vivientes, y entre los seres vivientes, la suprema expresión del ser es la persona.

Si se comprende lo anterior, se entenderá que F. Rielo[38], en su sistema de pensamiento, atiende a la experiencia, pero no solo en cuanto suma de datos fácticos o inductivos, sino que parte de la visión experiencial de un modelo absoluto , que debe explicar la totalidad de lo real en relación dejando siempre abierta la mejor explicación posible. Y esto por una sencilla razón: la visión del modelo metafísico QUOAD NOS nunca puede ser absoluta_._ En síntesis, su sistema admite, al mismo tiempo, un modelo absoluto, que es VIVIENTE DEFINICIÓN TRANSCENDENTAL , y lo experiencial o vivencial y lo experimental concretos. Este modelo, que es principio, axioma y fundamento absolutos, se denomina CONCEPCIÓN GENÉTICA DEL PRINCIPIO DE RELACIÓN , ya que toda la realidad se constituye en relación y nada existe si no es en relación. El principio absoluto excluye el sistema identitático, formal y estático, abstracto e irrelacional, de la historia de la filosofía (“ser es ser”, o el “yo es yo”, por el “SER+” y el “yo+”), y propone la relación o comunicación entre personas, elevada a absoluto[39]: «La persona lejos de buscar o refugiarse en su propia identidad, tiene conciencia de que no es solo conciencia de sí, ni obra solo “para sí”; es, más bien, “alguien con conciencia de alguien y que obra para otro alguien”. La definición de persona no se deja esperar: “Persona es alguien con conciencia de alguien”».

La relación elevada a absoluto ha de ser, al menos, de dos términos, que deben ser necesariamente personas porque la persona es la máxima expresión del ser. Este Principio de relación personal, además de descubrirnos la importancia de la CONCIENCIA FILIAL absoluta, y a su imagen y semejanza, la CONCIENCIA FILIAL en cada persona humana, supone también que es el principio comunicativo y originario de la vida, pues lo GENÉTICO se refiere a la realidad que engendra vida; vida, no solo en sentido biologicista, sino en lo que supone la apertura relacional y constitutiva de lo más interior y propio del ser humano hacia el absoluto, y su plenificación por Gracia: una Vida en Dios y sin fin. En resumen, F. Rielo no se mueve en lo exterior o foráneo, sino en lo más íntimo y estructural del ser humano, sin estar atrapado por realismos o idealismos metafísicos.

Con este modelo absoluto, podemos afrontar ad intra el campo de la metafísica y de la TEOLOGÍA, y ad extra el de la ontología o MÍSTICA[40] en dos niveles: DIANOÉTICO , o racional, formado por la estructura de la CREENCIA, e hipernoético,_ o cristológico, formado por el don de la fe teologal. En el nivel DIANOÉTICO de la metafísica y de la TEOLOGÍA, los dos términos de la relación tienen que ser dos personas divinas, Padre e Hijo (Santísima BINIDAD); una tercera persona divina es un excedente metafísico para una RAZÓN que debe contemplar la simplicidad divina. En el nivel hipernoético, ya entra la revelación por Cristo: en primer lugar, de que Él es el Hijo del Padre (divina CONCIENCIA FILIAL); y, segundo, de que existe una tercera persona divina llamada Espíritu Santo. Solo a este nivel hipernoético, el modelo absoluto son tres personas divinas, (Santísima TRINIDAD) con sus nombres propios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se puede hablar, entonces, de una metafísica teológica sub ratione absolutitatis, o de una TEOLOGÍA metafísica sub ratione divinitatis. A su vez, la ontología o MÍSTICA estudia la divina presencia ad extra del modelo absoluto en el creado espíritu humano; esta presencia es constitutiva, intrínseca, con el objeto de que el espíritu humano adquiera la categoría de persona, con su mística CONCIENCIA FILIAL, a imagen y semejanza del modelo absoluto (presencia transverberativa). La divina presencia ad extra adquiere otras dos categorías:

a)    la presencia por actio in distans en el VACÍO DE SER y en la creación de la materia y de sus fenómenos, que estudian, respectivamente, la TEOLOGÍA Matemática y la TEOLOGÍA Física;

b)    la presencia reverberativa (Véase PRESENCIA DIVINA) (extrínseca) en los VIVIENTES NO PERSONALES, que estudia la TEOLOGÍA Ecológica.

La creación posee, pues, estas tres categorías: para las cosas inanimadas, la ACTIO IN DISTANS, dándoles como esencia la VESTIGIACIÓN del modelo absoluto; para los VIVIENTES NO PERSONALES, la divina presencia reverberativa , dándoles como esencia la REVERBERACIÓN del modelo absoluto; para los seres personales, la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA [41], dándoles como esencia la transverberación del modelo absoluto. De este modo, la esencia del ser humano es la transverberación mística u ontológica, a imagen y semejanza de la Transverberación Divina o Metafísica[42]. La DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto actúa en el creado espíritu humano como principio epistémico porque es el origen del conocimiento.

Además de principio epistémico , el modelo absoluto es PRINCIPIO CONCREACIONAL , porque acompaña al acto creador del sujeto absoluto enriqueciendo el espíritu libremente creado con un ontológico patrimonio GENÉTICO constituido de atributos, virtudes y valores, y con las leyes de la inmanencia, transcendencia y perfectibilidad; también es principio actual  ya que el sujeto absoluto, con su libre actualización de este patrimonio, hace que la persona humana responda asimismo activa y libremente. De este modo, el ACTO ONTOLÓGICO del espíritu es un acto TEANTRÓPICO[43] :_ acción agente del modelo absoluto en el ser humano con el ser humano. (PRINCIPIO ABSOLUTO O METAFÍSICO)

Nos detenemos en la concepción del conocimiento, que, para F. Rielo es espiritual, porque parte de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto como principio epistémico en el espíritu humano. Dicho conocimiento se asienta en la consciencia potestativa del espíritu; un espíritu que no es espíritu puro, sino un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO . Si el espíritu es sicosomatizado, también lo es la consciencia; por tanto, tenemos una consciencia sicosomatizada con funciones sicoespirituales (INTUICIÓN, FRUICIÓN, libertad), sicosomáticas (RAZÓN, DESEO, INTENCIÓN, MEMORIA, imaginación, conectiva , sentimiento, emoción, pasión) y sicoorgánicas (SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS, instintos y pulsiones, estímulos y respuestas). Esto hace que el acto de conocer no signifique solo partir de la razón, y ni siquiera que tenga como inicio los sentidos, sino que el origen está en el espíritu, que es POTENCIA DE UNIÓN perceptiva y comunicativa ; un espíritu abierto al modelo absoluto en virtud de la ley ontológica de la transcendencia. La consciencia humana, por Insinspiración constitutiva , a nivel DIANOÉTICO , puede conocer realidades inefables y universales, y a nivel hipernoético, conocer asimismo las verdades reveladas.

El conocimiento es, pues, a imagen y semejanza del absoluto, espiritual y, en ningún caso, sensorial o racional o imaginativo o emotivo. Razón: las funciones sicoespirituales y sicosomáticas , así como las sicoorgánicas, como los SENTIDOS EXTERNOS E INTERNOS , son caracteres del conocimiento espiritual del ser humano en su estado viador. Consiguientemente, nuestro autor no hablará del ‘conocimiento sensitivo’ o del ‘conocimiento racional’, sino del carácter sensitivo, racional, volitivo, intuitivo, emocional, etc., del conocimiento, que es siempre, en el ser humano, de un ESPÍRITU SICOSOMATIZADO[44].

La DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto dota al espíritu humano de un ontológico patrimonio GENÉTICO que, definiéndole persona a imagen y semejanza de las personas divinas, da razón de su SER+ y de su altísima dignidad constitutiva como hijo de Dios, lo capacita para el místico conocer del divino conocer, y lo atrae al místico vivir del divino vivir. Este hecho supone que el absoluto establece con la persona humana una ALIANZA ONTOLÓGICA O MÍSTICA por la que aquel se compromete a hacerle partícipe de su vida divina, dándole la capacidad de realizar el COMPROMISO ONTOLÓGICO de unirse con quien es su modelo absoluto. El COMPROMISO ONTOLÓGICO fundamenta, según F. Rielo, el compromiso ético o moral. Sin el COMPROMISO ONTOLÓGICO el compromiso ético carece de unidad, dirección y sentido. La actuación de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA en el ser humano con el ser humano es acto TEANTRÓPICO que posibilita la vocación metafísica y mística del ser humano[45]. En este sentido, aunque conserven una cierta autonomía, no pueden separarse metafísica y TEOLOGÍA, ontología y mística.

El hombre, por lo tanto, es un ser místico dotado de un espíritu sicosomatizado (Véase SICOSOMA), porque asume, en la unidad de su naturaleza, las funciones síquicas del alma o sique y las orgánicas del cuerpo o soma. En resumen, la estructura constitutiva humana es la de un espíritu creado, condicionado por el límite formal de su finitud, pero, a la vez, potenciado y definido por el límite transcendental de su apertura al infinito por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del absoluto. La persona humana, de este modo, no es ni finita ni infinita, sino un finito abierto al infinito por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA que lo hace mística DEIDAD de la Divina DEIDAD[46]. Todo ser humano es constitutivamente místico gracias a esta relación originario-constitutiva con el absoluto, que lo capacita, dispone y prepara para la Revelación Trinitaria, esto es, para el orden salvífico o santificante. De todo ello, el teólogo es testigo cualificado, pudiendo realizar con estas claves su quehacer teológico.

Estamos llamados a vivir, transmitir, y comunicar, lo mejor de nosotros mismos porque a eso nos llama la voz de nuestra naturaleza definida e inhabitada por la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del sujeto absoluto, que elevada por Cristo al orden santificante, nos proporciona la plenitud de un nuevo humanismo que, recogiendo las semillas del Verbo presentes en todos los humanismos, haga fructificar en el ser humano, en su historia y en su cultura, lo que es su patrimonio GENÉTICO: la unión mística con el absoluto, esto es, adquirir una CONCIENCIA FILIAL que halla su madurez total en la Santísima TRINIDAD: CONCIENCIA FILIAL de un Padre que, con modelo en la filiación del Hijo, es fortalecida y llevada a su plenitud por el Espíritu Santo. Esta CONCIENCIA FILIAL, fuente del más extraordinario humanismo, que adquiere su modelo en el HUMANISMO DE CRISTO, no puede quedar raquítica, obsoleta, o meramente decorativa.

    1. 10.- ¿Alguna obra publicada de F. Rielo que nos muestre su espiritualidad profunda y rica? – Dentro de lo que se ha publicado de él, puede servir el libro En el corazón del Padre (Corazón del Padre) para poder comprender la intencionalidad, el sentido, y la finalidad del sistema de su pensamiento y de su quehacer teológico,_ siempre en clave Trinitaria. También las obras Mis meditaciones desde el modelo GENÉTICO[47], Concepción mística de la antropología,[48] y la trilogía de su APOLOGÉTICA FORENSE[49].

En dichas obras, de modo especial En el Corazón del Padre, se evidencia que la verdadera universidad de sabiduría, metafísico-teológica, es la del Padre Dios, que nos abre al Misterio de la TRINIDAD. El Padre todo lo llena, y es el origen de todo, de dónde venimos y hacia dónde conduce la plenitud de todo. Jesucristo nos revela al Padre y al Espíritu Santo. F. Rielo ha vivido recostado toda su vida en este mismo misterio de filiación-Trinitaria. De aquí derivará también su forma de hacer TEOLOGÍA, con las tres grandes ramas de la TEOLOGÍA genética_: TEOLOGÍA Metafísica_ (el Misterio Trinitario ad intra), TEOLOGÍA Mística (el Misterio Trinitario ad extra), y TEOLOGÍA Epistémica (en contacto y desarrollo con las ciencias humanas). En dicha obra, a partir de la TEOLOGÍA Metafísica, se desarrolla, complementariamente, la TEOLOGÍA Mística, como Historia de Salvación, con la clásica y funcional división de etapas: Creación, Pecado, Redención (Revelación- Evangelio, Gracia, Sacramentos), Escatología. Todo ello con una forma expositiva tradicional y, a la vez, original y muy sugerente.

 Hasta aquí, una breve introducción a la riqueza y fecundidad del método GENÉTICO de F. Rielo, que vendrá desmenuzado en el presente Diccionario. Solo queda expresar, para finalizar esta Introducción, que nuestro autor, en el diálogo con un filósofo, diría: «Si tú me pides: “muéstrame a tu Dios”, yo te diré, a mi vez: “muéstrame tú al hombre que hay en ti”» (Teófilo de Antioquía)[50]… Y, en el diálogo con un teólogo, se volvería a la inversa dicha propuesta: «Si tú me pides: “muéstrame al hombre”, yo te diré, a mi vez: “muéstrame al Dios que hay en ti”». O, como expresaría a sus hijos e hijas misioneros identes: «Yo os testifico de mí aquello que puedo decir de mí. Vosotros estáis llamados a lo mismo… Entrad profundamente en lo que es el sabor místico, ese sabor del amor, y alcanzad por vosotros mismos aquello que os digo… Os invito a que encendáis y conservéis encendido el cirio idente en vuestro corazón, a fin de que os adentréis en esa oración que camina, que es idente, personal e intransferible, que es Espíritu y es Santo, Espíritu Santo»[51]. Todo, para mayor gloria del Padre, en su Hijo, por el Espíritu Santo[52].

Raúl Berzosa Martínez



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  1. H.U. von Balthasar, Theodramatik. Die Personen des Spiels. Der Mensch in Gott, Vol II-I, Einsiedeln 1976, 262.
  2. Tuvo que pasar unas 20 veces por quirófano; él solía recordar: _“¡Escribirás acerca de Mí, pero con dolor_!” (I. Orellana Vilches, Fernando Rielo, fundador de los misioneros y misioneras identes, DDB, Bilbao 2009, 217).
  3. BAC, Madrid 2014.
  4. Fundación Fernando Rielo [FFR], Madrid 1995.
  5. UTPL, Quito (Ecuador) 2011.
  6. FFR, Madrid 2001.
  7. F. Rielo, Manuscrito inédito, Nueva York, 25-XI-1991.
  8. Ibid., 100.
  9. Ese absoluto postkantiano es, por ejemplo, el de los sistemas de Fichte (“yo absoluto”), Schelling (“identidad absoluta”), o Hegel (“razón absoluta”): Cfr. M. García Morente, Lecciones preliminares de filosofía, en ID., Obras Completas, Vol. II/1, Fundación Caja de Madrid y Editorial Anthropos, Madrid 1966, 254-267. En la cultura hispánica, estará de moda desde el Krausismo al Personalismo, pasando por el nihilismo y el marxismo, con el trauma de la guerra civil: Cfr. M. Garrido - N. Orringer - L.M. Valdés - M. M. Valdés, El legado filosófico español e hispanoamericano del siglo XX, Cátedra, Madrid 2009.
  10. F. Rielo sigue siendo, aún hoy, injustamente desconocido. Por ejemplo, no aparece citado ni E. Coreth - W.M. Neidl - G. Pfligersdorffer, Filosofía cristiana en el pensamiento católico de los ss. XIX y XX, 3 Tomos, Encuentro, Madrid 1997; ni en M. Garrido - N. Orringer - L.M. Valdés - M. M. Valdés, El legado filosófico español e hispanoamericano del siglo XX, Cátedra, Madrid 2009.
  11. Afirma textualmente M. García Morente, en Lecciones preliminares de filosofía, en ID., Obras completas, Vol. II/1, Fundación Caja de Madrid y Editorial Anthropos, Madrid 1966, 305-306: «La filosofía arranca con Parménides de la INTUICIÓN de un ente particular y derivado; forja entonces sus conceptos lógicos plegándose a la estructura de ese ente particular, y entonces esos conceptos del ente particular son conceptos de entes quietos, definitivos, de entes que “son ya” todo lo que tienen que ser, de entes en cuya entraña no existe el tiempo, de entes absolutamente estáticos, quietos, de lo que llamaríamos entes-cosas»… «Esos conceptos ya no nos sirven»… «Tenemos que forjar nuevos conceptos».
  12. Ibid., 314.
  13. Cfr. Id.
  14. Cfr. X. Zubiri, Naturaleza, historia, Dios, Madrid 1963, 335.
  15. Cfr. F. Llenin Iglesias, La realidad divina. El problema de Dios en X. Zubiri, Seminario Metropolitano/Studium Ovetense, Oviedo 1990, 22.
  16. Cfr. Id.
  17. Para una visión global de la TEOLOGÍA en el S. XX, cfr. J. Feiner - M. Löhrer, Mysterium Salutis, Tomo I, Cristiandad, Madrid 1969; R. Vander Gucht - H. Vorgrimler, Bilan de la théologie du XX Siècle, Vol 2, Carsterman, Paris 1970, 685-706; O. Gonzalez de Cardedal, Historia, hombres, Dios, Cristiandad, Madrid 2005, 331-370.
  18. Cfr. R. Schaeffler, Filosofía y TEOLOGÍA católica en el S. XX, en E. Coreth-W.M. Neidl-G. Pfligersdorffer, Filosofía cristiana en el pensamiento católico de los ss. XIX y XX, Tomo 3, Encuentro, Madrid 1997, 46-72.
  19. Cfr. K. Rahner, El Dios Trino como principio y fundamento transcendente de la historia de Salvación, en J. Feiner-M. Löhrer, Mysterium Salutis, Vol II, Cristiandad, Madrid 1977.
  20. A. Stagliano, Teologia Trinitaria, en G. Cannobio - P. Coda (Edit.), La TEOLOGÍA del XX secolo. Un bilancio. Prospettive sistematiche, Vol. 2, Città Nuova, Roma 2003, 89.
  21. H.U. von Balthasar, Christen sind einfältig, Einsiedeln 1983, 106. «La TEOLOGÍA no destruye la filosofía porque Dios no destruye el ser. La revelación de Dios no destruye en el misterio de la cruz, la revelación del ser (ni lo estético), ni tampoco lo sustituye, pues en este caso Dios anularía su propio plan sobre el mundo con todos los presupuestos que ha ido poniendo para su realización» (H.U. von Balthasar, Verbum caro. Skizzen zur Theologie, I, Einsiedeln 1960, 121).
  22. F. Rielo, Un diálogo a tres voces, FFR, Madrid, 1995, 127. (Libro de entrevistas de la Dra. Marie-Lise Gazarian Gautier de Saint John’s University de Nueva York). [En adelante, lo citaremos Diálogo].
  23. Ibid., 51.
  24. En Leyendas de amor Rielo afirma: «Me hallo en los finales de mis dieciocho años. […] La aspiración que dominaba, decididamente, mi presente consistía en hacer la carrera de filosofía y letras para dedicarme, posteriormente, a la metafísica. La instigación se debió a mi lectura de la Crítica de la razón pura de Kant. Este estudio inicial me condujo a la lectura de otros filósofos que, incluido el kantismo, sembraron en mi mente la necesidad de, penetrando en la noción de ser y su conocimiento, resolver la problemática de antagonismos irresolubles». F. Rielo, Leyendas de amor, FFR Madrid, 2010, 77 [En adelante, Leyendas].
  25. Ibid., 170s.
  26. F. Rielo, Díalogo, 128.
  27. Ibid., 186.
  28. F. Rielo, Leyendas, ob. cit., 78.
  29. Ibid., 171.
  30. F. Rielo, Diálogo, 127.
  31. F. Rielo, Manuscrito inédito, Roma, 2-VI-1973.
  32. F. Rielo, Diálogo, 139.
  33. Rielo distingue entre CREENCIA y fe: la CREENCIA es una estructura y operador constitutivo, propio de todo ser humano, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del modelo absoluto en el espíritu; la fe es elevación de la CREENCIA al ámbito santificante o de la redención de Cristo. El ámbito de la CREENCIA lo denomina F. Rielo DIANOÉTICO; el ámbito de la fe HIPERNOÉTICO.
  34. Ibid., 72.
  35. F. Rielo, Manuscrito inédito, Roma, 2-VI-1973.
  36. F. Rielo, Diálogo, 135.
  37. Ibid., 128.
  38. Cfr. J. Sánchez-Gey Venegas, El necesario diálogo entre la TEOLOGÍA y la filosofía española actual: “Burgense” 59/2 (2018) 1347-1356.
  39. Cfr. F. Rielo, Concepción mística de la antropología, FFR, Madrid 2012 [En adelante, Antropología]; ID., Mis meditaciones desde el modelo GENÉTICO, FFR, Madrid 2001[En adelante, Mis meditaciones]; ID., Hacia una nueva concepción metafísica del ser, en ¿Existe una Filosofía Española?, FFR, Madrid 1988, 115-142; ID., “Concepción genética de lo que no es el sujeto absoluto y fundamento metafísico de la ética”, en Raíces y valores históricos del pensamiento español, FFR, Madrid 1990, 97-134); ID., Diálogo, ob. cit., 119-179.
  40. F. Rielo refiere siempre lo metafísico o divino solo a la dimensión ad intra del modelo absoluto; lo ontológico o místico lo refiere, supuesta la libre creación del espíritu, a la actuación ad extra del modelo absoluto en el ser humano con el ser humano. La ontología se refiere al ONTOS o gene del espíritu, que es estado de ser, acto de ser, forma de ser y RAZÓN de ser en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA del Absoluto en el espíritu creado. Por otra parte, al elevar la mística a ontología, hace sinónimos los términos; por eso, suele decir ontología o mística
  41. Se denomina divina presencia porque es la PRESENCIA DIVINA ad extra en el espíritu creado, y es constitutiva porque es intrínseca al mismo espíritu humano en tal grado que lo deja en estado, acto, forma y razón de ser deitáticos. En este sentido, la persona humana es mística DEIDAD a imagen y semejanza de la Divina DEIDAD.
  42. El fenómeno místico de la “transverberación” de Santa Teresa, o “transfixión” es elevado, por Rielo, a una acción metafísica y ontológica. La transverberación es, para él, esencia transcendental de la persona o “amor místico” en virtud del cual las personas divinas se traspasan, se compenetran unas en otras en tal grado que se definen entre sí constituyendo única unidad absoluta de amor. Si nos referimos a la persona finita, esta viene definida por la transverberación absoluta de las personas divinas en el espíritu de aquella, de tal modo que este espíritu queda constituido en mística u ontológica transverberación a imagen y semejanza de la divina o metafísica transverberación. La mística transverberación es, pues, traspasamiento, compenetración de amor de la persona finita con las personas divinas y con las demás personas, en virtud de la DIVINA PRESENCIA CONSTITUTIVA de las personas divinas en el espíritu creado.
  43. Rielo utiliza el término TEANTRÓPICO en lugar de teándrico para evitar la connotación virilista del término griego ἀνήρ; en su lugar toma el sustantivo ἄνθρωπος, que significa ser humano, hombre y mujer, expresando mejor la naturaleza humana. TEANTRÓPICO significa, pues, el acto que resulta de la acción de Dios en el ser humano con el ser humano (θεός + ἄνθρωπος = te-antrópico; θεός + ἀνήρ = te-ándrico).
  44. El espíritu es sicosomatizado porque asume las funciones sicológicas del alma o psique y las funciones orgánicas del cuerpo o soma. La naturaleza humana consiste en la unidad de CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU. Con el objeto de hacer patente esta unidad, Rielo afirma que la naturaleza humana es un espíritu sicosomatizado; esto es, un espíritu que asume las funciones sicológicas del alma y las funciones orgánicas del cuerpo.
  45. Esta vocación la podemos observar ya en el niño cuando queda insatisfecho de las respuestas que sus padres le dan a sus continuas preguntas: ‘¿qué es esto?, ¿por qué?, ¿para qué? …’. Son verdaderas preguntas de esencia, de finalidad, de causalidad.
  46. Esta y otras expresiones las utiliza Rielo con la preposición ‘de’ o con la expresión ‘a imagen y semejanza de’; en este caso, sería: “mística DEIDAD a imagen y semejanza de la Divina DEIDAD”. Nuestro autor tiene preferencia por la expresión primera por resultar más simple.
  47. FFR, Madrid 2001
  48. FFR, Madrid 2012.
  49. F. Rielo, Cristo hoy. El criterio de credibilidad y el don de la fe, FFR, Madrid 2010 [En adelante: Cristo hoy]; El HUMANISMO DE CRISTO, FFR, Madrid 2012; Cristo y su sentido de empresa, FFR, Madrid 2017.
  50. Teófilo de Antioquía, Ad Autolycum, I, 2.7 (PG, VI, 1025).
  51. F. Rielo, En el corazón del Padre, ob. cit., 63
  52. Para una visión biográfica de F. Rielo, imprescindible para poder comprender su pensamiento y su obra, Cfr. I. Orellana Vilches, Fernando Rielo, fundador de los Misioneros y Misioneras Identes, DDB, Bilbao 2009.


Aportación de F. Rielo a la Teología actual:

A la pregunta, ¿Qué puede aportar la TEOLOGÍA rieliana a la TEOLOGÍA actual? Nuestro autor responde que puede aportar una fundamentación metafísica y epistemológica para continuar reflexionando en una TEOLOGÍA desde la concepción mística de la antropología, con base trinitario-cristológica. En la mejor tradición que, arrancando del Vaticano II[1]consolidada en el “humanismo cristiano” de Pablo VI[2], fue profundizada por el Magisterio de san Juan Pablo II[3], y está siendo actualizada por el papa Francisco[4] : el camino de la Iglesia, y por lo mismo de la reflexión teológica, pasa por el hombre, quien solo en Jesucristo, encuentra respuesta a su origen, sentido y plenitud. Nuestro teólogo metafísico, con su metafísica bien formada (Véase Visión Bien Formada), nos conduce a una antropología genética y mística, que, a la vez, encuentra su punto de partida y de llegada en Jesucristo, el Hijo de Dios Encarnado, el Gran y Excelente Metafísico. El Misterio de su humanidad y la empresa de su humanismo, pueden definir un quehacer teológico rico y fecundo.



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  1. Cfr. Gaudium et spes, 22.
  2. Cfr. Evangelii Nuntiandi.
  3. Cfr. Redemptor Hominis, 11.
  4. Cfr. Evangelii Gaudium.

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